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Feo panorama político

Fachada del Congreso de los Diputados. (CA).

José A. Alemán

Parece que la “excitación” catalana remite, aunque sus resultas ya se perciben en la política española, no sólo en Cataluña. Uno de los efectos es que ha creado las condiciones para que Rajoy avance en el proceso de recentralización de las autonomías. O sea, en quitarles mordiente para el mejor reinado del centralismo. Rajoy, recuerden, compartió las reticencias anticonstitucionales de Aznar, especialmente las referidas al título VIII, el de la organización territorial del Estado. Aznar relegó el legado de Fraga a quien no le gustó inicialmente el alcance de dicho título entronizador de las autonomías, si bien dulcificó su percepción negativa del sistema autonómico durante los quince años en que presidió Galicia; incluso hay quien asegura que acabó convertido en autonomista de toda la vida.

Aznar y Rajoy mantuvieron parecida actitud reservona, más evidente en Aznar, cautivo de sus escritos de falangista, que en Rajoy, del que no se sabe si baja o sube la escalera cuando está en mitad de ella, que ya saben como son los gallegos. Y si Aznar confesó a hablar catalán en la intimidad, Rajoy viene incordiando lo mucho y lo bueno a los catalanes desde por lo menos los años 2000, cuando organizó la recogida por toda España de firmas contra el Estatut. Dicen, no sin razón, que contribuyó con sus iniciativas y ocurrencias al incremento de los efectivos del independentismo catalán al tiempo y al reverdecimiento del nacionalismo español, incluida la derivación ultra de choque. Mientras tanto, él silbaba mirando en otra dirección para pasar en la siguiente etapa al atrincheramiento en el plasma que evitara preguntas indiscretas y/o embarazosas y acabar con el más elaborado escaqueo de los trabalenguas tipo un plato es un plato y el alcalde que quieren los ciudadanos, el alcalde y mientras peor, mejor y todo lo contrario que llevaron a pensar a muchos que presidía el Gobierno un totorota.

La oportunidad catalana

Pero si el fin justifica los medios, como parece, Rajoy está más que justificado pues salió ileso de las imputaciones por corrupción al mismo PP del que fue dirigente antes de convertirse en máximo responsable del partido. El ideal, supongo, porque ni enterarse de cuanto ocurría a su alrededor porque no se enteraba de que a su alrededor se estaban poniendo las botas. Una corrupción de la que ya ni se habla, silenciada por la escandalera catalana y diluida por la política de cambios en la judicatura de los juristas menos influenciables por las tesis que se desprenden de la afirmación rajoyana de que eso, la corrupción o sea, es un asunto viejo. Por fin, después de tantos años de siembra, el estallido secesionista inducido le dio a Rajoy la oportunidad de aplicar el artículo 155 de la Constitución, es decir, de suspender la autonomía catalana, la más determinante del actual Estado de las Autonomías y una hora menos en Canarias, ya les digo. Le mola más la unidad de España “estilo Imperio”, con los canarios de indios ultramarinos y la renuncia implícita a una democracia moderna, esto es, sensible a la diversidad; no para molerla a palos sino para integrarla en una concepción moderna de Estado democrático.

Rajoy ha logrado, pues, lo mejor para la derecha y en particular para el núcleo de intereses económicos, financieros, políticos y funcionariales radicado en la capital del Estado. Venía muy bien a ese núcleo de poder pararle los pies a la única comunidad capaz de hacerle sombra y seguro que no le faltaron a Rajoy asesores, los que le pudieron recomendar el culto a su imagen de español medio que se pirra por el fútbol. Por no hablar de su estilo de correr tan desarbolado que no puede sino dejar con el alma en vilo a quienes han visto por la tele semejante desbarajuste, de los que suelen acabar en el formidable partigazo tremendo amasijo de brazos y piernas tan descoordinados que desesperan incluso a los expertos en expresión corporal. Menos mal que, en caso de que los asesores ordenaran eliminar la secuencia del tal partigazo, que es (más bien era) el modo isleño de referirse al “leñazo” y al “batacazo” castellanos.

Cada oveja con su pareja y el REF por ahí se anda

Podrá decirse, claro está, que cuanto llevo escrito es una manera de ver las cosas al puro modo conspiranoico. Aunque convendrán que durante el mes de bronca catalana como tema monográfico, he señalado varias actuaciones históricas de Rajoy que, puestas en fila y visto el desenlace, por ahora provisional porque habrá más madera, avalan la existencia de una perversa línea política inducida durante los últimos veinte o casi treinta años para llegar a este punto. Una sospecha que, siempre en clave conspiranoica, confirma la forma de comportarse en público del presidente. Quiero decir que hemos visto las supuestas torpezas de Rajoy que han incrementado las ganas de mandarse a mudar de un elevado porcentaje de catalanes. Conozco a unos cuantos a los que jamás se les ocurrió que acabarían cabreados y con una estelada a modo de capa amarrada al cuello, a sus edades.

