Sobre este blog

Empecé a leer cómics a la misma vez que aprendí  a leer y, desde entonces, no he parado de hacerlo. En todas estas décadas he leído cómics buenos, regulares y no tan buenos, pero siempre he creído que el lenguaje secuencial es la mejor -y más idónea- puerta de entrada para leer tanto letras como imágenes. Ahora leo más cómics digitales que físicos, pero el formato me sigue pareciendo igualmente válido y sigo considerando el cómic un arte.

ENTREVISTA CON FERNANDO BERNABON, RESPONSABLE DE LA COLECCIÓN CUADERNOS DE LA HISTORIETA ESPAÑOLA

¿Cuándo y cómo surge la idea de la colección Cuadernos de la Historieta Española?

Tras unos años en que me mantuve alejado de la edición de revistas relacionadas con el mundo del tebeo, por motivos profesionales y familiares, en 2008 el gusanillo volvió a picarme y decidí ponerme manos a la obra para poner en el mercado una nueva publicación que continuase la estela de mis “Maestros de la Historieta”, publicación que, a partir de los ochenta, edité bajo el paraguas del Club Vallisoletano de Amigos del Tebeo y, más tarde, de Quirón Ediciones. Así nacieron estos “Cuadernos de la Historieta Española” como una especie de segunda etapa del anterior título.

Portada del primer tomo de la colección Cuadernos de la historieta española dedicado al personaje de Diego Valor © Vallatebeo Ediciones, 2017

¿Qué esquema se siguió para la elección de los personajes y/o temáticas que forman parte del catálogo actual de la colección?

Realmente nunca ha existido una idea prefijada de los personajes o temas a tratar dentro de la colección. La selección se ha efectuado sobre la marcha, en función de mis apetencias personales o de los comentarios de los lectores de la publicación, que me solicitaban y me solicitan que trate un tema u otro a través de su correspondencia.

¿Cuáles fueron los principales problemas que hubo que afrontar, una vez que se comenzó a redactar el primero de los tomos?

El principal problema fue el de la documentación, más bien escasa por aquellos años, en la que Internet no había llegado todavía a nuestras vidas; al menos éste era mi caso. Recuerdo que para realizar el apartado dedicado a Diego Valor en la radio y el teatro me trasladé hasta Madrid con la idea de consultar en el Archivo Municipal la colección de la revista “Ondas”, donde esperaba encontrar información al respecto. Mi decepción fue mayúscula al comprobar que, en ese archivo, no existía ni un solo ejemplar de la revista, de manera que regresé a mi ciudad tal y como había salido; es decir, sin ningún dato que me permitiese afrontar el tema a tratar. Finalmente, algo pude aportar al conocimiento de estos temas.

Y ello gracias a los recogidos en un número extraordinario de la revista Bang! (Bang! Información y estudios sobre la historieta# 7-8. Mayo de 1972) dedicado a la ciencia ficción española, a la consulta de antiguas revistas facilitadas por algunos amigos coleccionistas, entre los que deseo citar a Enrique Martínez Peñaranda (gran estudioso de nuestros tebeos, por desgracia ya fallecido), y a los ofrecidos por la Cadena SER, cuya responsable de archivos tuvo la deferencia de remitirme una casete con uno de los episodios radiados décadas atrás. Esta casete, junto a otra que me envió el hijo de Federico Blanco (uno de los dibujantes del personaje) con los episodios de Diego Valor recogidos en dos viejos discos, me ayudaron a confeccionar con un cierto rigor el trabajo.

Problemas también me dieron las biografías de los diferentes dibujantes y del creador literario del personaje. En algunos casos pude ponerme en contacto con sus familiares. En otros, no pudo ser. Fue una labor ardua en alguno de los casos, ya que de algunos de ellos muy poco se sabía, aunque he de confesar que el magnífico “Diccionario de Uso de la Historieta Española” de Cuadrado me sirvió en momentos de imprescindible guía para indagar en las diferentes publicaciones en las que se decía habían colaborado.

¿Cuadernos de la Historieta Española es un proyecto personal o hay detrás un trabajo conjunto de varias personas?

Si para la confección de “Maestros de la Historieta” conté con la colaboración de expertos estudiosos como Luis Conde y el citado Enrique Martínez Peñaranda, para la realización de estos “Cuadernos de la Historieta Española” he seguido a Juan Palomo, el de “yo me lo guiso, yo me lo como”. De esta manera, pienso, aunque pueda estar equivocado, se evitan duplicidades en la información que se suministra en los diferentes volúmenes.

¿A qué público va destinada la colección?

Mi intención es que la publicación acapare la atención de todos aquellos que muestren algún tipo de interés por conocer el fecundo patrimonio de la historieta realizada en España: personajes, revistas, editores, autores,…

¿Considera que una colección como ésta tiene suficiente valor didáctico como para formar parte del temario de un programa de estudios?

Este aspecto, creo, no debo valorarlo yo. Deben ser los profesionales de la educación los que, en un determinado momento, deberán evaluar si el contenido de estos Cuadernos es digno de formar parte de unos teóricos programas de estudio. Sé que algunos datos e informaciones recogidos en mis libros han sido utilizados en diversas tesis universitarias, pero una cosa es esto, y otra que la colección sea digna en su conjunto de formar parte de uno de esos programas. Creo, en consecuencia, que no debo ser yo quien valore esta posibilidad, aunque, como es lógico, a nadie le amarga un dulce.

