Cosas del querer (y del poder) en un Fitur de despedidas

El presidente regional, Paulino Rivero, en el stand de Canarias durante la inauguración . Foto EFE/Víctor Lerena

Federico Echanove

Madrid —

Francisco González, alcalde de Mogán implicado en más de un escándalo y conocido como Paquirrín, recurrió este miércoles, para explicar la enfermedad que, según dicen, ha impedido a José Miguel Bravo de Laguna volar a Madrid para estar en Fitur a un título clásico de la copla española: “Son las cosas del querer”, deslizó esbozando la más malévola de sus sonrisas en breve conversación con este periodista, antes de perderse entre los invitados con andares toreros.

Y es que el asunto de la tonadilla que tantas veces sonó en el pasado en la voz de Antonio Molina (y, más recientemente, en las de Isabel Pantoja o Martirio), y que no es otro que el mal de amores, estaba presente en casi todos los corrillos de empresarios, políticos, periodistas en esta jornada inaugural de la feria en referencia al aún presidente del Cabildo de Gran Canaria y al también todavía ministro de Industria del Gobierno del PP, José Manuel Soria López.

Porque fuera bronquitis -como se dijo desde primera hora- o soriasis lo que retuvo a Bravo de Laguna en Santa Brígida lo que parece claro es que, tras filtrarse inopinadamente -y en una fecha tan señalada, en que iban a coincidir en Madrid-, que la preferida de Soria para la plancha insular era María Australia, todo parece indicar que Bravo sufrió alguna más que explicable subida de tensión, ante la perspectiva de tener que hacer los honores al zeñorito en su paseíllo inaugural junto a los Reyes. Asuntos del corazón, al fin y al cabo, pero no del de papel couché , ni solamente del que utilizamos como metáfora de nuestros afanes o afectos, sino asuntos de ese pequeño músculo que tenemos bajo el pecho, gracias al cual respiramos, y al que tanto perjudica el stress. Porque los berrinches es lo que tienen. Y, aunque no le apeteciese nada, es más que probable que Bravo se quedara en Gran Canaria por prescripción facultativa. Y que lo de la enfermedad no haya sido ninguna excusa.

Es esta edición de Fitur, además, de despedidas. Estamos en año electoral y pudiera ocurrir que, no sólo Bravo, sino ninguno de los otro seis presidentes cabildicios acuda en calidad de tal dentro de un año. En cuanto a José Manuel Soria, es más que probable que ya no sea ministro (aunque quién sabe cómo puede volver) y Paulino...bueno Paulino...en su imperturbabilidad y sentido del humor a veces incluso recuerda a Rajoy, pues cuando se le aborda y se le comenta que éste es su último Fitur como presidente va y te contesta sonriendo. “Bueno, vamos a ver...”

Una circunstancia, la de que muchos se encuentren con el síndrome del pato cojo de final de mandato de Obama, que tal vez explique que este año fuera menos tumultuosa de lo habitual la cohorte de conseguidores de dádivas que suele pulular en torno a los políticos cada año, arremolinándose en torno suyo mientras recorren los stands. Porque, por difícil que resulte imaginarlo, Rivero se hizo este miércoles fotos con los responsables de algunos de ellos sin apenas público curioso alrededor y casos hubo en que se quedó prácticamente solo. Eso sí, mientras lo políticos estaban a lo suyo, y se podía circular entre los mostradores, en las mesas de reuniones no cabía un alfiler, ajenos los profesionales del sector a la nostálgica pasarela de Rivero y al photocall de Soria y sabedores, consciente o inconscientemente de que a partir de mayo serán otros los que dispondrán de la llave de los presupuestos y los boletines oficiales. Son las cosas de la vida y son las cosas del poder.

“Lo que pasa es que esto de Fitur estaba antes mucho más enfocado como un espectáculo para el público, pero ahora está mucho más enfocado como foro de encuentro y para hacer negocios entre nosotros; no es que ahora que se van a ir pasemos de ellos”, señala un empresario hotelero que prefiere mantener el anonimato cuando el autor de esta crónica le plantea la cuestión antedicha. “Además yo siempre que quiera puedo hablar con Paulino o con el presidente de cualquier cabildo”, agrega sin convencer demasiado a quien esto escribe.

Por lo demás, la jornada se había iniciado ya desde primera hora “rara, rara, rara”, con un bloqueo en el llamado acceso sur, con ocasión del recorrido de los Reyes por la Feria, de cientos de visitantes que dificultó el trabajo de muchos periodistas. Y, para colmo, Rivero inauguró el stand de Canarias antes de que los Reyes pasaran por allí junto a Soria cuando lo habitual ha sido siempre hacerlo después, aunque ello implicara retraso respecto al horario previsto. Más tarde Soria y Rivero se contraprogramarían y se cruzarían varias veces y, todo ello, unido a la ausencia de Bravo en el stand en que Gran Canaria hace rancho aparte desde hace varias ediciones generó cierto caos. Aunque, ya se ha dicho, con los profesionales del sector todo aquello no iba y seguían en lo suyo, mientras muchos informadores estaban más divertidos viendo como en aquel maremágnum los miembros del equipo de baloncesto Iberostar Tenerife posaban en el área de Gran Canaria junto al stand de Lopesan dando por fenecido el pleito insular.

Algo más tarde, en el stand de Turespaña, que comparte manzana con Canarias en el Pabellón 9, Soria lanzaba su blablabla de que las listas para mayo “las aprobará el PP tal como establecen los estatutos” y se escapaba con el auxilio de sus edecanes de alguna pregunta comprometida acerca de las razones de la ausencia de Bravo. Después, junto a su subsecretario Hernández Bento, participaría allí mismo en un acto para promocionar el turismo astrofísico con los presidentes de las cabildos de Tenerife, La Palma y El Hierro y el siempre amable e impávido presidente de la Confederación Canaria de Empresarios Agustín Manrique de Lara. Será casualidad y tendrá que ver con su potencial en materia de observatorios, pero el plantel cabildicio tiene su aquel: un notorio clavijista, Carlos Alonso; y dos socialistas disidentes, Pestana y Alpidio, que han pactado con el PP . ¿Esbozo de gran coalición? ¿Es ésta la casta o la Susana (Díaz)? Porque a Podemos y a Patricia hernández yo por lo menos no lo vi.

Pero a las chicas del Hotel Escuela San Brígida que flirteaban en la cola para tomar zumo de papaya y mango con dos jovenes vestidos de bandoleros a los que acababan de conocer en el stand de Andalucía todo esto les daba igual. Hablé poco con ellos y ellas pero creo que no tenían siquiera claro si irán a votar.

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