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Sobre este blog

Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.

LAS RAZONES POR LAS QUE NO CELEBRO EL DIA DEL ORGULLO FRIKI.

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Por aquel entonces, el éxito de la película empezaba a ser un tema recurrente en los telediarios y en las revistas de la época, más si se tiene en cuenta que en las plazas grandes, cinematográficamente hablando, Madrid, Barcelona, Bilbao o Sevilla, ésta se había estrenado a principios del mes de noviembre. No obstante, mi primer conocimiento de la película de George Lucas fue cuando vi una secuencia en la televisión en blanco y negro de la época, coincidiendo con su estreno europeo durante la celebración del Festival de cine de San Sebastián, en el mes de septiembre de ese mismo año.

Fueron sólo unos minutos, pero la imagen del Halcón Milenario llegando hasta el planeta Yavin 4 me dejó tan impresionado que, a partir de entonces, traté de buscar todo lo que pude sobre esa película, en un tiempo en donde la información estaba limitada a unos determinados formatos físicos, mayoritariamente revistas, además de estar condicionado por si se podía acceder a los dos canales de RTVE o no.

De ahí que, cuando me senté en la butaca del cine donde se estrenó la que luego pasó a ser el Episodio IV de una saga de tres, seis y, al final, nueve entregas, ya había podido leer los primeros números de la adaptación gráfica; había empezado a coleccionar los cromos de la película; y, por añadidura, estaba en pleno proceso de desentrañar los misterios que rodeaban toda aquella producción, merced al número especial publicado por Ediciones Actuales a finales de ese mismo año.

En dicho número especial me familiaricé con muchos más aspectos de la ciencia ficción contemporánea, internacionales y nacionales -fue donde conocí a Diego Valor y a Rex Dixon- y, además, descubrí otra cosa que también me ha influido, tanto o más, que la película de George Lucas. En la novena página de una revista sin numeración impresa descubrí una turbadora imagen, sacada del clásico de Tod Browning, Freaks (Metro-Goldwyn-Mayer, 1932)

El pie de foto, el cual erraba tanto en el año del estreno como en la forma de escribir el nombre del director, el redactor describía la película de contestario realizador diciendo que ésta había estado prohibida durante treinta años en los Estados Unidos de América y, en ella, aparecía un ser desprovisto de piernas, reminiscente de Artoo Detoo. 1

Con aquella imagen en mi mente, en especial la de Johnny Eck, “Half Boy”, quien aparecía junto a Olga Baclanova (Cleopatra) y Angelo Rossitto (Angeleno) me empeñé en encontrar más información sobre el director y la película, de la cual casi nadie hablaba ni antes ni tampoco ahora. Al final y gracias a la Enciclopedia de cine, publicada por la Editorial Buru Lan en el año 1973, enciclopedia que ocupaba un lugar en la biblioteca familiar, encontré más referencias sobre una película y un director que supo poner sobre la mesa las miserias de la sociedad humana.

Angeleno (Angelo Rossitto); Cleopatra (Olga Baclanova) y “Half Boy” (Johnny Eck) en una imagen de la película Freaks © 1932 Metro-Goldwyn-Mayer

Después, tuve que esperar varios años hasta poder ver la película -no de la forma en la que Tod Browning quiso, sino como los desalmados mandamases del estudio le permitieron. Con todos los cortes y carencias en su metraje, la película sigue siendo de una brutalidad conceptual insoportable para una raza, la nuestra, que prefiere esconder la cabeza “debajo del ala” antes que afrontar sus verdaderas limitaciones.

Dicho todo esto, admito que nunca entendí, y sigo sin entenderlo ahora, la razón del rechazo para con aquel grupo de personas que, aun siendo “distintas” a los estándares socialmente aceptados, demostraban más humanidad, empatía, solidaridad y lealtad para con sus semejantes que los humanos “socialmente aceptados” que aparecen en la película de Tod Browning.

Quizás ésa sea la razón por la que, a partir de entonces, no tengo problema en que me llamen “freak”, entendiendo dicha expresión con el mismo sentimiento xenófobo y discriminatorio que impregna los sesenta y cuatro minutos supervivientes de los noventa que originalmente estaban montados para su posterior extremo.

El que ahora TODO EL MUNDO se sienta “friki” no deja de tener su gracia, pero NO me incluyo.

Además, para mí, el veinticinco de mayo no tiene el mismo significado que el día uno de enero del año 1978, aquella jornada donde asistí, por primera vez, a ver La Guerra de las Galaxias. Es más, este día de mayo no tiene ningún significado, al igual que la inmensa mayoría de las zarandajas con las que la maquinaria publicitaria galáctica nos ha ido aplastando, a lo largo de las décadas, con mayor o menor fortuna.

Independientemente del nombre, aún prefiero llamar a la primera entrega por su título en castellano, pues la película de George Lucas es, ante todo, eso; es decir, una película. Todo lo demás, son añadidos con los que podría vivir, siempre y cuando tenga la oportunidad de volver a revisarla cuando crea oportuno. De tener que elegir, me quedaría con los dos primeros posters cinematográficos, con el álbum de cromos y con los seis primeros cómics publicados, de aquella manera hay que añadir, por la editorial Bruguera.

En cuanto al calificativo -y ésta NO es la primera vez que lo digo- estaría bien que entendieran, de verdad, lo que significa el adjetivo y se vieran Freaks de principio a fin, con todo lo que ello supone. Les aseguro que ser un “freaks” no está tan mal y lo bueno es que las modas no influyen lo más mínimo…

Ah, por si se me olvida y para quienes sí tienen una querencia para con este día: May the Force be with you!

© Eduardo Serradilla Sanchis, Helsinki, 25 de mayo del año 2020

Nota:

1- La película no se pudo estrenar por igual en todos los estados norteamericanos. Aún hoy en día, hay lugares donde continúa estando prohibida. En el Reino Unido se tuvo que esperar hasta 1963 para poder verla por primera vez, con la nefasta calificación X.



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Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.

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