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Sobre este blog

Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.

OVERLORD

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Paratroopers prepare to board a C-47 on June 5, 1944, for the airborne invasion of Normandy. © 2018 National Archives

Para buena parte de aquellos soldados, la guerra en Europa había comenzado un año antes, justo en el momento en el que los integrantes de 82.ª división aerotransportada fueron desplegados en el norte de África, en abril del año 1943, para luego participar en la campaña que tenía como principal cometido la invasión de Italia. Tres meses después la división entró en combate por primera vez, tras saltar sobre Sicilia primero y luego, sobre Salerno. Éste era el caso del taciturno y esquivo cabo Ford, un veterano soldado, marcado, literalmente, por los sufrimientos que atenazan la existencia de cualquier combatiente.

Para el resto, soldados rasos como Tibbet, Chase, Rosenfeld y Boyce, aquel vuelo suponía su bautismo de fuego y la antesala de una operación que costó la vida de cerca de un cuarto de millón de soldados aliados y más de cuatrocientos mil soldados alemanes, que luego se extendió durante otros cruentos y descarnados once meses, hasta la rendición incondicional de la Alemania del canciller Adolf Hitler y sus megalomaníacos desenfrenos.

Claro está que aquella misión no iba a ser un paseo por el campo… Antes siquiera de poder saltar del avión en el que se encontraban, la temible y mortífera defensa antiaérea alemana, conocida durante el conflicto con la abreviatura de la palabra alemana Flugzeugabwehrkanone, “Flak”, empezó su macabra letanía de derribos frente a unos aparatos, los Douglas C-53 Skytrooper que poco podían hacer, como quedó claro muy pronto, frente al poder destructivo del implacable cañón 8.8 cm Flak 18/36/37/41.

© 2018 Bad Robot & Paramount Pictures

Por dicha razón -y tras sobrevivir al forzoso y precipitado lanzamiento en paracaídas, provocado por la pérdida del avión en el que se encontraban- los supervivientes del pelotón al cargo del sargento Eldson deberán afrontar que la guerra ha empezado para ellos y, sin mucho tiempo para reponerse, continuar con la misión encomendada. En su caso particular, se trataba de encontrar y destruir una torre de comunicaciones, la cual suponía un obstáculo en las pretensiones del Alto Estado Mayor Aliado para lograr que aquella misión llegase a buen puerto.

Tal y como es lógico suponer, más si se tiene en cuenta el enorme despliegue demostrado por las fuerzas aliadas, las tropas estacionadas en la Francia ocupada no se quedaron de brazos cruzados ante el ingente goteo de aviones, paracaidistas y material cayendo desde el cielo. Sí, encima, muchas de aquellas tropas enarbolaban las dos runas de las temibles y despiadadas SS, tal y como sucede con el SS Hauptsturmführer Wafner y los hombres a su mando, el escenario no puede ser más esquivo. Sin embargo, aquella guerra, como cualquier otra, tiene esas cosas, desde minas que explotan al paso de las tropas, pasando por los cañones que destrozan los aviones que sobrevuelan un escenario bélico o los soldados que se matan entre ellos.

Chloe (Mathilde Ollivier)

Lo que no estaba en los planes de ninguno de aquellos soldados, ni siquiera en la mente de Ford, mucho más curtido que el resto, era la realidad que escondía aquella emisora de radio, parapetada dentro de la torre de una antigua iglesia. Quien sí sabía que algo extraño estaba pasando en aquel lugar era Chloe, una joven francesa, hastiada de la ocupación, los desmanes y los abusos perpetrados por las tropas alemanas y por las pérdidas sufridas a causa de todo ello. Además, Chloe sin ser muy consciente de lo que suponía, tenía en su propia casa el resultado de uno de tantos experimentos llevados a cabo por médicos y científicos alemanes durante la guerra, empeñados, todos ellos, en crear una raza superior y/o un suero que creara al súper soldado alemán, a imagen y semejanza de cierto capitán gráfico.

