Menos Fitur aunque más de lo mismo

Pasaron los tiempos de esplendor de anteriores ediciones de Fitur, cuando en el stand de Canarias no se podía ni dar un paso. Por no haber, desde hace varios años ya ni hay rueda de prensa, ni tampoco sala al efecto si se exceptúa un pequeño cuartucho. Y el wifi no funciona ni a tiros aunque le metas las claves. Hace pocos años esto incluso se llenaba de zancudas drag queens para promocionar el carnaval de LPGC. Y el Cabildo de Tenerife trajo una vez al cantante Carlos Baute. Por no hablar de aquellas desaforadas galas nocturnas con el título de La Noche de Canarias con que en el cambio de siglo se promocionaban las Islas en la Villa y Corte cuando Manuel Hermoso, con Lorenzo Olarte en la consejería de Turismo, o Román Rodríguez, con Caco Becerra de responsable de la cosa, dirigían los destinos de nuestras Islas. Recuerdo un par de aquellos desparramados eventos en el Palacio de Congresos de la Castellana con actuaciones de Pedro Guerra, Mestisay y hasta de Rosana con Olarte como factótum?y otro espectáculo lleno de efectos visuales y sonoros en el Palacio de Cristal de la Arganzuela bajo aquel sorprendente y encantandor reinado de Román.

Y eso por no hablar de las turbas que cada mes de enero volaban a Madrid invitadas a cuenta del erario público por las más diversas instituciones -lo de los ayuntamientos era un auténtico despendole- sin que sus integrantes supieran muy bien a qué iban, ya que lo único que tenían claro era que se trataba de ir calentando motores para el Carnaval. Y, no se trata de tirar piedras a nadie porque ninguno estamos libres de pecado y a nadie le amarga un dulce. Ni de confundir la gimnasia con la magnesia, porque, en cuanto se producen recortes, y vuelvo a las limitaciones de la sala de prensa, siempre hay injusticias. Y habría que ver, por poner un ejemplo, qué ayudas existen en la actualidad los creadores en las Islas. Ni tanto ni tan calvo, pero habrá que reconocerle al difunto Adán Martín el mérito de que, con su mentalidad algo cartesiana de ingeniero, comenzase a introducir algo de rigor en el gasto.

Un año más la nota discordante la ha dado Gran Canaria, con un stand separado del resto y haciendo rancho aparte, como si se tratara de la isla de Mayotte, en las Comores, ésa que no se quiso independizar y prefirió seguir bajo dominación francesa, pese a ser una más, y no poco importante, de las que componen ese Archipiélago Indico. Bravo de Laguna y Melchor Camón incluso optaron por inaugurar el stand, sito en una esquina del pabellón y no integrado en el conjunto archipielágico, aunque no alejado más de 20 metros, sin esperar a que en su paseo Rivero llegara allí, que es cuando sucesivamente se iban considerando inaugurados oficialmente los stand. “Nosotros desarrollamos un trabajo paralelo y tampoco nos metemos en lo que hacen ellos”, argumentaba alguien del staff cabildicio. “Que hagan lo que les dé la gana y cuando quieran, pero yo ya lo he dicho en muchos sitios: no están aportando nada novedoso”, replicaba en un corrillo el viceconsejero Fernández de la Puente. Eso sí: el stand de Gran Canaria tenía la gracia contar con una especie de Speaker Corner´s, como el que hay en el Hyde Park londinense, por el que los responsables turísticos de distintos municipios iban contando su batalla sin que nadie de la peña les hiciera demasiado caso absortos como estaban en el enyesque constituidos en sus asientos.

En el recorrido de Paulino Rivero había tenido su pellizco el paso por La Gomera, en donde dos actores con atavío del siglo XV y que representaban a Beatriz de Bobadilla y a Cristobal Colón evocaron el paso de éste último por la Isla que la primera enseñoreaba y la buena amistad y amores que,según cuentan las crónicas, había unido antes a ambos. Mientras recitaban sus parlamentos cervantinos, que iban dirigidos a Paulino, pero también la toda a concurrencia, el presidente, que es de natural tímido, no podia evitar sonrojarse un poco con tanto piropo ante aquella función de teatro en vivo, mientras Casimiro Curbelo bullía de satisfacción por el éxito de su originalidad cultureta. Y es que quién sabe si la campaña de imagen en la que se ha embarcado este hombre terminará por dar sus frutos.

Y poco más, qué quieren que les cuente. En el mostrador de los quesos y vinos canarios la gravedad y adustez del encargado advertía al que por allí pasaba que aquello no estaría inaugurado hasta que no llegase Paulino y que todavía ni se servían copas ni se podía uno abalanzar sobre las viandas. Hasta el bueno del pintor Pepe Damaso, objeto de un documental en su honor que se proyectaba por la noche en el Círculo de Bellas Artes, terminó por irse desesperado a picar algo a otro sitio, porque a sus 80 añitos allí le negaban el pan y el queso. Y en eso llegó Paulino. Y detrás varias señoras del stand de Andalucía que querían conocer la gastronomía canaria. “Ozu, ¿y esto se come así, sin quitarle la cáscara?” preguntaba una de ellas ante el plato de papas arrugadas.“Pues sí, señora, se comen así y están muy ricas. Y la cáscara no es amarga”.

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