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La Europa que espera y otras historias

El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, conversa con la primera ministra británica, Theresa May.

José A. Alemán

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“Más que sugerir que un segundo referéndum es antidemocrático, creo que el Brexit que se ofreció al principio ha demostrado ser inviable. La salida que se ofrece ahora está tan alejada de aquellas promesas y perjudica tanto al Reino Unido que sería profundamente antidemocrático no realizar una consulta sobre el resultado del desdichado proceso que atraviesa el país actualmente”. Este comentario de Alastair Campbell, antiguo asesor de Tony Blair, equivale en cristiano a que no se discute lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario; o que no se puede “bufar i fer ampolles”, dicho sea en su lengua por si hay catalán a la escucha. Es evidente, desde luego, que los promotores de un nuevo referéndum buscan cambiar el sentido del voto primero, saltar del brexit a la permanencia en la UE y tiro porque me toca. Pero si eso no es democrático como indica Campbell tampoco resulta serlo para él no consultar, ocultar al electorado los efectos negativos del brexit para los europeos y en especial para los británicos que se tragaron la bola de los nacionalistas.

Lo realmente llamativo es que el UKIP, siglas inglesas del Partido para la Independencia del Reino Unido, logró convencer con sus falsedades a la mayoría de los que acudieron a votar. No llevaban más programa conocido que el “Europa nos roba” que quizá les suene. Un eslogan que persuadió a un buen número de votantes de que el resto de los europeos viven a su costa. Que es lo que piensan muchos europeos del norte de los países que denominan PIGS (Portugal, Italia, Grecia y Spain). No es preciso recordar que “pig” es “cerdo” en inglés. Si por lo menos fuera ibérico… O sea, que Para ellos los esforzados (y envidiosos) noreuropeos, en el sur derrochamos malamente, a manos llenas en parrandas y otros excesos, la riqueza que ellos, con lo listos que parecen, generan con su trabajo que no debe parecerles tan duro por la imposibilidad de que sea de sol a sol. .

Volviendo al Brexit, llegan noticias de que en Bruselas están hasta donde pueden imaginarse de los británicos y hay, incluso, quienes braman para que arranquen la caña de una maldita vez. Y ya sin disimulos pues los británicos obligan al funcionariado europeo a un desgaste de energías y de tiempo fuera de convenio y que para más INRI distraen su atención de los grandes problemas que afronta la UE. Desde hace varias semanas se daba por descontado en la capital de la UE que no cogerían puerta los británicos el próximo 29 de marzo como estaba previsto en el calendario y que Theresa May solicitaría una nueva prórroga para romper amarras, cosa que acaba de ocurrir y que la UE concedió; aunque nadie, ni los propios británicos, saben de qué sirve y para qué quieren esa nueva prórroga: han pasado dos años del referéndum y anda Westminster entretenidillo, sin parar de vapulear a la première, que no gana una.

Bannon, ese hombre

Nada ocurre por casualidad. Y la casualidad se llama Steve Bannon que durante sus primeros siete meses de mandato fue el estratega, no sé si preferido, de Donald Trump. Si es demasiado sospechar que está detrás del renacer de los nacionalismos europeos, la mayoría vinculados a la ultraderecha, lo cierto es que tras su salida de la Casa Blanca Bannon ha ayudado, incluso hecho campaña, a favor de partidos o movimientos de derechas o de ultraderecha. Como el Frente Nacional de Le Pen; Alternativa por Alemania; la Fidesz húngara; el Partido por La Libertad holandés; los Demócratas de Suecia y un largo etcétera que incluye, ya ven, a Vox, la tercera pata del tridente que forma con PP y Ciudadanos. Para Bannon tanto los grupos mencionados como los que se podrían mencionar, sin dejar atrás a Putin, a XI Jinping y al propio Trump, representan un viraje (positivo) hacia el nacionalismo y ahí está en Bruselas de su hechura The Movement para promover y respaldar el euroescepticismo, el liberalismo económico (que no falte, ya saben) y el populismo de derechas.

De Bannon se ha dicho de todo aunque él se defina como “nacionalista económico”, o un “capitalista partidario del libre mercado”. Para no extenderme demasiado en sus querencias, destacaré su admiración por el italiano Julius Evola, seudónimo de Giulo Cesare Andrea Evola, esoterista e ideólogo fallecido en 1974 y considerado principal filósofo del movimiento neofascista europeo.

A medida que se aproximan las elecciones al Parlamento Europeo el próximo 26 de mayo, se hace patente que la ultraderecha avanza . Lo ha hecho en las elecciones suecas y en Italia Matteo Salvini sigue creciendo en las encuestas, a pesar de su programa radical; o gracias a él, que la gente es muy rara. Mientras, trabaja en un gran acuerdo político con el húngaro Víktor Orban. Al propio tiempo, la coalición que gobierna Alemania con Merkel de canciller hace aguas al borde de la ruptura. La inestabilidad política y el auge creciente de Alianza por Alemania aporta las condiciones necesarias para que Bannon gane la batalla, indica Nadia Urbinati, a la que no tenía el gusto hasta hace poco, que considera extremadamente peligroso el avance ultra en la UE.

