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Sobre este blog

Empecé a leer cómics a la misma vez que aprendí  a leer y, desde entonces, no he parado de hacerlo. En todas estas décadas he leído cómics buenos, regulares y no tan buenos, pero siempre he creído que el lenguaje secuencial es la mejor -y más idónea- puerta de entrada para leer tanto letras como imágenes. Ahora leo más cómics digitales que físicos, pero el formato me sigue pareciendo igualmente válido y sigo considerando el cómic un arte.

ENEMY ACE

Mañana, sábado 28 de junio del año 2014, se cumplen cien años del asesinato del archiduque austriaco Francisco Fernando y su mujer, Sofía, en la ciudad bosnia de Sarajevo, una mañana del 28 de junio del año 1914. En un principio, el imperio astro-húngaro reaccionó con cierta indiferencia ante el magnicidio, por lo menos en la capital del imperio, algo que, por el contrario, no sucedió en la capital Bosnia. Allí, las autoridades austriacas aprovecharon la muerte del archiduque para comenzar una campaña de persecución contra la población de origen serbio –pues los asesinos del archiduque eran de dicha etnia- espoleando los sentimientos nacionalistas de los bosnios y los croatas residentes en Sarajevo.

Sea como fuere, la persecución a la que fue sometida la población serbia terminó por desatar una crisis diplomática entre el imperio Astro-Húngaro y la Rusia zarista, tradicionalmente aliada de Serbia, la cual se convirtió en una declaración de guerra entre ambos imperios. El resultado directo de todo supuso que el imperio alemán se sumara a las hostilidades, declarando la guerra, primero, a la Rusia del zar Nicolás II, y luego a Francia y Bélgica, justo después de que dicho país se negó a aceptar las exigencias del kaiser alemán Guillermo segundo. La última potencia en entrar en el conflicto fue el Reino Unido, una vez que el imperio alemán se negó a aceptar la exigencia del imperio británico de mantener al reino belga como un estado “neutral” durante la contienda.

Al final, “La guerra que iba a terminar con todas las guerras” se convirtió en una enorme carnicería, la cual costó más de 10 millones de muertos y el doble de heridos, merced a los avances tecnológicos y a la incapacidad, la megalomanía y los desmanes de los generales y cargos políticos que, durante cinco años, casi acaban con la ya de por sí maltrecha civilización europea de principios del siglo XX.

No es de extrañar, con unos antecedentes tan trágicos y descorazonadores, que todas y cada una de las disciplinas artísticas conocidas hicieran eco, durante y en las décadas sucesivas, de lo que sucedió, dentro y fuera de los campos de batalla de dicha contienda.

Si nos ceñimos al mundo gráfico, la editorial E.C. Comics, en sus series Frontline Combat y Two-Fisted Tales, fueron de las primeras en plasmar la locura que supuso, por ejemplo, aquella inútil guerra en trincheras, la cual solamente sirvió para alimentar los egos de un puñado de sádicos y sanguinarios generales, magníficamente retratados, éstos, por Stanley Kubrick en su ya inmortal película Paths of Glory (U.A. 1957).

“Zero Hour”, publicada en el número dos de la colección Frontline Combat (septiembre/ octubre 1951), con guión de Harvey Kutzman y dibujo de John Severin y Bill Elder, es un inmejorable ejemplo de lo que fue la Primera Guerra Mundial, sobre todo para los millones de jóvenes que se alistaron, en uno u otro bando, para luego comprobar que su sacrifico había sido en balde.

Luego han sido muchos quienes han continuado la senda iniciada por la mítica y denostada editorial estadounidense, siendo el francés Jacques Tardí (Valence, 1946) quien mejor ha sabido retratar el sinsentido de toda aquella contienda, en obras tan importantes como ¡Puta Guerra!, y La guerra de las trincheras.

Sin embargo, hoy me voy a detener en un personaje mucho menos conocido y que, al igual que otros tantos jóvenes entusiastas y militares de carrera, se vieron envueltos en una contienda mundial, casi diría que de proporciones bíblicas. Su nombre Hans von Hammer, más conocido como Enemy AceAs enemigo o, simplemente, “El Barón Rojo” según el tomo único publicado por la editorial Toutain, hace ya treinta años, único exponente del personaje en nuestro país hasta hace pocos años.

Hans von Hammer es la versión gráfica del celebérrimo Manfred Albrecht Freiherr von Richthofen, el mayor as de la recién nacida aviación militar contemporánea durante aquellos años.

Von Hammer, al igual que von Richthofen, es un oficial de caballería prusiano, con un alto sentido del honor y respeto hacia sus oponentes y que, como el auténtico Barón Rojo, pilota un Focker Dr. 1 Dreidecker –Triplano- de color rojo.

