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Bush dice que ''ya es hora'' de la independencia de Kosovo

En su primera rueda de prensa durante su gira por Europa, que inició el pasado lunes, Bush se quejó de los retrasos en la aprobación de ese plan y dijo haberle comunicado al presidente de Rusia, Vladimir Putin, que “ya es hora” de resolver el futuro de Kosovo. “Tiene que haber una fecha límite. Esto tiene que suceder”, dijo Bush en una comparecencia conjunta con el primer ministro italiano, Romano Prodi, en el Palacio Chigi, sede de la presidencia del Gobierno.

Bush urgió al Consejo de Seguridad a aprobar el plan elaborado por el enviado especial de la ONU, el ex presidente de Finlandia Martti Ahtisaari, para otorgar la independencia supervisada a esa provincia serbia de mayoría albanesa. “Ahora es el momento de avanzar con el plan Ahtisaari. Ha habido una serie de retrasos. Se dijo que se necesitaba más tiempo para trabajar en una resolución del Consejo de Seguridad”, afirmó Bush. “Nuestra opinión es que el tiempo se ha acabado”, recalcó.

El presidente dijo que ha comunicado la posición estadounidense en persona a Putin, quien se opone al plan de Ahtisaari. Rusia, aliado tradicional de Serbia, ha amenazado con usar su poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU para bloquear cualquier resolución que lleve a la independencia de Kosovo.

Bush reconoció que es necesario “garantizar que los serbios tienen una forma de avanzar, y una forma de avanzar es potencialmente su entrada en la Unión Europea”. En nombre de EEUU, dijo, “yo puedo hablar con los serbios sobre desarrollo económico, pero puedo hablar sobre unas mejores relaciones” con Washington.

El contencioso de Kosovo dominará su agenda de este domingo, pues se convertirá en el primer presidente de EEUU en visitar Albania, donde se reunirá con las autoridades del país. Allí también se encontrará con los primeros ministros de Croacia, Ivo Sanader; y de Macedonia, Nikola Gruevski, dos países que han emergido tras la desmembración de la antigua Yugoslavia.

“Los kosovares esperan con ansiedad una decisión del mundo”, remarcó el presidente.

Mensaje a Siria

En la rueda de prensa, Bush también envió un mensaje al Gobierno de Siria, otro aliado tradicional de Rusia, al que pidió que no se inmiscuya en los asuntos del Líbano. “Es muy importante que influencias extranjeras, como la de Siria, no perjudiquen continuamente al Gobierno de (el primer ministro libanés, Fuad) Siniora”, dijo Bush.

“Tenemos que asegurarnos de que el Gobierno de Siniora sobrevive”, afirmó. Para ello, es necesario, a su juicio, que se proceda al juicio de los culpables del asesinato del ex primer ministro Rafic Hariri, ocurrido en 2005.

“Tenemos que garantizar que hay consecuencias para comportamientos que pueden afectar a la estabilidad de una democracia”, dijo Bush. El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó el pasado 30 de mayo, con la abstención de China y Rusia, la creación de un tribunal internacional para juzgar ese asesinato.

Bush llegó el viernes a Italia, procedente de Polonia, el mismo día en que en un tribunal de Milán se inició el juicio en rebeldía contra 26 agentes estadounidenses por el secuestro en 2003 del imán egipcio Abu Omar, presuntamente trasladado a la base italiana de Aviano, de allí a Alemania y posteriormente Egipto, donde fue encarcelado y sufrió torturas, según denunció él mismo. Sin embargo, Prodi y Bush no trataron el tema en su reunión, según el primer ministro.

En Italia “tenemos unas leyes claras que seguimos”, afirmó Prodi, quien dijo confiar en que ese proceso judicial no afectará a la “amistad y cooperación” entre los dos países.

Un conflicto “preocupante”

Por su parte, el papa Benedicto XVI dijo este sábado al presidente de EEUU en su primer encuentro cara a cara, que está a favor de una solución “regional y negociada” para Irak, un conflicto que la Santa Sede calificó como “preocupante”.

