Sobre este blog

Empecé a leer cómics a la misma vez que aprendí  a leer y, desde entonces, no he parado de hacerlo. En todas estas décadas he leído cómics buenos, regulares y no tan buenos, pero siempre he creído que el lenguaje secuencial es la mejor -y más idónea- puerta de entrada para leer tanto letras como imágenes. Ahora leo más cómics digitales que físicos, pero el formato me sigue pareciendo igualmente válido y sigo considerando el cómic un arte.

LA BRIGADA LINCOLN. ENTREVISTA CON CARLES ESQUEMBRE.

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¿Cómo te involucraste en el proyecto “La Brigada Lincoln”?

Justo acababa de terminar mi libro Lorca: Un poeta en Nueva York y -después de un año trabajando yo solo como autor completo- me apetecía mucho poder realizar un trabajo más de “encargo”, donde pudiera liberarme de algunos de los aspectos de la autoría, como por ejemplo el guion. Casualmente, durante una presentación de mi tebeo sobre Lorca en Novelda, conocí a Pablo Durá, que estaba presentando allí mismo, también, el final de la campaña de mecenazgo de La Brigada Lincoln. Yo estaba en su conferencia como oyente, y mientras lo escuchaba hablar pensaba “jolín, a mí me hubiese gustado dibujar este tebeo”. Cuando terminó la charla nos presentaron y “off the record” me dijo que el proyecto se había quedado sin dibujante y que mi estilo le podría encajar muy bien a la historia. Así que me ofreció el proyecto. Yo acepté encantado, porque, además de la implicación personal, era el tipo de trabajo compartido que buscaba en ese momento.

Una vez aceptado el reto, ¿cuál fue el proceso que seguiste?

La verdad es que, más que un método, fue un aprendizaje constante; es decir, no había un método propiamente dicho, porque íbamos haciendo un poco a medida que avanzábamos. Yo ni siquiera leí todo el guion de primeras, porque Pablo me iba pasando tandas de 22 páginas, de tal manera que, cuando terminaba esas 22, casi no sabía lo que iba a pasar en las siguientes. El guion tampoco estaba del todo cerrado, por lo que ni el propio Pablo -a pesar de tener la historia escrita y con un mapa mental muy elaborado- sabía muy bien cómo iba acabar, con exactitud.

La Brigada Lincoln (2019). Durá/ Esquembre/ Salguero.

© 2019 Panini España, S.A.

Él me enviaba un guion con los diálogos y una estimación de las viñetas por página, además de alguna sugerencia que otra respecto al tipo de planos a utilizar, pero siempre me daba libertad creativa en ese aspecto. Si creía que se me podía ocurrir una alternativa mejor para la narrativa, se lo mostraba en un boceto y lo discutíamos, o no. Puede que, alguna vez, tuviéramos algunas visiones diametralmente opuestas sobre cómo se debía contar la historia, pero, en general, estábamos de acuerdo con los cambios sugeridos. Digamos que fue un proceso de consenso, sin ningún problema con respecto a los egos. Sí que es cierto que, en retrospectiva, ves cosas que deberíamos haber hecho de otra forma, pero, mientras lo estás haciendo, es muy difícil darte cuenta de tus errores y aciertos.

Desde las primeras páginas empiezan a aparecer personajes reales, que vivieron en esa época, tales como Harry Haywood y Oliver Law, uno de los ejes centrales del relato. ¿Qué fuentes documentales utilizaste?

Básicamente, gracias a las pocas fotografías que había en internet sobre los personajes reales. Al disponer de tan poca información visual con respecto a las caras de cada personaje, lo que hicimos fue una especie de proceso de “casting”, donde asignamos a cada personaje el rostro de algún actor. En realidad, concebimos el libro como una gran superproducción hollywoodiense, con actores de primera línea, secundarios de lujo e, incluso, resucitamos a artistas ya fallecidos. Vamos, que el presupuesto se nos fue en el reparto, jeje. Y, por supuesto, pensando en una futura adaptación cinematográfica, para darles a los productores el trabajo ya “hecho”. Como ves, muy humildes nosotros, jaja.

¿En qué medida el guion de Pablo Durá incluía información adicional sobre lo que, luego, habría que dibujar?

Adjunto al guion de cada capítulo, Pablo me solía mandar una “batería” -nunca mejor dicho, en términos armamentísticos- de imágenes relacionadas con el capítulo en cuestión, tanto de escenarios como de personajes, vestuario, armas y otros elementos de “atrezzo”. Luego, en mi obsesión por el detalle en exceso, yo hacía mi propia búsqueda de documentación en internet o en libros, llegando a dibujar incluso elementos extradiegéticos, como el pasaporte completo de la época en la que Oliver Law viaja a España…

La Brigada Lincoln (2019). Durá/ Esquembre/ Salguero.

© 2019 Panini España, S.A.

