El lado más violento del país de la samba

RIO DE JANEIRO (Reuters/EP)

Mientras Brasil se prepara para ser sede de un Mundial de Fútbol y de Juegos Olímpicos en los próximos siete años su cine no esquiva el lado menos lúcido del país de la samba. 'Salve Geral' y 'Bailando con el Diablo', dos películas muy diferentes que reflejan el lado negativo y violento de Brasil.

No se puede negar que la temática sobre la violencia en Brásil ha alumbrado los últimos grandes éxitos cinematográficos del país carioca. Ahí están los ejemplos de 'Ciudad de Dios' de Fernando Meirelles, que estuvo nominada a cuatro Oscar o más recientemente 'Tropa de Élite' de Jose Padilha, gandadora del Oso de Oro en el Festival de Berlín.

Elegida por Brasil para competir por el Oscar a la mejor película extranjera con la esperanza de repetir estos éxitos, 'Salve Geral' es el primer largometraje importante que muestra la violencia que paralizó a Sao Paulo en mayo del 2006, cuando una banda organizada desde la cárcel lanzó ataques coordinados en la mayor ciudad de América del Sur.

La violencia desatada por el Primer Comando de la Capital (PCC) dejó 493 muertos. De esta cifra, 43 eran policías y 450 civiles, muchos abatidos por la propia policía en una brutal represión condenada por grupos de derechos humanos.

El momento del estreno de “Salve Geral”, cuyo título refiere al código usado por el PCC para iniciar los ataques, se sumó a su mayor impacto. El presunto líder de la banda fue a juicio la pasada semana acusado de ordenar el asesinato de un juez en el 2003.

La película, del director brasileño Sergio Rezende, cuenta la ficticia historia de una madre de clase media que se sumerge en el oscuro mundo del PCC y corruptos funcionarios penitenciarios luego de que su hijo es encarcelado por asesinato.

En un momento, representa a funcionarios estatales negociando desesperadamente con los líderes del PCC para que pongan fin a la violencia, algo que ellos negaron que haya ocurrido. En otra escena, la policía mata a dos jóvenes meramente por estar caminando por la calle durante los incidentes.

Una cinta cruda no exenta de polémica. Y es que algunos han criticado la película como demasiado comprensiva con los presos, que formaron el PCC a principios de la década de 1990 para demandar mejoras en las pésimas condiciones de las superpobladas cárceles del estado de Sao Paulo.

Luiz Eduardo Soares, un respetado ex secretario nacional de Seguridad Pública, dijo que muchos brasileños aún no entienden que la violencia se originó por el brutal tratamiento que se da a los presos y que poco ha cambiado desde los ataques. “Tiene que entenderse que el Estado fue responsable del origen del problema, algo que no fue admitido por muchos en el momento de la explosión”, dijo tras una exhibición de la película en Río de Janeiro hace dos semanas.

“COMER CAVIAR CON EL DIABLO”

Por otra parte, el documental 'Dancing with the Devil', estrenado en el festival de cine anual de Río el domingo, muestra la vida cotidiana de tres hombres atrapados en la violencia de la ciudad: un traficante de drogas, un policía y un pastor evangélico.

La película, filmada el año pasado por el director británico ganador del Oscar Jon Blair, es uno de los retratos más íntimos de la prolongada guerra relacionada a la droga en la ciudad carioca. Inusualmente, los narcotraficantes filmados permitieron que se mostraran sus rostros.

Sin emitir juicios, la película esencialmente muestra al trío protagonista intentando sobrevivir a lo que un policía describe durante uno de los casi diarios allanamientos en las favelas como “nuestra loca guerra”.

Al hacerlo, retrata la inutilidad de la violencia que asola la llamada “Cidade Maravilhosa”, que el pasado viernes fue elegida sede de los Juegos Olímpicos del 2016 pese a sus problemas de seguridad.

En una escena conmovedora, uno de los narcotraficantes más buscados de Río de Janeiro, llamado “Tola”, habla con sorprendente elocuencia sobre cómo su poder y riqueza sólo le provocaron paranoia y miseria. “Esto no es vida”, dice el narco, cuyo cuerpo ha quedado deformado de tantas heridas de bala y quien nunca aprendió a leer. “Es mejor comer pan con Dios que caviar con el diablo”, agrega.

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