El exilio saharaui bulle por una solución al conflicto

La sociedad saharaui construida en la precariedad de los campamentos de refugiados de Tinduf, en la hamada o infierno argelino, sorprende por su vitalidad y sólida organización a cualquier visitante. Como ejemplo, la Unión Nacional de Mujeres Saharauis, organizadora de la Marcha Internacional Contra el Muro en el Sáhara Occidental, un acto que unió este viernes a activistas de países de todo el mundo y que, por desgracia, concluyó con un joven saharaui con una pierna amputada.

El incidente ocurrió cuando Brahim Husein Labeid, de 16 años, quien se internó enardecido junto a otros activistas en un campo de minas marroquí situado ante el denominado por los saharauis “muro de la vergüenza”, una edificación defensiva de 2.800 kilómetros. Labeid perdió su pierna derecha por debajo de la rodilla y uno de sus compañeros resultó herido en la cara y el pecho.

“Es injusto y ojalá no vuelva a pasar”, declaró en casi perfecto castellano Luchaa Saleh, activista de la Unión de Jóvenes Saharauis (UJSARIO), “pero es el resultado de la frustración de años y años de frustración”. El propio Saleh, presente en el momento de la explosión, explicó la sensación que sentía ante el muro, frente a los militares marroquíes: “Me sentí como un león”.

Esta actitud favorable a retomar la lucha armada es compartida por la mayoría de la juventud saharaui de los campamentos de Tinduf e incluso la propia dirigencia del Frente Polisario reconoce los problemas que tiene para contener este impulso: “Tratamos de amortiguar esta decepción pidiendo que concedan un margen para las negociaciones y una oportunidad para la paz. Hasta ahora hemos tenido éxito, pero, sinceramente, tenemos grandes dificultades para seguir este camino”, declaró el presidente de la autoproclamada República Árabe Saharaui Democrática (RASD), Mohamed Abdelaziz.

Es una juventud que no conoce la tierra en la que nacieron sus padres, ocupada por Marruecos desde 1975, ha salido a estudiar en países como España o Cuba. En el caso de la isla caribeña esta experiencia ha generado un nuevo concepto, el cubaraui, híbrido de cubano y saharaui que ha enraizado profundamente y revitalizado la cansada sociedad del exilio, que muestra orgullosa los vehículos blindados y piezas de artillería capturadas durane los años de conflicto.

Las nuevas generaciones saharauis estudian carreras de alcance como ingenierías, a pesar de que su estatus de refugiados les impide trabajar en Argelia. El objetivo, explican ellos mismos, es estar preparados para cuando regresen a su país poder poner en marcha un tejido productivo.

A pesar de los precarios recursos de que disponen, este capital humano y la ayuda internacional ha permitido poner en marcha un eficaz sistema de educación con un nivel de alfabetización del 90 por ciento y una red de centros sanitarios precarios pero funcionales con presencia en cada una de las 'wilayas' o campamentos. Estos campamentos levantados con jaimas y casas bajas de adobe llevan los nombres de las añoradas ciudades del Sáhara Occidental: El Aaiún -capital de la antigua provincia española- o Esmara.

Televisión saharaui

En este difícil contexto los medios de comunicación son un factor fundamental para mantener la esperanza de los refugiados saharauis. El pasado 2 de abril comenzó sus emisiones regulares la televisión saharaui, TVRASD, con cuatro horas de programación diaria en emisión analógica convencional y otra hora -que se reparten dos informativos en directo, uno a las 15.30 y otro a las 21.30 horas- de emisión vía satélite Intelsat que ahora pueden ver incluso los saharauis de la zona ocupada por Marruecos.

La emisión terrestre es posible gracias a la instalación de repetidores en los alrededores de Tinduf, ciudad argelina en torno a la que se establecieron los campamentos de refugiados tras la invasión militar alauí y entre sus programas incluye, además, de los informativos, emisiones sociales, documentales y musicales. Estos programas se elaboran desde un edificio de Rabuni donde las autoridades guardan celosamente un equipo bastante adecuado con cámaras DVCam, Autocue -el aparato en el que los presentadores leen los textos de las noticias mientras miran a cámara- y salas de edición completamente digitalizadas. En sus instalaciones podemos ver un ejemplar de 'Sáhara Libre' un periódico semanal que se reparte gratuitamente en los campametos de refugiados.

Los saharauis también están orgullosos de su Radio Nacional Saharaui (RNS), que comenzó sus emisiones el 28 de diciembre de 1975 y en la actualidad incluye en su programación una hora diaria en español. La señal en MW puede captarse en toda la zona del Magreb e incluso desde España, pero no en Marruecos, donde las autoridades la interfieren, y en WS, formato que permite que RNS llegue hasta los 'cubarauis' de la isla caribeña, según explicó su jefe de redacción, Salek Muftá.

Esta radio se elabora desde unos contenedores adosados y con equipo donado por las autoridades de la Comunidad Autónoma Vasca. “Los pusimos aquí a principios de los 90 --poco después de la firma del alto el fuego con Marruecos-- creyendo que el referéndum de autodeterminación era inminente”, declaró Muftá. Ahora se llevan a cabo reformas para mejorar las instalaciones.

Al otro lado del muro

Mientras, al otro lado del muro de separación marroquí, los activistas saharauis continúan trabajando por la defensa de los Derechos Humanos en un entorno marcado por la marea de colonos marroquíes llegados a la zona desde la Marcha Verde de 1975. Ahora la población de origen marroquí supera en número a la saharaui y los activistas prosaharauis son acosados y detenidos. Manifestarse contra la unidad sagrada del reino alauí es un delito en Marruecos.

Este es el caso de Jadiya Mutik, activista con un largo historial de detenciones y torturas que viajó hasta los campamentos de Argelia para participar en las actividades organizadas por la Unión Nacional de Mujeres Saharauis. Mutik declaró abiertamente que en esta ocasión ha manifestado abiertamente que venía a visitar a los exiliados, por lo que teme las represalias de las fuerzas de seguridad marroquíes una vez regrese a su casa. “Cuando vuelva estoy segura de que me van a matar”, afirmó.

Grupos como la Asociación de Familiares de Presos y Desaparecidos del Sáhara Occidental (AFAPREDESA) o la Asociación de Víctimas de Violaciones de Derechos Humanos por parte de las Autoridades Marroquíes (AVVDHAM) denuncian regularmente estos hechos, aunque son negados sistemáticamente por Marruecos como propaganda argelina.

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