El español en África, “una lengua con futuro”

Mesa redonda sobre el español en África durante el Festival Métissons de Saint Louis. (JOAN TUSSELL/ CASA ÁFRICA)

Alicia Justo

Dakar —

Sentado a la espera de que arranque un acto en un hotel de la ciudad de Saint Louis, Senegal, un joven de la ciudad dice en un perfecto castellano: “El español me enamoró”. Tiene 27 años y está con dos compañeros más que como él han finalizado la Licenciatura de Estudios Hispánicos en la Universidad Gaston Berger (UGB) de Saint Louis. Esa mañana son tres, pero como ellos hay miles de estudiantes senegaleses que han optado por el idioma cervantino y que se preparan para poder unir su pasión con el trabajo.

Este creciente interés por el español en el continente vecino es lo que ha motivado que el Festival Métissons de Saint Louis haya incluido en la programación de su décima edición una mesa redonda sobre el español en África, una actividad organizada por la sección de Planeta Futuro de El País y en la que participaron el embajador de España en Senegal, Alberto Virella; la lectora de español en la Universidad Cheick Anta Diop de Dakar, Ángela Rodríguez; la estudiante de español de la UGB Aïda Diouf y el hispanista y decano de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la UGB, Ndioro Sow, y que estuvo moderada por la directora de Planeta Futuro, Lola Huete. 

La mesa comenzó con una cascada de cifras del español en el mundo, pero sobre todo en África. Tres países destacan sobre los demás: Costa de Marfil, Benín y Senegal. En este último hay más 200.000 estudiantes de español.  Son, precisamente, estos datos los que hicieron que en una casa abalconada de la época colonial francesa, hoy convertida en hotel, frente al río Senegal se estuviera casi una hora y media hablando en español, sobre las motivaciones del pasado que lo han convertido en lo que es hoy y sobre su futuro. 

De la salsa cubana y el Che Guevara al Marca y el reguetón

¿Qué puede llevar a un senegalés a estudiar español? El hispanista Ndioro Sow evocó al periodo de las revoluciones y movimientos sociales de los años 60, cuando la juventud estaba expuesta a una serie de figuras revolucionarias que causaban gran atracción. Era una época, como recordó, en la que personajes como Fidel Castro o el Che Guevara eran habituales. Pero además, rememoró esos momentos en los que se unía con otros jóvenes a traducir las letras de la salsa cubana que ellos bailaban, un género que nació por aquel entonces. Eran años de un contexto bastante particular, ya que, además, el material didáctico venía marcado por Francia, por lo que todos los manuales se imprimían en el país galo. A pesar de esto, de la lejanía cultural y con dispares motivaciones detrás, el interés por el español se mantuvo vivo y consiguió implantarse en el sistema educativo senegalés, como remarcó Sow. 

Sin embargo, hoy en día, las cosas han cambiado. Los manuales ya proceden de otras naciones, como de España, y son otras circunstancias las que despiertan atracción. Muchos estudian motivados por toda esa dimensión del español como idioma transnacional: escuchan a los ídolos del reggaetón o ven telenovelas. Ángela Rodríguez sacudió al público con su afirmación: “El español ya no es el idioma de Cervantes, es el idioma del Despacito”, lo que generó un momento de risas en la sala. El director del departamento de Estudios Hispánicos de la UGB,  Djidiack Faye, intervino para añadir que el deporte también se ha convertido en un nexo que une a sus compatriotas con el castellano. “Las dos camisetas más vendidas en Senegal son las del Real Madrid y FC Barcelona. Hay niños que no están en edad de estudiar español y ya saben algunas palabras en ese idioma, todo por los reportajes de fútbol. Hay estudiantes que leen el Marca por la mañana. No hay senegalés que no conozca a Rafael Nadal”, enfatizó para terminar. Tampoco se olvidaron de mencionar durante la charla el hecho de que en España hay numerosos senegaleses y de que en Senegal, el número de españoles está creciendo en los últimos años. 

Desde un punto de vista más utilitarista, Diouf reconoció que comenzó a estudiar español en secundaria porque las otras dos alternativas (ciencias físicas y árabe) le parecían más difíciles.  La semejanza entre el español y francés hizo que se decantara por el primero. Sin embargo, una vez metida de lleno en las clases empezó su amor por el idioma, tal y como ella lo expresó, empezó a sacar buenas notas y decidió, finalmente, estudiar la carrera de Estudios Hispánicos en la universidad. En esta institución, como señaló, tiene muy buenos profesores que le impulsan a descubrir la cultura española y su idioma. Diouf no se olvidó de otras de sus influencia: “Una compañera que ahora está en España y que dice que es una lengua con futuro”.

El español como herramienta de trabajo

Sow expresó con determinación que debemos asumir que “el español ya no es solo la lengua de España y de Hispanoamérica; es una lengua de todos”. Y por ello, en primera instancia y desde la base, los manuales deben integrar perspectivas diversas, como las que vinculen el idioma con África o Senegal. Aunque matizó que esto no quiere decir que la enseñanza del español deba perder “su dimensión cultural que forma parte de su pueblo”. 

Pero, sobre todo, en lo que hubo unanimidad es en que el castellano debe convertirse en una herramienta de trabajo. Y es que a pesar de que un licenciado en Estudios Hispánicos en Senegal tiene mejores perspectivas laborales que otros filólogos, según declaró Sow, sigue siendo un reto que la mayoría pueda colocarse en el mercado laboral. Aïda Diouf busca ese mismo fin y para ello prosigue con el máster de Literatura Hispánica Moderna en la UGB. Manifestó que su sueño es poder dar clases sobre esta especialidad y ante la pregunta de “dónde?” ella lo tiene claro: “Aquí, en la universidad de Saint Louis”.

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