Se cumplen 177 años del nacimiento de Benito Pérez Galdós

Benito Pérez Galdós

Teo Mesa

Las Palmas de Gran Canaria —

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Por Teo Mesa

En este nuevo aniversario del nacimiento de Galdós, en el pretérito día 10 de mayo de 1843 en la capital grancanaria, dedico, como cada conmemoración en este día, un artículo para recordar la figura del escritor, humanista y humanitaria persona. Año este, en el que asimismo, aún estamos celebrando el centenario del óbito del genial novelista y dramaturgo canario. En este se han programado muchos actos, artículos en prensa escrita y digitales, documentales televisivos y extensos monográficos de prensa. En todos ellos se ha recordado y valorado las grandes aportaciones que ha hecho don Benito Pérez Galdós a la novela contemporánea, al teatro y a la historia contemporánea española, y también, en rememorar que ha sido un excelso escritor, en paralelo con los grandes intelectuales de la creación literaria de su tiempo en toda Europa.

Por ello, en este año 2020, en el que celebramos el primer cien aniversario de la muerte de Galdós del finiquitado escritor físicamente –que no de sus obras literarias–, el día 4 de enero de 1920, se han celebrado en Madrid y Las Palmas de Gran Canaria los merecidos homenajes en memoria del escritor canario-madrileño. Canario por haber nacido, criado y formado intelectualmente en Las Palmas, donde se forjó su mente y personalidad intelectual ; y madrileño, porque su gran obra fue creada en los ambientes de la sociedad matritense, así como los Episodios Naciones, versando estos sobre los aconteceres más sobresalientes de la historia de España.

En incongruente, mezquino e incomprensible, que se reconozca ahora al excelso escritor después de más de 140 años de éxitos literarios, pero los poderes fácticos del país han hecho prevaler sus paranoicos conservadurismos y las soberbias ideológicas, sobre este gran personaje y sus obras. Tal ha sido la vil causa contra el creador literario, que fue desterrado de la literatura española hasta, prácticamente, los inicios de los años setenta. No conozco a ningún otro genio de este país –y allende nuestras fronteras– que haya sido extrañado, aún con sus valiosos méritos intelectuales, en su propio país. Toda una aberrante enajenación contra la intelectualidad y los derechos de manifestación literaria y crítica.

A pesar de sus desafectos hacia sus obras, la ética y el compromiso social y moral, en el maestro Galdós nunca declinaron su óptima personalidad literaria ni sus principios éticos y de compromisos sociales, a cambio de un hipócrita y falso reconocimiento a sus creaciones literarias y realistas, inspiradas estas en la marginación de la sociedad más infortunada de su tiempo; además de expresar en ellas su pensamiento, con trazas ideológicas-sociales que zahirieron la sensibilidad humana del escritor. De esta opresión y desidia hacia esa clase, fue lo denunciado por don Benito, a quienes tenía como señalados insolidarios a las clases más conservadoras, a las indolentes políticas monárquicas, y en especial, a la iglesia y sus moralinas interesadas.

Galdós, desde sus primeras novelas ha sido silenciado por las élites sociales aludidas. Nunca le perdonaron que en sus novelas argumentara la realidad de su época en contra de “los valores sociales” que pregonaba la hipócrita sociedad aburguesada. Las llevó a sus novelas y teatro, tal como la vivió y así las manifestó en sus textos naturalistas. Y para mayores débitos en su inalterable personalidad –artística literaria e íntima–, era laico, socialista y republicano. Asuntos que fueron muy negativos para la consecución del premio Nobel, al que tenía más que sobrados méritos literarios. Pero que en animadversión de sus impostados enemigos hicieron lo indecible para que no se le otorgara, en las varias propuestas en las que le presentaron su candidatura. Aducían una ristra de patrañas que llegaron a la Academia sueca, y esta asumió esas mendaces y malintencionadas pruebas (incluso llegadas del mismo Vaticano).

Pero al margen de todo ello, hay y siempre hubo, algunos ilustrados escritores o articulistas, que aún le niegan y ocultan las cualidades de Galdós como eminente escritor. No reconocen en él el talento fabulador como creador de ambientes, personajes (creó más de 400 –es el segundo en España, después de Lope de Vega–), la facundia o riqueza en la forma y en el fondo, y no menos, en la vasta cultura que en todas sus obras trascribió, empleando términos de pleno dominio de su autoformación intelectual. Y de su capacidad para novelar la historia de España, y mediante la fantasía novelada, ilustrar los hechos históricos de nuestro país.

En un ejemplo, es el actual artículo que fue publicado por el escritor Javier Cercas, que aún le sigue negando –en su muy particular criterio– la incuestionable valía; quien, sin duda, tuvo una influencia indirecta de las novelas y los argumentos del escritor canario. A este deplorable e inicuo artículo le contestó el experto galdosiano y catedrático de literatura Germán Gullón (profesor de la Universidad de Amsterdam, Holanda), rebatiendo las ideas y negativas opiniones del escritor aludido, en un apologético artículo titulado “Palos de ciego a Galdós”.

Muchos novelistas han reconocido en sinceras manifestaciones orales y escritas, que sus obras literarias han tenido como patrón y referentes, la novela de Galdós. Estos han sido Almudena Grandes, Antonio Muñoz Molina, Elvira Lindo, Ignacio Martínez, Rafael Chirbes, Luis Antonio de Villena, y muchos de los actuales escritores. Y al margen de los coetáneos de Galdós de sus años de existencia, están los entrañables reconocimientos de sus queridos colegas e íntimos amigos: los hermanos Álvarez Quintero, Emiliano Ramírez Ángel, Ramón Pérez Ayala, Gregorio Marañón (médicos de cabecera –padre e hijo–), José María Pereda, su primer biógrafo y escritor Leopoldo Alas Clarín, o Miguel de Unamuno, etc..

Quizás lo más destacado de este centenario en Madrid, sea la muestra antológica que de la obra y vida de Galdós se ha celebrado en la Biblioteca Nacional, desde enero hasta el 16 de febrero, bajo el título “Benito Pérez Galdós. La verdad humana”. En ella se mostraron para conocimientos del gran público –a quien le fue hurtado su personalidad y obras–, la cual contaba con el excelente retrato que le hiciera Joaquín Sorolla (para mí uno de los mejores de sus obras), propiedad del Cabildo grancanario, además de libros, manuscritos de sus novelas, dibujos de Galdós, fotografías suyas, etc. Muestra que se contemplará en Las Palmas de Gran Canaria próximamente.

Sigue siendo un enorme deleite leer a este magno escritor. Sus obras, a pesar de estar escritas hace más de ciento cuarenta años, son temas de plena actualidad. Pocos autores he leído en los que demuestren la cultura de este escritor, al margen de la fabulación creativa para inventar escenas, escenarios y personajes.

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