Sobre este blog

Empecé a leer cómics a la misma vez que aprendí  a leer y, desde entonces, no he parado de hacerlo. En todas estas décadas he leído cómics buenos, regulares y no tan buenos, pero siempre he creído que el lenguaje secuencial es la mejor -y más idónea- puerta de entrada para leer tanto letras como imágenes. Ahora leo más cómics digitales que físicos, pero el formato me sigue pareciendo igualmente válido y sigo considerando el cómic un arte.

GREEN CLASS

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En esta ocasión, el nombre del virus sobre el que se articula toda la narración responde a las siglas HBV2 y, como dice un epidemiólogo con el que se encuentran los protagonistas de la historia, Éste usa el código genético de sus víctimas para replicarse. El ADN del HBV2 contiene las secuencias genéticas de lo mejor que ha creado la naturaleza en el reino animal y vegetal… Es como si se hubiera colado en los códigos genéticos de miles de especies y hubiera copiado las partes más interesantes.

Todo este desaguisado empieza durante una excursión estudiantil hasta los húmedos y agobiantes pantanos de lo que en su día formó parte del territorio de la antigua Luisiana francesa. En aquel lugar, un grupo de adolescentes canadienses se ha pasado dos semanas buscando especímenes de anfibios, para el regocijo del profesor al cargo y la desesperación de buena parte de sus alumnos. Cuando llega el día de regresar, todos se topan con una realidad que había pasado desapercibida, ante el aislamiento tecnológico al que habían estado expuestos durante su aventura científica. Ni que decir tiene que esta “nueva realidad” se presentará de una forma brusca, impactante y sin darles ningún tiempo para poder asimilar todo lo que está pasando a su alrededor.

Green Class# 1 (2019) Hamon/Tako. © Letrablanka Editorial, S.L. 2020

Una vez se quieren dar cuenta de lo que ha sucedido, descubrirán que uno de ellos, Noah, está contagiado, ¡otro código 66!, en palabras del sargento que les estaba poniendo al día de su situación. Lo siguiente que verán ante sus ojos, una vez que abandonan el autobús en el que se dirigían al aeropuerto, serán las frías instalaciones de un hospital de campaña, orquestado por el ejército. Allí lo único que hay son preguntas y más preguntas sin respuestas. Y cuando alguien, por fin, les cuenta lo que pasa, es para decirles que su compañero se tiene que quedar aislado, mientras el resto puede regresar a su casa…

Sobra decir que ni Naia, la hermana de Noah, ni el resto de los amigos más cercanos -incluyendo a Linda, quien todavía sigue enamorada del contagiado, a pesar de que éste la dejara- estarán dispuestos a separarse de él, por mucho que esto suponga quedarse aislados en un territorio cada día más inhóspito. En un espacio donde, después de que se declarara la pandemia, han empezado a proliferar los muros de contención por doquier, en un vano intento por frenar una pandemia que hace tiempo que le está ganando la partida a los seres humanos.

La única esperanza que les queda es poder retrasar, aunque sólo sea por unas semanas y merced a un tratamiento experimental, el proceso de transformación que, según todas indicaciones que reciben mientras están en el hospital, terminará por afectar a Noah de manera irreversible. Pasado cierto estadio, los enfermos pierden la noción del mundo que los rodea. Pierden el lenguaje, la noción del tiempo… Y acaban por no reconocer a sus allegados. Desarrollé este procedimiento para tratar de ralentizar esa evolución, les dirá el mismo doctor que les explicó la razón del dantesco escenario que tenían frente a sus ojos.

Con todo decidido, el variopinto grupo estará formado, además de por Naia, su hermano y Linda, por Beth, Lucas, y el pendenciero, pero resolutivo, Sato. Todos juntos deberán abandonar el mundo que hasta entonces conocían para entrar en un territorio donde impera el caos, la sinrazón, el pillaje y la ley del más fuerte.

