“Las instituciones deben liderar la investigación para mejorar nuestros sistemas de cultivo”

Juan Miguel Torres, doctor en Biología y edafólogo

Saúl García

Arrecife —

Juan Miguel Torres es doctor en Biología y edafólogo, experto en suelos. Ha participado en los cafés científicos que organiza la reserva de la Biosfera de Lanzarote y la Agencia Canaria de Investigación, Innovación y Sociedad de la Información, con la ponencia “La producción sostenible de alimentos en suelos áridos”.

Fuerteventura y Lanzarote tienen las gavias y los arenados, respectivamente. ¿Son éstas, dos formas de luchar contra la desertificación?

Fuerteventura y Lanzarote son los territorios más áridos de Canarias, de España y de la Comunidad europea, por sus precipitaciones. Son territorios extremadamente áridos pero con la capacidad de haber desarrollado un cultivo tradicional capaz de producir alimentos. Los suelos áridos tienen el problema de la escasez de agua, nutrientes pobres... ¿Cómo han resuelto la escasez? Por dos métodos: aprovechando las escorrentías, como en las gavias, o logrando que el agua que llega al suelo no se escurra y se pierda, que es el arenado o el jable.

¿Estamos a tiempo de multiplicar la producción en esos suelos, y hasta dónde?

Ya la investigación acerca de estos sistemas está hecha. Son siglos de hacer gavias o arenados. Han entrado en desuso, no por motivos productivos sino socioeconómicos, por el escaso valor de las producciones y la escasa mecanización. Se recolecta y se trilla como en el siglo XIX. El desarrollo tecnológico de otros sectores agrícolas ni se ha incorporado a estos sectores tradicionales, porque tienen unas particularidades. Esto se podría desarrollar, pero para eso hay que invertir en conocimiento, no sólo financiar la producción, sino investigar, tecnificar…

¿Los suelos no están saturados, erosionados?

Al contrario. Los sistemas tradicionales, al gestionar bien el agua, producen una mejora de la fertilidad del suelo. El picón lava las sales de los suelos, y la salinidad no restringe sino que mejora, al estar protegido de los procesos de erosión.

El vino de Lanzarote ha encontrado mercado fuera de la Isla. ¿Qué otros productos tendrían la misma salida?

Los que ya han demostrado que funcionan. La batata, si se ha mantenido es porque funciona, la cebolla... Para que el vino esté en este nivel ha habido una mejora tecnológica muy importante y eso lo ha colocado al nivel que está. Si en otros cultivos tenemos una mejora tecnológica, se puede dar un rendimiento importante. Siempre pensamos en la exportación pero la mayor parte del mercado es interior. Estos productos nos permiten aumentar el autoabastecimiento, reducir la dependencia exterior y diversificar la producción. Lo que pasa es que en las producciones agrarias, pocos estamos dispuestos a pagar el coste del valor de la tierra.

¿El trabajo que se necesita para producir?

Sí, el trabajo. La juventud debe ver el sector agrícola más atractivo. Si la gente no se forma en el área agropecuaria es porque no ve expectativas de futuro, para eso también hay que intentar que los productos locales accedan al mercado local. Hay que buscar nuevas formas de mejorar la producción. La agricultura en Lanzarote ha sido un cultivo de carácter familiar: arvejas, lentejas, papas, cebollas... ¿Qué ha pasado para que haya desparecido en poco tiempo? Yo, que vengo de Fuerteventura, siempre me ha admirado la agricultura de Lanzarote: su extensión, su orden, la adecuada gestión del agua de lluvia, de los suelos… Es un ejemplo.

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