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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

UD Las Palmas: ¿leyenda o realidad?

Uno de los múltiples debates que acompañan últimamente a la UD Las Palmas apunta directamente a una meta: la Primera división. La discusión no se centra ni en el camino a seguir para alcanzar el punto final del itinerario ni en la idoneidad de los componentes, técnicos y futbolistas, para acometer el asunto. No. La controversia se ha generado porque un bando que agita la polémica apuesta que, por nombre y palmarés, el sitio del club amarillo es la elite. Y por ese peso histórico exige que, desde la entidad, se marque, desde ya, el ascenso como una prioridad.

La UD Las Palmas ha pasado 31 de los casi 60 años de su historia en Primera división. Por los puntos acumulados en la máxima categoría, es el decimoctavo mejor equipo de España. Además, en 1968 rozó el título de campeón de Liga (tercero, a sólo cuatro puntos de diferencia del primero, el Real Madrid), en 1969 fue subcampeón (otra vez por detrás del Real Madrid) y en 1978 perdió la final de la Copa del Rey ante el FC Barcelona (3-1). Por si fuera poco, a todo esto se le deben añadir sus tres participaciones en la Copa de la UEFA.

Con los números, y sobre todo con los recuerdos, por bandera, los nostálgicos que exigen un ascenso inmediato a Primera división tienen argumentos sólidos para defender sus tesis. Tantos que parece que el habitat natural de la UD Las Palmas debería ser codearse con entidades de la talla como el Real Madrid, el FC Barcelona, Athletic de Bilbao, Atlético de Madrid o Valencia.

Pero la leyenda, tal vez el mejor patrimonio de esta UD Las Palmas, se puede licuar si se agita, mezcla y revuelve con la realidad. El club de Pío XII jamás gozó de una situación económica dichosa. Ni siquiera entre 1960 y 1980. García Panasco, secretario general de la entidad durante su época dorada, siempre ajustó al máximo la tesorería. Sustentada en una generación casi irrepetible, con Germán Dévora, Paco Castellano, Tonono, Guedes, León o Martín Marrero y, posteriormente, reforzada con la dosis genial argentina aportada por Brindisi, Carnevali, Morete y Wolf, la Unión Deportiva trazó una línea mágica durante casi 20 años.

Descenso funesto en 1988

Justo hasta la década de los 80. Sin dinero, sin canteranos sublimes y sin tanto acierto en las contrataciones extranjeras, la UD Las Palmas cayó en dos ocasiones a Segunda división. La segunda, en 1988 tras perder en el Estadio Insular ante el Betis, resultó fatal. Desde aquel día, el club amarillo se ha movido sobre tierra quemada.

Durante los últimos 20 años, la Unión Deportiva sólo se ha asomado durante dos temporadas por Primera división (entre 2000 y 2002) y el precio que pagó por tan raquítico viaje fue tan elevado que casi devora al propio club: una deuda de 70 millones de euros (casi 12.000 millones de pesetas), que estuvo a punto de provocar la desaparición de la entidad.

El disparate durante las dos últimas décadas ha sido tal que sólo un entrenador, Sergio Kresic, completó dos temporadas completas y de manera consecutiva al frente del equipo. Desde 2003, con Josu Uribe, ningún técnico que comenzó el curso en el banquillo amarillo ha finalizado la campaña al frente de la plantilla de la UD Las Palmas. Y han pasado casi tantos, y algunos tan mediocres, futbolistas por las filas del club como en los 40 años anteriores de su historia.

Ahora la UD Las Palmas camina despacio, pero su tránsito parece firme. La entidad, de puertas hacia dentro, se ha modernizado. Donde antes había un solar ahora asoman algunos pilares. Este martes, por ejemplo, el club presentó su Escuela de Fútbol. En breve espera poner en marcha la construcción de una Ciudad Deportiva propia. Y, a pesar de todo, se sigue aspirando al máximo.

Así que ante esta perspectiva tan reciente, con un proyecto en pañales y emergente, ¿qué debe pesar más en la UD Las Palmas? ¿Leyenda o realidad?

PD- Más allá de presente y pasado, personalmente me gustaría que esta UD Las Palmas jugara mejor al fútbol. Tiene potencial para volar más alto. Pero aún hay misterios del fútbol que se me escapan.

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