Siempre se pone como ejemplo al desmedido doctor Josef Mengele y a todos aquellos que, como él, practicaron todo tipo atrocidades en favor de una ciencia que ni tenía nada de científico, ni aportó grandes avances al conocimiento de la humanidad, salvo la infinita capacidad del ser humano por infligir dolor y sufrimiento a sus semejantes. En el caso del Dr. Schmidt, éste, a imagen y semejanza del literario Víctor Frankenstein, había volcado sus conocimientos en lograr devolver a la vida a un cuerpo inerte y, con ello, lograr un soldado prácticamente perfecto y capaz de burlar a la parca que tanto trabajo tenía en aquella contienda.

© 2018 Bad Robot & Paramount Pictures

En esto, Schmidt no dejaba de ser un alumno aventajada del más contemporáneo doctor Herbert West, surgido de la mente de H.P. Lovecraft en 1922. Al igual que el demente, pero genial, protagonista del relato “Herbert West–Reanimator”, el doctor Schmidt entiende que el cuerpo humano es una compleja máquina orgánica que puede y debe ser reiniciada de nuevo cuando ésta falla. Eso sí, su intención no es la de crear un ejército de muertos vivientes sin raciocinio y sedientos de sangre y vísceras humanas, sino un formidable ejército de soldados capaces de las más altas proezas.

En realidad, los delirios paranoides de Schmidt no se diferencian demasiado de los estudios del profesor Abraham Erskine, responsable de crear el suero del súper soldado que transforma a un enclenque Steve Rogers en el recio y resolutivo Capitán América, salvo por el interés del segundo en evitar que los postulados de Adolf Hitler y su Reich llegaran a dominar el mundo, algo que sí estaba dentro de la motivación del doctor Schmidt.

Pvt. Ed Boyce (Jovan Adepo) y Cpl. Ford (Wyatt Russell) © 2018 Bad Robot & Paramount Pictures

Con tal amalgama de imprevistos, más el secuestro del hermano pequeño de Chloe, Paul, las opciones para el grupo liderado por Ford -aunque con la aportación cada vez mayor del soldado Boyce, el vástago de unos emigrantes haitianos que siempre se empeña en hacer lo correcto- son cada vez menores. Ya sólo es cuestión de tiempo que empiece el desembarco marítimo y, si aquella estación continúa emitiendo, las consecuencias pueden ser fatales. Claro que, como suele ser habitual, a la “inteligencia” militar se le olvidó comentar el pequeño detalle de la existencia de aquel laboratorio surgido del mismísimo averno y liderado en aquellos mismos instantes por el capitán Wafner. Bueno, ya se sabe que “nadie es perfecto”.

Overlord Overlordes todo esto, además de una trepidante película bélica con claros guiños a clásicos como Where Eagles Dare (1968) o Kelly's Heroes (1970) ambas dirigidas por Brian G. Hutton, pasando por las distintas aproximaciones cinematográficas de la novela escrita por Mary Wollstonecraft Shelley, la adaptación cinematográfica del relato de H.P. Lovecraft, Re-Animator, dirigida en 1985 por Stuart Gordon y la sombra de los muertos vivientes. En este último punto, merece la pena comentar los parecidos, más que razonables, con los muertos vivientes que han protagonizado cintas tan denostadas tales como Zombies nazis (2009) y su secuela Zombis nazis 2: Rojos vs Muertos (2014) ambas dirigidas por Tommy Wirkola y War of the Dead - Stone's War (Marko Mäkilaakso, 2011) ésta última con una línea argumental más que coincidente con la película dirigida por Julius Avery, según un guión de Billy Ray y Mark L. Smith y contando con la producción y el soporte de J.J. Abrams.