¿Se trataba de un guion muy detallado o había margen para añadir cosas?

El guion era bastante abierto, con mucho margen para añadir y cambiar cosas. De hecho, muy pocas veces se corresponde la paginación del cómic con la del guion, porque algunas de las escenas que escribía Pablo correspondían a una sola página del cómic, con un determinado número de viñetas que luego yo tenía que montar en la página. Lo que ocurría es que muchas veces no había espacio para los diálogos y, una escena que en el guion de Pablo estaba resuelta en una página, en el cómic terminaba ocupando dos o tres páginas, lo que hacía muy difícil cuantificar el número de páginas totales. Y luego, por supuesto, muchas escenas eliminadas.

También era curioso el caso de las escenas bélicas; es decir, los tiros, o la acción propiamente dicha. Esas escenas, en el guion, eran mera indicaciones, del tipo “100 soldados corren colina arriba y se disparan unos a otros”. Claro, eso escrito queda muy bien, pero hay que dibujarlo y realizar toda una coreografía que solo tiene sentido si se hace mediante un guion gráfico.

Otro elemento que llama la atención es lo fidedigno del armamento que aparece en el relato. Así vemos un ataque de la Regia Aeronautica italiana, compuesta por Fiat CR32, contra una columna de vehículos blindados soviéticos T-26 (mod. 1933). ¿Cuánto tiempo te llevó reproducir de una forma tan realista éstos y otros muchos elementos que se encuentran en la historia?

Muchas gracias. Me alegra que lo digas, porque el tema de la fidelidad era un asunto delicado, más cuando se hace cómic histórico. Existe un tipo de lector ávido en este tipo de libro que valora mucho la fiel reproducción de armamento y vestuario. Actualmente existe toda una serie de documentación gráfica al alcance de todo el mundo en internet, de la cual hice uso, pero también saqué mi lado romántico de trabajo de campo y compré algunos libros sobre armas y uniformes de la Guerra Civil española. Por ejemplo, en el caso del vestuario, al no llevar las brigadas internacionales un uniforme propio tuve que ir tirando de fotografías. Respecto a las armas y tanques, el T-26 está presente, sí, pero no creas que no ha habido gente que ha venido a decirme que he dibujado la torreta mal o que tal o cual remache no estaba en el lugar que debería estar. El CR32 lo dibujé lanzando unas bombas y un chico vino y me dijo que apreciaba que, al menos el CR32 se viera que es el que es, pero que es imposible que lanzara bombas. En fin, supongo que la incongruencia está justificada como licencia narrativa. Es decir, yo llego hasta donde llego, no soy experto en armas, jeje.

En la historia también se puede ver al personaje de Salaria Kea, enfermera afroamericana que participó en la Guerra Civil española; a Gerda Taro, la inseparable compañera del fotógrafo Robert Cappa; y a la indómita Evelyn Hutchins, conductora de ambulancias de la Brigada Lincoln. Las tres, sobre todo las dos últimas, quedan muy bien retratadas tanto en la parte literaria como en la parte artística. ¿Fue una decisión detallada en el guion o que el propio relato requirió?

Desde el principio Pablo tenía claro que quería homenajear a muchas mujeres que han quedado relegadas a un segundo plano durante el conflico y la historia. De hecho, el caso de Gerda Taro es curioso, porque, aunque tiene una breve aparición en el relato, su discurso es trascendente. Al final siempre te preocupa si has dado suficiente importancia a los personajes. Anexo a la Brigada Lincoln, Pablo escribió un guion con una historieta donde Hutchins era la protagonista. En principio iba a ser una historieta corta en exclusiva para los mecenas. Pablo siempre comenta que cada personaje de la Brigada Lincoln, tanto hombres y mujeres, tienen una historia digna de ser contada en toda una serie de tebeos.

Salaria Kea © 2019 The 15th International Brigade Photographic Unit Photograph Collection; ALBA PHOTO #13, Box 02.

La Brigada Lincoln es más cruda y, si se quiere, menos romántica que la visión dada por Ernest Hemingway en For Whom the Bell Tolls. ¿Conocían el guionista y tú previamente la historia de Hemingway y decidieron conscientemente optar por una visión diferente, o es algo que surgió por casualidad?. ¿Conocían el guionista y tú previamente la historia de Hemingway y decidieron conscientemente optar por una visión diferente, o es algo que surgió por casualidad?

Esta pregunta creo que podría responderla Pablo mejor, pues la historia de la Brigada Lincoln es un proyecto en el que anduvo investigando durante bastante tiempo, años antes de la realización del tebeo. Hemingway tenía que estar presente, y de hecho, hace un cameo en el propio cómic también. Y la obra de Hemingway fue una referencia para Pablo, sin duda. De hecho, a partir de ahí empezó a interesarse por la historia de algunos voluntarios internacionales.

¿Qué opinas del color que aporta Ester Salguero a la obra?