¿Qué habría que cambiar en el panorama editorial español para que series como Diego Valor, El Jabato, El Corsario de Hierro o Piel de Lobo -series que se analizan en la colección Cuadernos de la Historieta Española- ocuparan un lugar en la cultura contemporánea actual?

Muchas cosas, es evidente. Creo que, algunas, de imposible o difícil solución. Hace décadas, tebeos como los anteriormente citados o como El Guerrero del Antifaz, El Capitán Trueno o Pulgarcito, ponían semanalmente a la venta varias decenas de miles de ejemplares en los quioscos. Sin embargo, a lo largo de un proceso que ha durado años, décadas incluso, y por diversos factores, se ha perdido el preciso relevo generacional para que estos personajes pudieran seguir formando parte de la vida de una gran parte de nuestros conciudadanos, cosa que, por ejemplo, no ha ocurrido en países como Italia, donde personajes como Tex se mantienen en los quioscos con éxito indiscutible aún hoy en día. En los sesenta, la entrada en los hogares españoles de la televisión ya supuso un importante contratiempo para que la historieta tuviera un lugar preferente en los ratos de ocio de los potenciales lectores.

En los setenta y ochenta se afianzó un cómic pretendidamente adulto, con un olvido, incluso desprecio, evidente por la historieta dirigida al público infantil y juvenil, perdiéndose en estos años a ese público, tan necesario para el imprescindible relevo generacional, proceso que entró en estado terminal cuando dos de las grandes editoras del tebeo popular, la Valenciana y Bruguera, cerraron sus puertas, dejando una multitud de dibujantes y guionistas en paro y a los lectores y los quioscos prácticamente huérfanos (quioscos que, hoy en día, por otra parte, también se encuentran en una grave crisis, debido a la sustancial disminución de la venta de periódicos y revistas varias). Los tebeos debieron recluirse en las librerías especializadas, el último reducto donde desde hace años resisten a los temibles zarpazos de la cambiante sociedad. En los últimos tiempos, videojuegos, ordenadores e Internet, han desplazado aún más a los que podrían haber sido lectores de historietas hacia estos otros medios de diversión.

Dicho todo lo dicho, pienso que la única posibilidad para que estos personajes volvieran a representar algo en los tiempos actuales sería que tuvieran vida como grandes superproducciones en medios como el cine o la televisión. Porque ya todos sabemos que todo lo que pasa por ellos vende. Aunque, en mi opinión, en los tiempos actuales es presumible que nunca llegarían a las tiradas que tuvieron décadas atrás, aunque podrían reverdecer laureles al ser conocidos por las nuevas generaciones de potenciales lectores.

¿Cuál ha sido la respuesta de los lectores?

En general, las personas que se han puesto en contacto conmigo para darme su opinión sobre la publicación lo han hecho de manera positiva, alabando lo pormenorizado de los estudios que he encarado. Particularmente han valorado muy positivamente el apartado de las biografías de los diferentes autores, en algunos casos casi inéditas en el panorama historiográfico. En este aspecto estoy contento con la reacción de los lectores. Sí que sería deseable que aumentasen, pero soy consciente de que una publicación como ésta, de temática muy especializada, escasa tirada y distribución casi exclusiva por Internet, necesita tiempo para ser lo suficientemente visible. La dificultad aumenta si tenemos en cuenta que, muchos potenciales interesados, al ser gente entrada en años, no tienen acceso a este medio, por lo que no tienen la posibilidad de conocer la existencia de la colección. Espero, soy optimista, que poco a poco estos obstáculos vayan, al menos, difuminándose y que la publicación pueda afianzarse dentro de las revistas dedicadas al estudio de la historieta, aunque no desconozco que la cosa está complicada por lo anteriormente expuesto.

¿Cuáles serán, si lo tiene pensado ya, las próximas entregas de la colección?

Una vez finalizado el trabajo sobre viejas películas y tebeos que me han tenido ocupado los últimos meses, mi idea es la de dedicar varios números de Cuadernos al emblemático Inspector Dan, la conocida historieta policiaca/terrorífica dibujada inicialmente por Eugenio Giner a partir de los guiones de Rafael González.

¿Quiere añadir alguna cosa más?

Por mi parte nada más. Simplemente, agradeceros el interés que habéis demostrado por conocer un poco más la génesis y el futuro de mis “Cuadernos de la Historieta Española”.

© Eduardo Serradilla Sanchis, 2017

© Fernando Bernabón, 2017

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Empecé a leer cómics a la misma vez que aprendí  a leer y, desde entonces, no he parado de hacerlo. En todas estas décadas he leído cómics buenos, regulares y no tan buenos, pero siempre he creído que el lenguaje secuencial es la mejor -y más idónea- puerta de entrada para leer tanto letras como imágenes. Ahora leo más cómics digitales que físicos, pero el formato me sigue pareciendo igualmente válido y sigo considerando el cómic un arte.

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