En la línea de su predecesor, Juan Pablo II, del que se sentía muy cercano y que criticó la invasión de Irak, Benedicto XVI no dejó este asunto de lado en su primer encuentro con Bush. El Papa abogó, según un comunicado de la Santa Sede, por la negociación regional como solución para el conflicto en Irak, así como el que enfrenta a israelíes y palestinos y el que sacude al Líbano.

En una reunión de unos 35 minutos, Benedicto XVI también llamó la atención de las “críticas condiciones” en las que se encuentra la comunidad cristiana en Irak, según la declaración difundida por el portavoz de la Santa Sede, el jesuita Federico Lombardi. La mano dura de Sadam Husein había protegido a esa minoría religiosa, que rondaba el millón de personas, de sus vecinos musulmanes, pero una vez desaparecido el dictador son objeto de amenazas y violencia, lo que alarma a la Santa Sede.

La reunión empezó para Bush con un pequeño lapsus protocolario, ya que al entrar en la Biblioteca Privada del Pontífice, donde tuvo lugar el encuentro, le llamó “Señor”, en lugar de “Su Santidad”, como establece el protocolo. El Papa preguntó al presidente sobre la cumbre del G-8, que tuvo lugar hasta ayer en su Alemania natal y Bush la calificó como “un éxito”, ya que “hubo un montón de opiniones diferentes, pero fue buena”.

También le preguntó a Bush sobre su reunión con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, sostenida en el marco del G-8. Bush le respondió, con una sonrisa: “Se lo contaré en un minuto”, y esperó a que la prensa saliera del despacho papal. En ese encuentro, Putin propuso a Bush enterrar las discrepancias sobre al despliegue de un escudo antimisiles y crear un dispositivo conjunto, pero que no cuente con instalaciones en Europa del Este.

El resto de la audiencia con el Papa transcurrió en privado. Poder dialogar con el Pontífice fue la razón principal de la etapa de Bush en Italia durante su gira europea, según los expertos, que dudan de que en caso contrario hubiera hecho escala en Roma, dado que la Casa Blanca usa sus visitas como una forma de apoyar y recompensar a los gobiernos que le son afines y el que encabeza el primer ministro Romano Prodi, de centro-izquierda, ha criticado la política de Bush en Irak.

Tanto Bush como su esposa estaban “deseando” conocer al Papa, según la Casa Blanca. Ambos son cristianos y Bush tiene un vínculo especial con la religión, con la que se reencontró cuando tenía 40 años, un momento crítico en su vida, pues dejó la bebida tras un ultimátum de Laura.

El presidente estadounidense declaró en una entrevista con la prensa previa al encuentro que iría a la audiencia con el Papa con “actitud de escuchar”. Además de Irak, los dos líderes también trataron la situación en Africa y en Darfur, dos temas donde la posición del Vaticano y la de la Casa Blanca están más cercanas que sobre el conflicto en el país mesopotámico.

Tras la conversación privada, el Papa y la familia Bush intercambiaron regalos, como es costumbre. El presidente le entregó al Pontífice un “Bastón de Moisés”, con los diez Mandamientos tallados en madera, elaborado por Roosevelt Wilkerson, un hombre que vivía en la calle en Dallas (Texas); mientra que el Papa, por su parte, le dio a Bush una litografía del Siglo XVII que representa la Basílica de San Pedro

Más de una quince de heridos en las protestas

Mientras, miles de personas -150.000 según los organizadores y 12.000 según la policía- se manifestaron este sábado en Roma contra la visita de Bush, en una protesta a la que se unieron miembros de partidos del Gobierno y que concluyó con cinco policías, nueve manifestantes y dos periodistas heridos.

La manifestación fue convocada por grupos antiglobalización y de extrema izquierda y se desarrolló con normalidad hasta el final, cuando en las inmediaciones de la plaza Navona, del Campo dé Fiori y de Sant'Andrea della Valle se vivieron momentos de tensión debido a los enfrentamientos entre la policía y centenares de violentos que con cascos y las caras tapadas irrumpieron en la marcha. Durante los incidentes se rompieron las cristaleras de un banco y varios escaparates de tiendas de la zona.

El lanzamiento de gases lacrimógenos por parte de la policía, que había acordonado la plaza Navona, y de adoquines, botellas, palos y gases por los violentos se prolongó durante un buen espacio de tiempo. Cinco agentes resultaron heridos de diferente consideración al ser alcanzados por los objetos lanzados por los violentos y dos manifestantes también resultaron contusionados, por lo que fueron trasladados a centros sanitarios de la capital.