Sin duda atinó Rajoy al elegir a los catalanes. Interesaba al núcleo de intereses establecido en Madrid y le interesaba a él recoger en votos los frutos del anticatalanismo cultivado durante siglos en el resto del país. Los malos resultados electorales del PP indicaban que poco rascarían en Cataluña y aconsejaban incomodar a los catalanes para ganarse las voluntades de las demás comunidades, con Valencia y Mallorca a la cabeza. La actitud pepera de sí pero no a la autonomía, según soplaran los vientos, dio resultados y la ejecutoria última del PP machacando a los catalanes y de paso, en sus días de presidente, a Rodríguez Zapatero, presentado como un imbécil que estaba a lo que dijeran los catalanes, fueron agriando las relaciones de un amplio sector con Madrid y como era de esperar provocó la fractura social entre los propios catalanes donde nunca fue hasta ahora, por mucho que se insista, un problema pensar diferente. Ese es un legado negativo del PP que García Albiol, la cabeza visible del PP en Cataluña, se esfuerza en ampliar con frecuentes maneras de energúmeno; político, de momento..

En cuanto a Rajoy ya les dije de su manera de estar en política dando a ratos sensación de inseguridad, de despiste, de no saber bien qué hacer ni lo que hace, pasando por español medio con su afición al fútbol y la dependencia del As y el Marca. Hasta conseguir coger la sartén por el mango al suspender la autonomía catalana lo que ha entusiasmado, cómo no, a Ciudadanos, que llevaba semanas instando a Rajoy a aplicar el artículo 155 de la Constitución.

Por lo que toca al PSOE, Pedro Sánchez ha vuelto a hacer el canelo: respaldó la aplicación del 155 “por responsabilidad” de Estado lo que es tanto como decir que no era demasiado responsable su propuesta plurinacional anterior. Rajoy, consciente de la patinada de Sánchez, no se ha ocultado para decir que de reforma constitucional sólo se hablará, y punto, y que del dicho al hecho hay mucho trecho. Con todo, Sánchez embarcó al PSOE en el autodenominado “bloque constitucionalista” con el PP y Ciudadanos, lo que no debe haberle hecho demasiada gracia a Miquel Iceta, secretario de los socialistas catalanes, a quien toca mamarse la tranca, con perdón.

Parece claro, pues, que por la derecha el asunto está, más allá de las ya inminentes elecciones catalanas, entre PP y Ciudadanos, que comparten sus aprensiones respecto a las autonomías a las que tratan de meter en cintura tras su “éxito” en Cataluña. Aunque se adivina que Rajoy no las tiene todas consigo ya que, después de legislar para facilitar la tramitación de los traslados de sedes empresariales, con la evidente intención de dañar a Cataluña para que se rinda, pide ahora a las compañías que permanezcan allí. Es muy fuerte castigar de esa manera al 20% del PIB español y debe temer que acaben por pasarle factura.

Por otro lado, a Rivera no parecen gustarle las autonomías, ni el poder de la Generalitat, ni el cupo vasco; ni, por cierto, el Régimen Económico y Fiscal canario (REF por mal nombre) en la parte que nos toca. Por más que sus fieles de las Islas trataran de aclarar que las especialidades canarias no entran en el paquete de Rivera. Será, digo yo, porque esas “especialidades” isleñas ya ni rigen y no nos habíamos enterado debido, quizá, a que su tratamiento y defensa política se han circunscrito a los intereses empresariales, cosa que merece un pequeño comentario.

Hay, por supuesto, políticos y empresarios que niegan ese favoritismo en relación con el REF. Uno, cansado de este asunto las especialidades canarias, no quita ni pone rey pero les recuerdo que el REF tiene dos vertientes, la Económica y la Fiscal como su propio nombre indica; que la primera, la Económica, afecta a la ciudadanía en general y de forma particular a la clases menos favorecidas; que la segunda, la Fiscal, es del exclusivo interés empresarial; que hace más de un año se aprobaron en el Congreso las enmiendas a la parte Fiscal y se aplazaron sine die las que afectaban a la Económica y ahí queda eso. La conclusión lógica es que, mientras el contenido Fiscal del REF tiene quien rece por él y salió adelante en Madrid hace un año por lo menos, la Económica, la que incide en el bienestar de los ciudadanos rasos, no tiene perro que le ladre. Tan es así que hace unos días supe que el Congreso ha vuelto a aplazar su debate y aprobación que ya no podrán ser, como muy pronto, hasta febrero.