Era la primera vez que trabajaba con una colorista y ha sido muy emocionante ver como alguien pone color a mis tintas. Cuando Pablo me devolvía la página a color era un poco como ver la página por primera vez. Costó un poco adaptarnos el uno al otro al principio, porque yo en las primeras páginas ujtilizaba mucha mancha de negro, dejando muy poco espacio al color. Hay cosas que yo hubiese hecho de otra forma y otras en las que el color ayuda a la mejora del aspecto visual de la página. He de decir también que yo concebí el cómic para ser visto en blanco y negro y grises, es decir, yo le puse la sombra y la iluminación y Ester coloreó por encima de mis grises, por lo que en algún momento puede existir una versión de la Brigada Lincoln en “chrome”. Tanto la versión en color como la de blanco y negro funcionan igual de bien por separado como dos libros independientes y con su propia identidad.

La Brigada Lincoln (2019). Durá/ Esquembre/ Salguero.

© 2019 Panini España, S.A.

Vivimos una época donde se está haciendo un revisionismo histórico erróneo, bajo mi punto de vista. ¿Crees que esta obra sirve para revindicar el papel de los voluntarios que combatieron en la Guerra Civil española?

Al menos ésa es nuestra intención desde la humildad y el respeto. Honrar la memoria de esos hombres y mujeres. Con respecto al revisionismo histórico erróneo, estoy de acuerdo. Creo que ha habido un escamoteo y falsificación de la historia desde el final de la Guerra Civil. La mitología a la que la dictadura franquista sometió a la historia de España es algo que estamos viendo ahora más que nunca con el auge de la extrema derecha. La Iglesia católica sienta la doctrina sobre la Guerra Civil, presentando y justificando el conflicto como necesario para luchar contra la tiranía del comunismo, la defensa de la patria frente al terror rojo. Se ha contado cientos de veces que la descarada intervención de las Brigadas Internacionales (presentándolos como asesinos y delincuentes) obliga a Franco a pedir ayuda a los regímenes fascistas, porque la República estaba subordinada a las órdenes de Moscú. Este discurso cala en la población los siguientes 40 años de postguerra durante la represión franquista, provocando una desmovilización política que no solo llega a nuestros días, sino que además parece que es un pensamiento que ha brotado entre las generaciones más jóvenes, lo que me parece todavía más escalofriante, cuando es esa tercera generación, nacida en democracia, la que debería coger el testigo de la recuperación de la memoria histórica.

Oliver Law vino a España para combatir no solo una rebelión armada contra un gobierno legítimamente elegido en urnas, sino para revindicar los derechos que, en ese momento, no tenían los afroamericanos en los Estados Unidos de América. ¿Crees que su sacrificio mereció la pena o fue en vano, dado los retrocesos que cada día afloran en la sociedad actual?

Decía Gil de Biedma que “de todas las historias, la historia de España es la más triste, porque termina mal”. A juzgar por cómo trataron a los voluntarios cuando volvieron a Estados Unidos de América, no parece que ese sacrificio haya sido valorado como se merecía. Y tampoco hay que olvidar que España es el único país que no ha honrado a las resistencias. Y todavía siguen ahí las cunetas y los muertos...

¿Recomendarías esta obra como lectura de la asignatura de Historia Contemporánea en institutos?

Creo que hay que hacer en este país un gran trabajo de desmitologización, por eso es tan importante aprender historia y por eso son tan importantes los maestros, y por eso los mataron a casi todos. Además, el cómic como herramienta didáctica está funcionando en los institutos, colegios y universidades. Tanto mi anterior trabajo, Lorca. Un poeta en Nueva York como la Brigada Lincoln están teniendo una gran recepción en el circuito académico. La cercanía y aspecto social que se cuenta en las historietas pueden estar más cerca del alumnado que una sucesión de datos, fechas y números áridos.

¿Tiene constancia de la publicación de esta obra la página web www.alba-valb.org, dedicada a los voluntarios de la Brigada Abraham Lincoln? Si es así, ¿qué les ha parecido a los responsables?

Sé que están al tanto y que conocen nuestra publicación, pero hasta el momento yo no he recibido ningún comentario por su parte.

Muchas gracias por la entrevista. Ha sido un placer contestar tus preguntas.

© Eduardo Serradilla Sanchis, Helsinki, 2019

© Carles Esquembre, 2019

La Brigada Lincoln © Panini España, S.A., 2019

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Empecé a leer cómics a la misma vez que aprendí  a leer y, desde entonces, no he parado de hacerlo. En todas estas décadas he leído cómics buenos, regulares y no tan buenos, pero siempre he creído que el lenguaje secuencial es la mejor -y más idónea- puerta de entrada para leer tanto letras como imágenes. Ahora leo más cómics digitales que físicos, pero el formato me sigue pareciendo igualmente válido y sigo considerando el cómic un arte.

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