Un mundo donde la división estará marcada por quienes están contagiados y los que no, organizados bajo el torticero y xenófobo eslogan de “Human First”. Con esta perspectiva, poco queda ya de las normas y los códigos éticos sobre los que se sostenía la sociedad, tal y como se conocía hasta la llegada del virus.

La situación, por otra parte, servirá para demostrar que el instinto de supervivencia logra activar los “espolones” de quienes, sobre el papel, estarían condenados a perecer a las primeras de cambio. Sin ir más lejos, Linda será el mejor ejemplo de cómo las crisis ponen a los seres humanos en el lugar que les corresponde. Otra cosa, bien distinta, es lograr encontrarle sentido a todo aquello justo cuando uno está tratando de encontrar su lugar en el mundo, no importa qué mundo sea. Pedir, en medio de tal amalgama de sentimientos, que uno tome partido por un bando o por otro no sólo es duro, sino que sólo sirve para acentuar la soledad y la desolación que, en el fondo, domina los corazones y las mentes del grupo de jóvenes. Unos jóvenes que un día querían librarse de las clases y, al día siguiente, estaban luchando por su supervivencia, a imagen y semejanza de Ellie y Joel… 1

Además, el virus ofrecerá dos caras, según lo vean los contagiados o quienes lo rodean. Esa dualidad es la que, como suele pasar en este tipo de situaciones, aprovechará un desmedido coronel y el no menos desmedido predicador, en busca de un “Alfa” que les permita controlar una situación, a todas luces incontrolable.

Green Class# 2 (2019) Hamon/Tako. © Letrablanka Editorial, S.L. 2020

Quizás lo difícil sea aceptar que todo lo anterior quedó atrás y que el mundo se ha convertido en un páramo lleno de alimañas que no te darán tregua, tal y como le sucede a Thomas Rourke, Sam y al resto de supervivientes bajo las órdenes del capitán Frank Hill. 2

Green Class es una historia gráfica que no huye de las influencias estéticas exportadas del séptimo arte y el mundo de los videojuegos. Sus creadores aprovechan hasta el último recurso estético para plasmar los diferentes estadios en la propagación de una pandemia que, por conocida, siempre ofrece nuevos puntos de vista para el lector. Lo único que se demanda, visto el magnífico dibujo de David Tako, es que los álbumes publicados en España por LetraBlanka Editorial fuera de mayor tamaño para poder disfrutar, aún más, de una narración trepidante e impactante, desde la primera página.

En cuanto al apartado literario, la variación sobre la que se soporta el discurso narrativo de Jérôme Hamon es dar el punto de vista de un grupo de adolescentes que, en teoría, deberían ser los primeros en la lista de víctimas de una situación como en la que están inmersos.

Hasta ahora se han publicado dos álbumes, Pandemia y Alfa, de esta cuidada edición. Es el mismo número de álbumes que ha lanzado, en su versión original francesa, Éditions du Lombard (Dargaud-Lombard, S.A.). A buen seguro que las siguientes entregas servirán para desentrañar los secretos y aquellas preguntas que están sin responder.

© Eduardo Serradilla Sanchis, Helsinki, 2020.

© 2020 by David Tako, Jérôme Hamon

Edición española © Letrablanka Editorial, S.L., 2020

Nota:

1- Protagonistas del videojuego The Last of Us, creado por la empresa Naughty Dog y cuya primera entrega fue comercializada por Sony Computer Entertainment en el año 2013.

2- Protagonistas de la película Daylight´s End, dirigida en el año 2016 por William Kaufman e interpretada por Johnny Strong, Chelsea Edmundson, Louis Mandylor y Lance Henriksen en el papel del capitán Frank Hill.

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Empecé a leer cómics a la misma vez que aprendí  a leer y, desde entonces, no he parado de hacerlo. En todas estas décadas he leído cómics buenos, regulares y no tan buenos, pero siempre he creído que el lenguaje secuencial es la mejor -y más idónea- puerta de entrada para leer tanto letras como imágenes. Ahora leo más cómics digitales que físicos, pero el formato me sigue pareciendo igualmente válido y sigo considerando el cómic un arte.

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