TEPCO anuncia un nuevo plan tras la fusión del reactor 1

TOKIO, 17 (Reuters/EP)

La Compañía Eléctrica de Tokio (TEPCO) anunció un nuevo plan para gestionar la crisis de la central nuclear Fukushima-1, apoyado por el Gobierno japonés, tras confirmarse la fusión del reactor uno de la central nuclear de Fukushima-1 y la posible fusión del dos y del tres. No obstante la empresa y el Ejecutivo esperan mantener el calendario sobre el cierre total de la planta.

Tras el descubrimiento en el reactor uno, TEPCO anunció que a partir de ahora se intentará enfriar los reactores con otra técnica que consiste en hacer circular continuamente el agua que ya se ha introducido dentro del reactor en vez de inyectar más.

La compañía cree que parte del agua que se estaba inyectando en los reactores podría haberse filtrado al exterior después de que las vasijas presentasen grietas en su estructura. Este agua altamente contaminada pasaba después de estar en los reactores a piscinas y depósitos. Alrededor de 90.000 toneladas de esta agua radiactiva se encuentran almacenadas en Fukushima-1.

Por su parte, Kan aseguró este martes que el Gobierno asumirá su responsabilidad en la gestión de la crisis nuclear para apoyar a todas las víctimas afectadas. Además, el primer ministro añadió que actuará en concordancia con el nuevo plan de TEPCO para seguir con el calendario previsto. Hace un mes, la empresa anunció que en tres meses se reducirían notablemente los niveles de radiación y que necesitaba nueve meses para conseguir que la planta nuclear se enfriase del todo.

Las nuevas informaciones dadas por las autoridades muestran que los núcleos de uranio de los reactores uno, dos y tres estuvieron descubiertos sin agua entre seis y catorce horas tras el terremoto, lo que provocó el sobrecalentamiento y la posible fusión de parte de las barras de combustible que fueron a parar al fondo de la vasija.

En el caso del reactor uno, que sí que se ha confirmado su fusión, el uranio podría haberse filtrado fuera de la vasija de contención, provocando el aumento de los niveles de radiación cuando comenzaron las operaciones de enfriamiento de emergencia. Además, el reactor tres no se ha conseguido enfriar hasta niveles por debajo de la ebullición del agua.

Otra preocupación es que el reactor cuatro, que estaba apagado en el momento del terremoto, fue gravemente dañado por una explosión de hidrógeno. Los trabajadores tienen que apuntalar el reactor con nuevas vigas de acero y cubrirlo de hormigón para evitar que explote.

Más de dos meses después del terremoto y posterior tsunami que afectaron a la central de Fukushima-1, provocando la peor crisis nuclear desde Chernóbil (Ucrania) hace 25 años, las autoridades aseguran que ya ha pasado el peligro de una nueva explosión, pero parece que cada intento de tomar el control total de la planta se ha visto salpicado por un nuevo fracaso.

“VÍCTIMAS DE LA POLÍTICA NACIONAL”

El Gobierno anunció que desarrollará un plan propio para ayudar a los evacuados y proteger la salud de los trabajadores de Fukushima-1 ante la frustración de la población. El Ejecutivo ha calificado a los afectados por el desastre como “víctimas de la política nacional”, en referencia a la calificación de la energía nuclear como el corazón de la política energética del país.

El Ejecutivo ha recibido fuertes críticas por su gestión de la crisis tras el terremoto y el tsunami, que dejaron 25.000 personas muertas o desaparecidas, mientras que unas 116.000 siguen viviendo en refugios.

Unas 80.000 personas han tenido que evacuar sus casas por el riesgo a contaminación. Los agricultores del sur de Tokio, en Kanagawa, han tenido que destruir sus cosechas de té por el riesgo a que estuviesen contaminadas por cesio.

La semana pasada, las autoridades comenzaron a sacrificar unas 1.500 vacas y cerdos en la zona de exclusión de 20 kilómetros alrededor de Fukushima-1. La quema de los cuerpos podría extender la radiación, así que se cubren con una lona azul y se espera a que se descompongan.

Las autoridades pretenden conseguir el “apagado frío” de los reactores, para permitir que las autoridades limpien los alrededores sin riesgo de radiación y quitar el combustible de los reactores afectados. Este proceso podría durar más de diez años.

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