El Teatro Pérez Galdós no subirá su telón original el día de la inauguración
El arquitecto coordinador de las obras, Agustín Juárez, explicó este lunes que los responsables de Aranjuez “han prometido” que el telón podrá regresar a Canarias este año. Juárez detalló que las bordadoras de la Casa de los Tapices Reales se trasladaron a Gran Canaria y comprobaron el estado del telón, pero determinaron que no lo podían reparar en la isla, pues necesitaban andamios y otros elementos de los que disponen en Aranjuez.
El telón tiene algo más de 120 metros cuadrados y no había condiciones para ser “reparado pisando” sobre él, por lo que se envió a Aranjuez, lo que, en sí, fue “difícil a más no poder”, debido a los problemas para embalarlo, dado que contiene un escudo rígido que no es posible doblar.
Se trata de un telón grueso de terciopelo azul claro de once metros de largo por once de alto con guirnaldas bordadas.
El arquitecto explicó que Néstor Fernández de la Torre utilizó en el telón las mismas guirnaldas con las que decoró otras partes del teatro. El artista fue contratado en 1924 y entregó el telón con un “contrato precioso” en el que consta que cobró por él 150.000 pesetas, recordó.
Cuando el teatro sea inaugurado, habrá un telón del mismo color que las butacas y las cortinas de los palcos que se abrirá lateralmente, pues el original se abre de forma vertical, añadió.
Los responsables de Patrimonio han pedido que dicho telón permanezca en el teatro aún cuando sea restaurado el original, de forma que el de Fernández de la Torre esté protegido y sólo sea lucido cuando haya público, pues la exposición a la luz lo estropeó.
Entrar al teatro y “ver un museo”
El arquitecto recordó que la reconstrucción del recinto que se encargó a los hermanos Fernández de la Torre tras un incendio hizo que el público entrara al teatro en 1928 con la intención de “ver un museo” y aseguró que el legado de estos artistas “forma parte del patrimonio y no se ha tocado”, aunque “se ha restaurado todo”.
En el caso del pasamanos, explicó que se ha utilizado el mismo tipo de madera o similar, porque algunas no se han podido conseguir, y dijo que las pátinas del decorado del techo del vestíbulo se realizan a pincel.
“Lo nuevo, nuevo, son las butacas”, agregó Juárez, quien dijo que las antiguas se desecharon porque rebotaban el sonido, al ser de cuero, y “hacían ruido todas”, por lo que se encargaron otras nuevas que cumplen los requisitos de seguridad y de calidad acústica.
Con motivo de la colocación de estas butacas, las obras del teatro fueron visitadas este lunes por el presidente del Cabildo de Gran Canaria, José Manuel Soria, y la alcaldesa de la capital de la isla, Josefa Luzardo.
La primera edil declaró que “son muy modernas y cómodas”, pues las filas guardan entre sí una distancia de 90 centímetros, y las de platea cuentan con lector para el seguimiento de las óperas.
Son 1.016 butacas y confió en que se cumplan los plazos para que el teatro pueda ser inaugurado en abril, con una actuación de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria.
Los plazos se están cumpliendo, según la alcaldesa
Aunque la alcaldesa afirmó que tienen una fecha determinada, no quiso hacerla pública, a pesar de que sí mostró su satisfacción porque los plazos se están cumpliendo de manera satisfactoria y ya se está colocando el pavimento de la entrada principal, así como el montaje y adecentamiento de la plaza aledaña que contará con un quiosco para la venta de entradas.
Asimismo, apuntó que próximamente informará de la composición del Patronato de la Fundación Teatro Pérez Galdós, al que han sido invitados el Cabildo y el Gobierno Autónomo y en el que ha mostrado su interés por estar una empresa privada que no quiso identificar.
El presidente del Cabildo, por su parte, consideró que sólo “falta ver casi el ensayo general para la reapertura de este teatro, que va a reunir unas condiciones magníficas que lo convertirán en uno de los referentes de la geografía española”.
El público verá un teatro “fantástico” y no podrá detectar ni las entradas y salidas del aire acondicionado, aseguró por último el arquitecto.