El problema, aparte del ya considerable retraso, es la posibilidad de que los Presupuestos Generales del Estado se aprueben antes de la reforma de esa parte Económica del REF. Lo que supone esperar a los presupuestos del año siguiente para que se incluyan las partidas correspondientes; si no se traspapelan, claro. La posibilidad de que ese, precisamente, sea el designio del Gobierno corre paralela a que los diputados canarios, en especial los llamados “nacionalistas”, apoyen los próximos presupuestos; “por responsabilidad”, claro.

El arranque confederal del estado español

Si por la derecha las cosas parecen estar como digo, el PSOE, del que ya ni se sabe qué es, no para de dar palos con el rabo. Sólo queda la evidencia de que padece la misma crisis que puede acabar, está acabando realmente, con la socialdemocracia europea. Fue de traca, según creo haber indicado, ver entrar en barrena el ataque de plurinacionalidad que le sobrevino a Pedro Sánchez tras recuperar el mando socialista. Ayudó a Rajoy a salir del paso de suspender la autonomía catalana a cambio de su promesa de reformar la Constitución y las autonomías de una maldita vez. Y pasado el momento de apuro, el presidente se puso en modo sí pero no que viene siendo un “tampoco” porque, comprenderán, después de tantos años, no va a renunciar a sus tiempos felices contra la Constitución y el Estado de las Autonomías y no aprovechar la coyuntura para intentar realizar el ideal de recentralización y restablecimiento de la arquetípica “España eterna” incapaz de reconocer por puro patrioterismo (inculcado desde la escuela, para que luego digan) que la llamada “unidad de España” de los Reyes Católicos fue la confederación de los reinos de Castilla-León y de Aragón-Cataluña; que el posterior Imperio que siguió no era propiamente, como apuntara Manuel Azaña, de hegemonía española sino de la dinastía reinante: “Desde Francisco I a Richelieu, Francia no se enfrentó tanto con España como con la Casa de Austria”, indica por su parte el hispanista francés, hijo de emigrantes valencianos, Joseph Pérez. No sólo tuvo la tan traída y llevada unidad carácter confederal sino que España se organizó bajo los Austria con una estructura que hoy llamaríamos federalizante. Es más: la tendencia a compartimentar la historia a grandes rasgos llevó a la afirmación de que los borbones introdujeron en España el centralismo. Sin embargo, lo cierto es que la abolición por Felipe V de la autonomía de Valencia en 1707 y las de Aragón y Cataluña, cabe considerarlas, según el ya citado Pérez, “una sanción contra súbditos rebeldes más que como aplicación de un centralismo doctrinal”. Fue algo así como la aplicación hoy del artículo 155 de la Constitución. En realidad, los Borbones procuraron más que nada organizar administrativa y burocráticamente el Estado, que caminó luego hacia la centralización, que era menos borbónica y más hechura del Estado liberal burgués del siglo XIX. Este necesitaba para el desarrollo de los negocios un país uniforme en la aplicación de las leyes, la recaudación de impuestos, el trazado de las líneas políticas, etcétera. Era esa centralización una necesidad de la época para procurar una gobernación eficaz; hoy sólo es el negocio del núcleo instalado en el centro, pared con pared del BOE.

Una crisis nada exclusiva

El conflicto catalán ha traído consecuencias como la ya señalada del pulso del PP y Ciudadanos por quedarse el espacio de la derecha. Al menos, eso parece ahora mismo. Dicen que Ciudadanos nació con vocación de desplazar al PP pero vayan ustedes a saber. El hecho de que el PP, a pesar de haber sido imputado por la Justicia como tal partido siga ahí, tan campante y manejando nombramientos en la Justicia y lo que haga falta a conveniencia, indica que sigue mandando. Por poner un ejemplo de hasta donde llega su poder, el de la Justicia argentina que acaba de dictar duras condenas para los genocidas de la Junta Militar de Videla; mientras en España los esfuerzos del Gobierno y las actitudes de algunos jueces tienden a impedir a las familias recuperar los restos de sus familiares asesinados para darle digna sepultura. Han llegado a burlarse de los esfuerzos, a ignorar por supuesto la ley de Memoria Histórica quienes reprochan a los catalanes no respetar las leyes en lo que toleran actos públicos de exaltación de la figura y los valores del Caudillo que dicen. El asunto de los intentos de mantener el monumento a Franco en Santa Cruzde Tenerife es significativo.