De igual forma, la impronta de la creación de Joe Simon y Jack Kirby, a comienzos de la década de los años cuarenta del pasado siglo XX es más que evidente, al igual que el poso contestario y políticamente incorrecto que destilan las situaciones y los personajes descritos por Billy Ray y Mark L. Smith en el guión de la película. ¿Por qué? Pues por dos elementos que aparecen en un mismo personaje, en el soldado afroamericano Boyce.

La historia nos cuenta que, en la Segunda Guerra Mundial, los afroamericanos sí pudieron participar en la contienda, pero nunca en unidades mixtas, sino segregadas. En realidad, pocos efectivos afroamericanos pudieron servir en el frente de batalla, quedando relegados a labores de intendencia, transporte, abastecimiento y, en algunos casos, formando parte de la policía militar. Quienes sí participaron en campaña fueron los integrantes del batallón de globos antiaéreos 320, los cuales formaron parte del contingente de tropas que participó en la operación Overlord, y el batallón de tanques 761, el cual formó parte del tercer cuerpo de ejército a las órdenes del general George S. Patton.

Normandy, France, July 1944: Soldiers of the 333rd Field Artillery Battalion prepare their 155mm M1 howitzer to conduct fire missions in support of US VIII Corps.

© 2018 US Army

Unos meses después de la invasión de la Europa ocupada por las tropas aliadas, y nada más estallar la ofensiva alemana en el bosque belga de las Ardenas, las unidades de artillería afroamericanas -al mando del octavo cuerpo del ejército estadounidense- hicieron frente al acoso de las unidades alemanas luchando, en algunos momentos, junto a sus homónimos caucásicos y sufriendo importantes pérdidas humanas y materiales. Tanto es así que el batallón 969 de artillería afroamericano fue distinguido por sus valerosos actos, siguiendo la recomendación del General de división Maxwell Taylor, comandante en jefe de la 101 División aerotransportada, tras la labor desplegada por los primeros durante la mencionada ofensiva alemana. 1

Lo que no sucedió, hasta muchas décadas después, fue que un soldado afroamericano pudiera formar parte de la división conocida bajo el sobrenombre de “Screaming Eagles” por el emblema de un águila calva que llevan en sus uniformes, algo que, sin embargo, sí sucede en la película de Julius Avery.

Algunos dirán que esto es un tremendo error histórico, muy propio de las películas bélicas rodadas en los Estados Unidos de América, tal y como comentó el historiador británico Antony Beevor durante su última visita a nuestro país. Yo, por mi parte, lo considero una forma de reparar uno de los muchos errores que se han cometido en el mundo en general, y en los Estados Unidos de América en particular, para con los descendientes de los esclavos transportados hasta las colonias de ultramar y luego explotados sin mayor decoro. Además, Boyce, para colmo de males, es hijo de unos emigrantes haitianos, lo que lo convierte en el blanco perfecto para todos aquellos nacionalistas de opereta que promulgan el cierre de fronteras, la construcción de muros y eslóganes tales como First… (añádase el país que se quiera).

Por todo ello, y por lo entretenida y trepidante de la historia, Overlord merece ser vista en una pantalla GRANDE, GRANDE. Y no vale ni “pulpo como animal de compañía”, ni una televisión de 55“ y/o 65”. Por mucho que se empeñen no es, ni por asomo, lo mismo que verla en una sala de cine.

© Eduardo Serradilla Sanchis, Helsinki, 2018

© 2018 Bad Robot & Paramount Pictures

© 2018 National archives.

© 2018 U.S. Army

Notas:

1- Smither, W. D. (2014, May 29). BLACK SOLDIERS IN NORMANDY'S D-DAY ASSAULT: Known, Unknown and “Invisible,” Still... Retrieved from https://backstreetdjeli.com/2014/05/29/black-soldiers-in-normandys-d-day-assault-known-unknown-and-invisible-still/

(n.d.). Retrieved from http://tmg110.tripod.com/usarmyh8.htm

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