Nadia Urbinati es catedrática de Ciencia Política en la Universidad neoyorquina de Columbia y relaciona a Bannon con Julius Evola, ideólogo de la derecha violenta italiana para quien la democracia es “el síntoma de un mundo en descomposición”. No duda, Urbinati, en señalar a Bannon como cocinero de la internacional populista y lo califica de “Rasputín católico de la campaña electoral de Trump”. Con una concepción que califica de “arcaica” considera que la promovida por Bannon promete ganar las elecciones europeas de mayo dentro del proyecto “de llevar a los enemigos del europeísmo al gobierno de Bruselas. El plan ha sido articulado y pagado por los secuaces de Trump y su objetivo es liberarse de las condiciones que la UE impone al mercado. Los ideales se traducen en cash. Desquiciar a Europa supone abrir un rico mercado a los Estados Unidos. La Europa que interesa a la administración norteamericana es una Europa hecho añicos y fácil tierra de conquista”. Sea lo que sea, el comportamiento de Trump no hace sino confirmar lo atinado de este análisis de intenciones.

Martín Chirino

Conocí a Martín Chirino a finales de los 60 o principios de los 70. Comenzaba por entonces a hacer de periodista y lo entrevisté en la cafetería de la Casa del Marino cuando se ubicaba en ella el Hotel Palace. No recuerdo bien si fue Julio Fajardo o su hermano José Luis quien nos presentó. Yo sabía de él por cosas que había escuchado; entre otras una muy parecida a la falsa anécdota en la que Pérez Galdós se sacudía los zapatos al llegar a la Península para desprenderse hasta del polvo canario. Como si él fuera producto de un rapto contemplativo de sus padres. Marcharon con Martín a Madrid, Manolo Millares, Manolo Padorno, Elvireta Escobio y José María Benítez. Y lo hicieron porque eran tiempos de dictadura y había que huir del ambiente asfixiante creado por las autoridades franquistas, sus secuaces y adulones para los que la Cultura y los deseos de libertad eran sospechosos. Aunque la miseria es lo que es en todos los tiempos, me dejó de un pieza enterarme de que el Cabildo grancanario había desistido de adquirir una arpillera de Manolo Millares porque ¡daba mal olor! al decir del “asesor”

Creo que aquella vez oí hablar a Martín, por primera vez, de las espirales de arena que el viento levantaba en su playa de Las Canteras. Me habían dicho que Chirino odiaba a Gran Canaria y despreciaba a los grancanarios, pero lo que descubrí aquel día fue otra cosa y aunque estaba seguro de que no era cierta esa actitud absurda, me convencí de que Chirino y sus compañeros se fueron de la isla porque era entonces absolutamente necesario. Poco después conocería a Manolo Millares, que nos dejó demasiado pronto y mantuve durante muchos años una entrañable amistad con Manolo Padorno. Quizá fuera el contacto con todos ellos, pertenecientes a una generación anterior a la mía, la experiencia más enriquecedora de mis años en estos menesteres no siempre gratos.

Estos días se han publicado espléndidos artículos sobre la figura de Martín Chirino y cuanto se me ocurre está ya dicho. Y debo, además, agradecer a quienes me han desvelado cosas y puntos de vista que desconocía o que ignoraba, que no es lo mismo. Pero son para mí las espirales las que conectan a Martín (o Mártin, como lo llamábamos a veces) la canariedad sin adjetivos. Podría decirse que las espirales son universales y frecuentes en no pocas culturas pero eso no quita que sean evocadoras de la cultura de los antiguos canarios aunque sea el hierro, metal que no conocieron, el que lo acompañó en su obra. La espiral arranca de un punto y se desarrolla para no acabarse nunca, como el Tiempo que pasa y pasa. Una obra de la que, por fortuna, hay una buena representación en las islas. Tanto en colecciones privadas como en lugares públicos

Poco más puedo añadir a lo mucho que se ha dicho estos días de Martín Chirino. Sólo diría lo que en su momento le dije a Manolo Padorno en su despedida: “Encantado de haberte conocido”.

El Gobierno no sabía nada

Entre las coñitas del día figura la del Ministerio de Fomento que nos está saliendo rana total. Ya no es que ni se entere del REF ni tenga noción del porqué ciertas “ventajas” canarias no son privilegios sino que son resultado de lo que son que me niego a pormenorizar porque si todavía no se han enterado en Madrid de qué va la cosa, no creo que cuatro líneas más añadan algo al asunto.

A lo que iba: Fomento no tenía ni repajolera idea de que la consumación del Brexit sería un desastre para el sector hortofrutícola canario. Acaba de enterarse y es verdad que se ha comprometido el Ministerio a buscar soluciones cosa que, la verdad, no sé si será mejor o peor. Casi estaba por decirles que mejor harían los interesados plantándose en Londres, llegar a acuerdos con la parte británica callada la boca para que no se encelen en Madrid y le den al Gobierno así, como quien no quiere la cosa, el asunto arreglado a ser posible sin que se entere Fomento para que haya final feliz.

Pero, ya ven, en diciendo eso caigo en la cuenta de que sí, que es cierta la dejadez del Gobierno con las islas, aunque no sé si porque dan los socialistas por ganadas aquí las elecciones o porque piensan que no se comerán una rosca. Sin embargo, igual que digo una cosa, digo otra: ¿para qué rayos tiene Canarias instituciones, diputados, senadores y demás familia que no se ocupan de que el Gobierno central esté al corriente? No es, vistas la recientes experiencias con el REF, el Estatuto y demás, que eso sirva de mucho pero al menos justifica sueldos. Y cosa parecida debería decir de los empresarios y sus ejecutivos que los sacas de la búsqueda de la vía para no pagarles un salario decente a la gente y ya ni saben lo que hacen.

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