Podemos también está en una crisis cada día más evidente. La que muchos esperaban porque, en verdad, Pablo Iglesias no ha dado la talla, lo que aprovecharon sus rivales para explotar a fondo determinadas inconsecuencias y sobre todo su supuesta financiación por el chavismo venezolano e Irak que ha sustituido al oro de Moscú en la satanización que es el juego sucio preferido de la derecha de siempre. El PP no para de sacarle este asunto a colación a pesar de que la Justicia que tanto dice respetar despachó las denuncias con un “no ha lugar”. Pero no por eso deja de difundir infundios con una persistencia que unida a los errores del satanizado, Iglesias en este caso, hace que, hoy por hoy, siga Podemos en grado de tentativa respecto a las ilusiones que despertó y desde luego bastante lejos de posiciones que le permitan ser determinante. Es curioso que Iglesias atine en una gran parte de sus análisis y a la hora de la verdad se convierta en la encarnación viviente del predicar y no dar trigo.

Con todo, lo que más llama la atención es que de repente, a resultas del conflicto catalán, no sólo siguen insistiendo en la idea de unidad nacional de estirpe franquista sino que se oye a los dirigentes del PP invocar tres veces por párrafo de siete líneas, como un mantra, los conceptos de Constitución y Democracia sin añulgarse por falta de práctica. Sin descartar, por supuesto, que haya peperos que comulgan con esas ideas por convicción, también observo casos en que lo hacen por instrucciones de lo que conviene decir en cada momento. Para mí semejante fervor constitucionalista y democrático sobrevenido a los voceros del PP indica hasta qué punto se ha degradado la palabra Democracia y desvalorizado la Constitución. Irrita verlos autoproclamados adalides no en defensa de esas ideas sino para utilizarla como modo de hacer más doloroso el machaque a los catalanes y no sólo a los secesionistas. Y no es que defienda a éstos sino porque unos gobernantes demócratas de verdad no hubieran hecho llegar tan lejos a los dirigentes catalanes. Si estos pecaron de temerarios y fantasiosos, si no midieron el berenjenal en que se metían, también cabe suponer, conspiranoicamente hablando, que pudo Rajoy dejarlos a la espera de que se dieran un tiro en el pie para tirar del artículo 155, como pedía, no sé si casualmente, Rivera.

He llegado a pensar que Rajoy le ha tomado el pelo al país con su supuesta indolencia y esa imagen de presidente inseguro… hasta que pudo poner sobre la mesa, dijo que “obligado”, el dichoso 155: ya indiqué antes que Rajoy cambió a partir de ese momento y que en lugar del presidente que no se entera de nada y convirtió en artículo de fe que un plato es un plato, aparece un hombre renovado y exultante que no ha dudado en pararle las patas a quienes esperaban que cumpliera con la reforma constitucional de la que, ya saben, sólo “se hablará” durante los próximos años y dispuesto, por lo que se ve, a aprovechar la oportunidad de rebajar las autonomías al nivel en que las quiere el núcleo de intereses políticos, económicos y financieros establecido en Madrid, a la sombra del BOE y sabedores de que los leones de la Carrera de San Jerónimo son de mentirijillas y no muerden. Asimismo, se trata de que los medios informativos no se excedan en señalar los graves problemas y carencias de las autonomías españolas, por seguir llamándolas así hasta que acaben de desvirtuarlas.

No consuela, faltaría más, saber que en el resto de Europa hay también problemas. A la UE le están creciendo por todas partes los nacionalismos de corte fascista y con capacidad de influir en los que tienen otras inspiraciones si bien, a mi entender, pueden acabar en la órbita de los fascistas que tienen el discurso más organizado para llegar a acuerdos con los de otros países y trabajar unidos contra la UE. Esta, como es bien sabido, nació precisamente para erradicarlos e impedir que vuelvan a ser origen de una nueva guerra mundial. Ya estos nacionalismos, los fascistas incluidos, han escalado posiciones políticas importantes y no sorprendería que comiencen a dar sorpresas. Frente a ellos ya no hay una socialdemocracia ni otras formaciones capaces de irles a la contra con el grado de eficiencia suficiente. Encima, no puede decirse que Europa esté ahora mismo atendiendo a los valores que proclama.

El secesionismo catalán, a eso voy para terminar, ha salido escaldado del pulso con el Gobierno aunque este no ha salido bien parado. El desprestigio es evidente y aunque no le reprochen en el exterior a Rajoy que aplicara la ley, bien saben los gobiernos europeos que ya no es lo mismo e igual acabarán reprochando a Rajoy, si no lo han hecho ya, su inmovilismo y la ausencia de diálogo que llevaron las cosas al punto en que están.

Por último, llama la atención que tanto el número uno del PP catalán, García Albiol, como Inés Arrimadas, de Ciudadanos, hablen como si creyeran que tras el 155 vendrán las elecciones que acabarán definitivamente con el problema. Como si pensaran que basta la derrota en las urnas para que el secesionismo se desvanezca en el aire, deje de existir para que todos sean felices y coman perdius, perdonando el modo de señalar. O aprenden a hacer política o no sé yo qué va a pasar aquí.

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