Ferrer y Feliciano se quedan a las puertas del bronce

Tras la derrota sufrida el día anterior contra los también galos Michael Llodra y Jo-Wilfried Tsonga en una prolongada semifinal de tres horas y media, Ferrer y López acusaron la presión mental y, a pesar de haber arrancado el encuentro dominando, sufrieron de una gradual falta de concentración que los llevó a perder la posición en la pista y, tras un disputado primer set, que requirió del 'tie break', entregaron el segundo a los franceses por un cómodo 6-2.

El partido, sin embargo, había comenzó bien para el tándem español. Salieron firmes a la pista y mostraron un tenis certero, con convicción, forzando los errores del adversario. Inicialmente se notaba que la frustración de la previa, en la que habían visto sus opciones de oro desvanecerse tras un tercer y último set de 33 juegos, les había dado fuerzas extra.

Sus rivales de hoy, sin embargo, habían caído antes los poderosos hermanos Bryan, por lo que dejaron la furia para la pareja española, que aspiraba a evitar repetir los errores contra los cabezas de serie número dos de estos Juegos, ante los que habían llegado a desperdiciar cuatro bolas de partido. En principio, sobre la misma pista 1 mostraron una compenetración superior a la de sus adversarios, quienes depositaron el mayor peso en un saque favorecido por la hierba de Wimbledon.

Juego igualado.

No obstante, la presión del podio pareció desestabilizar su tenis y ya en el cuarto juego del primer set vieron cómo los franceses contaban con un punto de 'break' que, sin embargo, supieron resolver, gracias especialmente a un certero Ferrer atrás. El desequilibrio, sin embargo, se dejó notar y los galos se llevaron el siguiente juego en blanco.

Era por tanto momento para recuperar la potencia de los primeros lances y restablecer la balanza, pero el fantasma de la semifinal anterior pareció dominar a los españoles, que pese al buen juego del alicantino en la red y un López seguro en las bolas cortas, cayeron víctimas de una inquietud que afectó a su tenis y permitió a los franceses el segundo juego en blanco.

La afrenta los hizo reaccionar y devolvieron el golpe sin ceder un punto gracias a la voluntad del quinto del ránking mundial, que luchó por cada bola, sin dejar huecos, y un López que se mostró más confiado en el saque. El repunte de moral tuvo su recompensa en el juego siguiente, en el que tuvieron hasta dos oportunidades de 'break' por primera vez en el partido, si bien errores atrás les impidieron rentabilizarlas.

A pesar de los nervios, aguantaron su saque y condenaron al primer set a decidirse en un 'tie break' en el que los galos apostaron por el servicio. El toledano falló con el suyo y regaló una ventaja que los galos no dejaron escapar. Con boleas imposibles de devolver y la mala fortuna de sus rivales, que toparon con la red, Beneteau y Gasquet se llevaron la primera manga ganando puntos a los españoles con su servicio hasta en tres ocasiones.

Repunte de moral.

La victoria en el set inicial dio a los franceses una inyección de moral como si la medalla estuviese colgada de su cuello, pero Ferrer y López aprovecharon la euforia y estuvieron a punto de llevarse el primer juego en blanco. Sin embargo, en su siguiente servicio, errores sobre todo en red, dieron a los galos hasta tres puntos de 'break', con doble falta del alicantino incluida.

Los franceses dejaron escapar dos, pero un magnífico revés de Gasquet, imposible de devolver atrás, comenzó a cementar las posibilidades de incrementar el porcentaje galo del podio de dobles olímpico. Era la primera vez que les rompían el servicio en el partido y aunque los españoles tiraron de rabia, los nervios los llevaron a cometer errores y, nuevamente, los restos atrás se convirtieron en el flanco de ataque.

La falta de comodidad en la pista era evidente, especialmente la de López, agarrotado con su saque, y dieron a los galos un nuevo juego que les daba una ventaja de cuatro sets a uno. Una excelente volea de Beneteau se encargó de sellarlo, dejando en el marcador, además de la superioridad numérica, una barrera psicológica difícil de combatir para los españoles.

Como consecuencia, se produjo una falta de concentración directamente proporcional a la euforia francesa, que a pesar de cometer errores de cálculo, supieron aprovechar la ventaja de unos adversarios que además de limitados por la evolución del partido, habían perdido la posición en la pista. La ventaja del cinco a uno les pesó y, aunque lograron mantener su servicio, no pudieron hacer nada contra el saque de los franceses, que se llevaron en blanco el octavo y definitivo juego para dejar el segundo y decisivo set por un cómodo 6-2.

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