La otra guerra de Mambrú

Tim Robbins y Benicio del Toro forman parte del elenco de 'Un día Perfecto'.

Jessica Gonzalez Salamanca

Incontables son las cosas que deja una guerra. Dolor, confusión, inestabilidad, desolación. Pero, en medio del caos, lo que verdaderamente cuenta es la historia de cada persona que lucha en nombre de la paz.

Esa es la realidad de un grupo de cooperantes dirigido por Mambrú (Benicio del Toro) que, en zona de conflicto, trata de sortear una serie de problemas, aparentemente simples, como el rescatar un cadáver de un pozo para evitar la contaminación inminente de la única fuente de agua potable de una región no definida de Los Balcanes, hecho que constituye el hilo argumental del filme.

En este sentido Un día perfecto, la película más internacional de Fernando León de Aranoa, explora los límites inalcanzados del trabajo humanitario sin idealizarlo. Veinticuatro horas en la vida de un cooperante, parece algo normal, pero esta lejos de serlo.

“Aparte de las guerras, de las minas, quizá el peor enemigo es el desaliento, es el desencanto. Pero nos apetecía contar eso”, comenta en la entrevista para eldiario.es el realizador madrileño, que continúa su intervención afirmando: “Lo definía muy bien Benicio en el rodaje, la épica no es resolver las cosas, no es salvar desde las llamas, es simplemente estar, lo que tiene valor, lo que tiene heroísmo es estar, intentarlo”.

Para León de Aranoa, ganador de 5 premios Goya, la Guerra de Los Balcanes tiene una importancia personal. Su paso por distintas zonas de conflicto como Bosnia, Uganda (tierra que acogió el rodaje del documental Invisibles) o Etiopía, ha dejado huella en vivencias que traslada a su nuevo filme, adaptación de la novela Dejarse llover, de Paula Farias, expresidenta de Médicos Sin Fronteras.

El director de Barrio y Los lunes al sol afronta el reto de un rodaje multicultural. “Es algo que pasa en los grupos de cooperantes, el choque de idiomas y de culturas, distintas formas de entender las cosas. Y eso llegó al rodaje también. Hicimos un casting en Sarajevo, trabajamos con muchos actores locales. Creo que la mayor dificultad para mí era la propia coralidad de la película, al dirigir a todos los actores a la vez debes encontrar la frecuencia con cada uno de ellos y lograr que en la pantalla eso no se sienta. Apenas tuvimos dos semanas de ensayos, pero la calidad de ellos individualmente lo hacía todo más fácil, ayudaba mucho”, describe el autor acerca del rodaje que tuvo lugar en tierras españolas (Granada, Málaga y Cuenca).

Un reparto perfecto

Benicio Del Toro, Tim Robbins, Olga Kurylenko, Mélanie Thierry y Fedja Stukan forman el elenco que acompaña a León de Aranoa en el camino.

“Hablamos mucho del contexto, de la guerra, del oficio, pero uno de los mayores tesoros de la película son sus personajes. Muy fuertes, distintos entre sí y a los que esas veinticuatro horas ponen mucha presión. Como las tres ”M“, Misioneros, Mercenarios y Misfits, cualquiera de ellos responde a una de estas tres vocaciones. Explorar los límites de cada uno, las relaciones entre ellos, lo que hay en el pasado en algún caso, eso me parecía muy interesante como material narrativo”, asegura el director.

Benicio del Toro, ganador de un Óscar por Traffic, es el jefe del grupo. “Quería trabajar con Fernando desde hace tiempo. Fue su escritura, el enfoque que le da al personaje, lo que me convenció”, comenta el actor ,que interpreta a Mambrú con una grandeza incuestionable.

Distante de las armas, en esta ocasión su rostro no muestra la dureza de un villano. Encara con solidez la fiel vocación de un cooperante humanitario. La necesidad de ayudar, en contraposición a un desencanto que va creciendo en su interior, se hace constante en pantalla, infundiendo al espectador una serie de emociones propias de la realidad que atraviesa. “Soy un actor que me envuelvo en el cuento, hago sugerencias, un poco testarudo, pero me gusta colaborar, los directores me dan un poco de libertad con el personaje”, señala en la entrevista el actor puertorriqueño, al que podremos ver en el octavo episodio de Star Wars.

A la magnitud de Benicio del Toro se une un gran Tim Robbins, al que vemos en un registro muy diferente. De su boca salen las frases que han causado las mejores risas, algunas de ellas de su propia autoría. La presentación en Sarajevo fue una muestra de este tono cómico sabiamente dosificado, que supo generar una reacción positiva entre el público bosnio.

Su papel de B es un acierto desde el primer enfoque. “Conozco este tipo de personajes, un estereotipo americano que va un poco loco. Sé de dónde viene, cómo ha crecido. Una persona que podría haberse convertido en alguien que vive sin propósito pero ha dado un salto y se ha ido a una zona de conflicto para ayudar a la gente. Si B no estuviese en una zona de guerra probablemente estaría en la cárcel, comenta el actor ganador de un Óscar por Mystic River.

Robbins afirma que le gustó el guión porque le recuerda “a la gente normal, No hace falta ser un héroe con capa y máscara para ayudar a la gente, todos los humanos tenemos la capacidad de hacerlo”. Reconoce que la labor de los voluntarios es inestimable. “Es el tipo de persona que en vez de huir, corre directamente hacia las llamas. Gente muy inspiradora, que arriesga su vida, les mueve algo que llevan dentro, les mueve su corazón” concluye.

El reparto lo completan Fedja Stukan (Damir), el traductor, la voz orientadora en un terreno complejo; Mélanie Thierry (Sophie), la inquieta mirada neófita de esas ganas de cambiar el mundo, y Olga Kurylenko (Katya), la artífice del conflicto sentimental en el filme.

Gente cuerda

Tratar el conflicto bélico no es algo muy original en su forma pero sí lo es Un día perfecto en su fondo. La película, sin entrar en la característica de lo social (“esa etiqueta o cualquier otra me cuesta porque me parece una reducción y no me siento descrito en ella”, comenta León de Aranoa), narra, de manera sencilla y directa, la ayuda desinteresada de los cooperantes humanitarios con toques de humor negro como verdadera arma ante el dolor que se respira en cada paso. Comedia, drama y algo de road movie envuelven a esta cinta con una banda sonora convertida también en protagonista.

Aunque la cuerda se rompa, aunque los obstáculos se afanen y las contradicciones den cabida a las dudas sobre la eficacia de la ayuda, siempre existirá la gente que busca la lucidez en medio del descontrol y lucha, con el horror metido dentro, por hacer de su labor “un día perfecto”.

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