Estados Unidos aborta un posible pacto del G8 contra el efecto invernadero

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Poco antes de su primer encuentro con los líderes de Estados Unidos, Rusia, Francia, Reino Unido, Canadá, Italia y Japón, la canciller alemana y anfitriona de la reunión, Angela Merkel, se mostró confiada en que la cumbre se desarrollará en un “ambiente constructivo”. Merkel dijo esto tras un primer sondeo de ambiente entre sus colegas, con los que tuvo encuentros bilaterales antes de la cena de apertura.

Tras las advertencias lanzadas desde Moscú por el presidente ruso, Vladimir Putin, quien amenazó con apuntar misiles hacia Europa en respuesta a los planes de EEUU de establecer bases para un escudo antimisiles en Polonia y la República Checa, Merkel afirmó que “la Guerra Fría ha terminado” y que en la cumbre lo básico es “avanzar y buscar posiciones conjuntas” y no aislar a nadie.

“No debería provocar una amenaza de Rusia”

El consejero de Seguridad Nacional, Stephen Hadley, dijo este miércoles que el escudo antimisiles que su país pretende desplegar en Europa del Este no debería provocar las amenazas de Rusia. “No es una amenaza para Rusia y no debería provocar una amenaza de Rusia”, dijo a la prensa Hadley.

Rusia amenazó con apuntar sus cohetes a Europa si EEUU sigue adelante con su plan de instalar un radar en la República Checa y baterías con interceptores antimisiles en Polonia. Tanto el problema del escudo como las diferencias respecto a Kosovo -Rusia no quiere que sea el Consejo de Seguridad de la ONU el que decida sobre el destino de esa provincia serbia- podrán ocupar parte de los debates, pero no centrarán la agenda oficial.

La primera jornada de la cumbre estuvo dedicada a buscar una línea de consenso en el debate sobre el cambio climático y una fórmula que permita a todos presentar el resultado como un éxito. Sin embargo, Estados Unidos abortó a un posible pacto en el G8 con metas concretas para la reducción de los gases invernadero causantes del cambio climático, al enfatizar que esos objetivos sólo pueden fijarse en un foro en el que estén presentes China, India y otros grandes contaminadores.

La canciller alemana, Angela Merkel, había presionado hasta el último minuto para conseguir que la Casa Blanca diese su brazo a torcer, pero este miércoles el propio presidente George W. Bush descartó cambiar su posición. Merkel quería un acuerdo por el que los ocho grandes se comprometieran a no dejar que la temperatura mundial aumente más de dos grados centígrados.

Preguntado si aceptaría esa idea, Bush fue tajante: “No. Diré de lo que estoy a favor. Estoy a favor de que nos sentemos y hablemos sobre la forma de avanzar”. Con esas palabras definió la contrapropuesta estadounidense, anunciada por el propio Bush la semana pasada en Washington: reunir a los 15 países más contaminantes para que juntos determinen un límite mundial a las emisiones.

“La meta no puede definirse aquí porque sólo incluiría a los países del G8”, subrayó el consejero de Seguridad Nacional norteamericano, Stephen Hadley. Jim Connaughton, el principal asesor ambiental del presidente de Bush, remarcó: “Estados Unidos podría poner un límite a sus emisiones, junto con Europa, pero si los otros países importantes no forman parte de esa ecuación las industrias nuestras que usan mucha energía se trasladarán a esos otros países”.

Acuerdo post-Kioto

Merkel quería un comunicado del G8 en el que se reflejase un compromiso para que en 2050 las emisiones de los gases que provocan el calentamiento terrestre sean la mitad que el volumen registrado en 1990. Sin embargo, EEUU tampoco acepta ese objetivo y, en palabras de Connaughton, subrayó. “Estados Unidos no ha concluido su propio proceso para decidir cuál debería ser la meta a largo plazo, así que en este momento no estamos preparados para adoptar esa propuesta”.

Merkel, ex ministra de Medioambiente alemana, ha hecho del cambio climático el tema central de la cumbre, en la que Alemania determina la agenda por ser el país anfitrión. Pese a las declaraciones estadounidenses, la canciller no pareció frustrada en una comparecencia ante la prensa junto a Bush con el mar Báltico como telón de fondo: “Hay algunas áreas aquí y allá en las que tenemos que seguir trabajando, pero confío en que lleguemos a posiciones conjuntas”.

Tras el almuerzo celebrado en el hotel Gran Kempinski del balneario de Heiligendamm, donde se celebrará la cumbre del G-8 hasta el viernes, Bush expresó a Merkel su voluntad de colaborar. “Vengo con el gran deseo de trabajar contigo para lograr un acuerdo post-Kioto sobre cómo lograr objetivos importantes, uno de los cuales es por supuesto la reducción de los gases que causan el efecto invernadero y el otro es tener más independencia energética”, dijo.

Su antecesor en la Casa Blanca, Bill Clinton, suscribió el Protocolo de Kioto, que vence en 2012, pero Bush retiró la firma de Estados Unidos. De hecho, Bush sólo reconoció públicamente que el cambio climático es un “desafío” a principios de este año y aceptar la idea de poner límites a las emisiones es un gran paso para una administración que se había negado de plano a contemplarlos anteriormente.

No obstante, EEUU insiste en que sólo aceptará esos topes tras 18 meses de conversaciones entre los 15 países que contaminan más, incluidos Brasil, México, Corea del Sur y Australia. Eso no significa que la cumbre del G8 no vaya a servir para nada, según el Gobierno de Washington. El acuerdo probable, según Hadley, incluirá el reconocimiento de que el cambio climático existe y que es un problema que debe ser resuelto.

Además, los Ocho se comprometerán a negociar un pacto que suceda al Protocolo de Kioto, del cual deberán formar parte no sólo las naciones avanzadas, sino también países como India y China, según Hadley. Ese pacto, sin embargo, no cumplirá las expectativas de Merkel.

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