Dos periodistas que cubrían la manifestación también resultaron ligeramente contusionados. Seis manifestantes, según la policía miembros de grupos violentos de matriz anarquista, fueron detenidos por el lanzamiento de objetos en los enfrentamientos.

La marcha tuvo como lema “No Bush, no war, no Prodi” (Ni Bush, ni guerra, ni Prodi) y recorrió desde la plaza de la República las principales calles del centro de Roma para concluir en la plaza Navona, a la misma hora en que Bush se reunía con el ex primer ministro Silvio Berlusconi en la embajada de EEUU. Detrás de la pancarta que abrió la manifestación desfilaron, entre otros, la actriz y senadora de Italia de los Valores Franca Rame, el senador comunista Franco Turigliatto y el dirigente del sindicato CGIL (el más importante del país) Giorgio Cremaschi.

Miles de policías vigilaron la manifestación y formaron escudos protectores ante monumentos como el Altar de la Patria, en la plaza Venecia -centro de la ciudad- y ante sede de partidos políticos ubicadas en el recorrido. A la marcha se unieron organizaciones sociales, sindicatos anarquistas, colectivos estudiantiles antiglobalización y grupos de extrema izquierda, y a la misma se han adherido dirigentes y parlamentarios del Partido de la Refundación Comunista (PRC), de los Verdes e Italia de los Valores, el partido del ex juez anticorrupción Antonio Di Pietro, aliados del primer ministro, Romano Prodi.

Durante todo el recorrido se temió que se produjeran graves incidentes, ya que participaron colectivos venidos de toda Italia conocidos por sus duras acciones en manifestaciones de este tipo, y las fuerzas de seguridad no descartaban que en el mismo se pudieran infiltrar miembros del violento “Bloque negro” (Black Block). Los convocantes de “No Bush, no war, no Prodi” calificaron al presidente de EEUU como “uno de los más grandes criminales de la historia contemporánea” y criticaron duramente a Prodi por “acogerlo” y hacer una política “en la que la guerra está bien, basta que sea bendecida por la ONU y la OTAN”.

Denunciaron que Prodi ha potenciado la presencial militar italiana en Afganistán y Líbano y ha dado permiso para ampliar la base militar de EEUU en Vicenza, en el norte del país. En meses pasados, miles de personas se manifestaron contra la ampliación de esa base y varios senadores comunistas provocaron la caída del gobierno de Prodi al rechazar en febrero su política exterior, que incluye esa ampliación y la presencia militar en diferentes lugares del planeta.

Paralelamente a esa manifestación, en la Plaza del Pueblo, en el centro de la ciudad, se celebró una concentración contra la presencia de Bush, bajo el lema “Detengamos todas las guerras de Bush, de parte de la otra América” y convocada por partidos que forman parte del Gobierno como PRC, Partido de los Comunistas Italianos (PDCI), Verdes e Izquierda Democrática. A esa manifestación asistieron, entre otros, el líder de PRC, Franco Giordano, y el del PDCI, Oliviero Diliberto.

La oposición conservadora criticó duramente esa concentración, al señalar que la izquierda en el poder pone en ridículo al país ya que mientras Prodi recibe con los brazos abiertos a Bush sus aliados en el Gobierno salen a la calle contra el mandatario norteamericano. Berlusconi, líder de la oposición, criticó las dos manifestaciones y dijo que si él hubiese sido presidente del Gobierno hoy no se habría permitido ninguna protesta por las calles de Roma.

En esta jornada, que vio a una Roma blindada por los diez mil policías destacados para garantizar la seguridad durante la visita de Bush, también fue lanzada una botella incendiaria contra una tienda de la cadena de alquiler y venta de películas Blockbuster. Asimismo, apareció con pintadas y la frase “Bush como Moro” la placa que conmemora en la vía Fani el lugar donde fue secuestrado en 1978 el estadista Aldo Moro, asesinado 55 días después por las Brigadas Rojas.

La pintada ha levantado una oleada de repulsa en todas las fuerzas políticas.

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