El espejismo de la solidez defensiva

Hace poco más de dos semanas, el entorno de la Unión Deportiva Las Palmas celebraba el haber conseguido la que parecía gran asignatura pendiente para el presente curso: la solidez defensiva. Tras algunos partidos de asentamiento de los centrales Laguardia y Herner, nuevas incorporaciones, la zaga amarilla reaccionó tras el 4-2 en Girona y comenzó a poner las cosas difíciles al ataque rival.

Cuatro goles encajados en cinco partidos era la cifra que hacía al aficionado alimentar su esperanza de que el club amarillo había dejado atrás esa debilidad defensiva que les llevó a encajar 72 goles la pasada campaña. Cinco partidos en los que la pareja de centrales ilusionaba y los laterales convencían, aunque se esperaba la llegada del lesionado corrales para mejorar aún más la retaguardia.

Sin embargo, parece que todo fue un espejismo. Siete goles en tan sólo dos partidos es la cifra que más se acerca a la verdadera situación de los amarillos. Tres en Numancia y cuatro en Huelva es el resultado de la expedición foránea amarilla que les llevó a jugar dos partidos seguidos fuera de su coliseo. Ante los numantinos ya se apreció una debilidad de la zaga preocupante, pero la hecatombe llegaría en tierras onubenses.

Un simple percance como la sanción por acumulación de amarillas del lateral derecho sembró el caos en el muro defensivo insular hasta rozar lo vergonzoso. Tras una semana de multitud de probaturas para dicha demarcación, Juan Manuel optó por Laguardia y Corrales en los costados, apresurando la vuelta de David García en el centro de la defensa. El resultado, nefasto.

Ya se daba pistas sobre el estado del cuarteto defensivo en el primer tanto del decano del fútbol español. Un error de cadete, motivado por los nervios de no tener las cosas claras, llevó a Corrales a regalar el tanto inaugural al intentar una incomprensible cesión con el pecho al guardameta. El segundo tanto nos confirmaría la realidad. Otra vez Corrales, en esta ocasión durmiéndose en un centro, dejaba a los suyos desnudos ante la llegada de Javi Álamo, que marcaba como más gusta, a placer, sin oposición.

Obviamente, el fútbol es un espacio idóneo para errores fortuitos que puedan llevar a sacar conclusiones precipitadas del estado de un equipo. En este caso, la retaguardia en sí fue un error desde el principio hasta el final. Los centrales no estuvieron finos, pero los laterales colmaron la gran mayoría de las culpas. Sin ir más lejos, los cuatro goles conseguidos por el Recreativo fueron obra de hombres de banda: dos de Javi Álmamo, interior derecho; uno de Aritz Borda, lateral izquierdo y uno de Aitor, interior izquierdo. Y gracias que solo contamos cuatro, porque lamentablemente pudieron ser muchos más.

Corrales bien podría olvidar su vuelta a los terrenos de juego tras su lesión y Laguardia, quien estaba demostrando un gran oficio en el centro de la defensa, tuvo que reinventarse como lateral movido por la improvisación, ya que entre tantas pruebas a lo largo de la semana, poco pudo hacer lo que verdaderamente importa, ensayar en dicha posición.

Por encima de todo, hay un jugador que ha evitado que la situación se volviese insostenible. Javi Castellano, quien ha disputado la totalidad de los minutos del club amarillo en liga, no ha fallado ni en un ápice dentro de sus obligaciones, que no son pocas. Con cifras que superan la decena de recuperaciones por partido, el grancanario ha sabido minimizar el impacto de la fragilidad defensiva haciendo gala de una omnipresencia fuera de lo común.

El club amarillo alardea de ser el segundo equipo mas goleador como visitante, pero se les olvida otra estadística que habría que tener mucho más en cuenta: son el equipo más goleado de la categoría en tierras ajenas con 15 tantos encajados. Dicha estadística contrasta con el bajo número de goles recibidos en casa, 3, lo que permite concluir que la Unión Deportiva recibe cinco veces más goles como visitante que como local.

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