Sin embargo, von Hammer es una persona retraída, solitaria -su “único amigo” es un enorme lobo gris- y, en su fuero interno, detesta ser la “perfecta máquina de matar” que todos admiran cuando surca los cielos europeos, incluyendo sus enemigos.

Creado en 1965 por el guionista Robert Kanigher y el dibujante Joe Kubert, dentro de la colección Our Army At War, formando parte de la entrega 151 (febrero de 1965), el personaje logró ganarse el favor de una pequeña parte de los lectores, justo cuando el ardor guerrero estadounidense comenzaba a despegar por el despliegue de tropas en las selvas vietnamitas.

A partir de entonces, von Hammer recorrió la práctica totalidad de las series bélicas publicadas por la editorial DC Comics, en especial Star Spangled War Stories –entre 1968 y 1974- cabecera en la que el dúo Kanigher-Kubert desarrolló algunas de sus mejores historias, con von Hammer como protagonista.

Una de esas historias se publicó en Star Spangled War Stories #144 (abril-mayo de 1969) bajo el título “Death Takes No Holiday”. Contada en tres partes y a lo largo de 23 sensacionales páginas, el relato escrito por Kanigher, ilustrado por Kubert y Neal Adams y coloreado por Julia Lacquement, es otro magnífico ejemplo de la insensatez y del enorme precio que aquella contienda aérea se cobró en miles de vidas humanas, en su mayoría jóvenes.

Death Takes No Holiday empieza con la espectral imagen de un piloto ataviado como si se tratara de la propia parca y, en su segunda página, el cielo ya se ha cobrado varias víctimas mortales. Trepidante, magníficamente ilustrada por dibujantes con mayúsculas como lo son Joe Kubert y Neals Adams y repleta de momentos intensos e inolvidables, cada una de sus páginas son una instantánea de aquella guerra inaudita hasta aquellos momentos. Von Hammer no solamente luchará contra un misterioso atacante, parapetado en la ya mencionada imagen de la misma muerte, sino que buscará evitar que la constante sangría de pilotos que su sufre su unidad se cobre más víctimas. Sin embargo, los desesperados intentos de von Hammer por salvar la vida de uno de aquellos jóvenes, llamado Stefan, no lograrán llegar a buen puerto. Como muy bien exclama el piloto del triplano carmesí “Death… is the only winner…in this game!

Enemy Ace es uno de los mejores y más sensatos ejemplos de lo que fue la guerra aérea durante la Primera Guerra Mundial, narrado en primera persona por alguien que, aunque daba la sensación de haber firmado un pacto de no agresión con la muerte, era muy consciente de que su siguiente vuelo podría ser el último. Robert Kanigher rechaza cualquier estridencia patriótica, cualquier gesto exagerado y nos muestra a un ser atormentado, frío hasta la extenuación cuando pilota su monoplano, pero, que al revés que ocurrió con alguno de los grandes ases aéreos, rechaza toda notoriedad relacionada con su carrera militar. Von Hammer sabe que es un soldado y que, como tal, debe cumplir con su obligación y seguir unas órdenes, pero, para él, hay unas normas, unas reglas de comportamiento que, incluso en un sinsentido como lo es una contienda bélica, los seres humanos no deberían olvidar.

De ahí su tremenda valía y su vigencia, aún hoy, cinco décadas después de su nacimiento. Además, el trabajo de Kanigher y Kubert siempre merece la pena de ser revisado, dada su enorme calidad, antes y ahora.

Aprovechando que ahora sí existe una versión de la edición Showcase publicada por la editorial Planeta, la cual recoge, en sus 552 páginas, no sólo el trabajo de Kanigher, Kubert Joe y Adams, sino de otros autores tales como John Severin, Howard Chaykin, Frank Thorne, Russ Heath, Ed Davis y Larry Hama, se me antoja una ocasión ideal para rememorar las peripecias de uno los grandes personajes de la editorial DC, a pesar de no formar parte del panteón de los personajes más conocidos de la veterana editorial.

Enemy Ace © 2014 DC Comics, Inc. A Time Warner Entertainment Company.

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Empecé a leer cómics a la misma vez que aprendí  a leer y, desde entonces, no he parado de hacerlo. En todas estas décadas he leído cómics buenos, regulares y no tan buenos, pero siempre he creído que el lenguaje secuencial es la mejor -y más idónea- puerta de entrada para leer tanto letras como imágenes. Ahora leo más cómics digitales que físicos, pero el formato me sigue pareciendo igualmente válido y sigo considerando el cómic un arte.

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