Sobre este blog

Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona y Master en Periodismo y Comunicación por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Fue Jefe de la Sección Política del periódico Canarias 7, Jefe y analista de la Sección de Economía del periódico La Provincia, Jefe de las secciones Nacional, Internacional, Edición y Cierre de La Opinión de Murcia,  Corresponsal y analista económico en Canarias del periódico La Gaceta de los Negocios, Director del diario La Tribuna de Marbella, Jefe del Gabinete de Comunicación del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, Director del diario La Gaceta de Las Palmas, Cofundador y director del peridico digital CanariasAhora.com. Director del Canal Canarias de la productora Media Report y Director de la Televisión Canaria Internacional. Como escritor, ha publicado cinco libros.

Niños destrozados, cascotes y camiones diabólicos

Niño escondido en un refugio improvisado. (EFE).

Jorge Batista Prats

Las Palmas de Gran Canaria —

Coronel Bill Kilgore

¿Hueles eso? ¿Lo hueles, verdad? … Es napalm. Nada en el mundo huele como eso … Me gusta el olor del napalm por la mañana … Una vez, durante doce horas, bombardeamos una colina y, al acabar, no encontramos ni un cadáver de esos amarillos de mierda … ¡Qué pestazo el de la gasolina quemada! … Aquella colina olía … a victoria … Algún día acabará esta guerra. (Apocalypse Now)

Tal vez esta noche, las que durante cinco años han pasado y las que queden por venir, Belén haya trasmutado su nombre por Alepo. El Papa Ratzinger, uno de los grandes fundamentalistas de la Iglesia Católica y antecesor del disperso Francisco, dijo una vez que en el portal donde naciera Jesús no hubo jamás ni mula ni buey. Que ni siquiera había entonces una estrella o cometa que guiara a los Reyes Magos de Oriente hasta allí. Incluso, que jamás hubo portal. Que Jesús nació en la casa que su padre, José, tenía en Belén. Y que jamás el carpintero anduvo por las calles buscando un espacio donde el niño naciera a salvo del frío. Probablemente, Ratzinger no pensó nunca que las tradiciones no son ni verdad ni mentira. Son tradiciones. Moldeadas en los siglos por la comunicación oral, la escritura y, sin duda, también por las circunstancias históricas. Creo que Ortega hubiera estado de acuerdo conmigo.

Se ha hablado tanto del portal, hemos visto tantas veces sin ver jamás a Melchor, Gaspar y Baltasar postrados y entregando al bebé oro, incienso y mirra, que hasta el ácido humor de un periódico – ¿qué importa ahora cuál? – hizo posible este texto: “Clavándole al niño Jesús un pincho blanco y largo de su estructura, el belén proyectado por el célebre arquitecto Santiago Calatrava se ha desplomado dos días después de su inauguración, atrapando entre las ruinas a varias figuritas y acabando con la vida del hijo de Dios. Al parecer, las innovadoras columnas de gelatina, pese a ser muy vistosas, no han soportado el peso de la construcción. El Belén, de formas fastuosas y con muchos detalles blancos y dorados, se ha desmoronado de madrugada. Sólo han quedado en pie las construcciones de alrededor, como el pozo y los árboles de plástico. Los bomberos han podido salvar la bóveda de uralita que simbolizaba la esperanza del pueblo ante la llegada del Salvador, así como el velcro que la sujetaba y que era una alegoría de la incertidumbre de una sociedad corrupta que adoraba a falsos ídolos. El portal de Belén estaba presupuestado en 100 millones de euros aunque finalmente el coste ascendió a 178 millones”.

Sin embargo, no venimos al portal, fueran sus condiciones y construcción como fueran. Hemos llegado a Alepo. Cuestión del destino, del azar, de las decisiones de los grandes medios de comunicación y agencias que imponen cuándo y cómo un algo se transforma en noticia. Tal vez lo que nos haya guiado es ese hediondo olor que desprende la descomposición de los cadáveres. Pero podríamos haber arribado a Somalia, al noroeste de Pakistán, a Birmania, a Filipinas, Turquía, Yemen, Libia, Irak, la cuenca del lago Chad (la desertización lo hará desaparecer en un par de décadas), Sur de Sudán, Burundi, Afghanistán … la moda no es sólo cosa de la alta costura y el prêt à porter. También afecta a la guerra y al averno. El nexo es la sangre, el sufrimiento, el sinsentido, la crueldad y el dolor.

Diga lo que dijo Ratzinger – desconozco lo que estará pensando Rouco Varela en su exquisito ático de Madrid – lo cierto es que en Alepo (Siria) los niños no han tenido portal ni mula ni buey. Ni ha aparecido por allí ningún rey. Ni siquiera Papa Noel, que los trineos no son para surcar el desierto. De los alrededor de 315.000 muertos que ha vomitado la guerra siria en algo más de cinco años, 15.099 son menores, según cifras recogidas por el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, con sede en Gran Bretaña. Además, miles de niños sirios han sido testigos de eventos traumáticos y de situaciones de extrema violencia, según Unicef, que estima que medio millón de niños en Alepo “necesitan apoyo psicológico y 100.000 de ellos asistencia especializada”. No era un niño, pero recuerdo ahora al judío Wladyslaw Szpilman interpretando en un piano lleno de polvo, con las manos doloridas y entumecidas, un tema clásico para un alto oficial nazi estremecido y horrorizado por la guerra. Ha hecho allí casualmente un pequeño alto en su retirada de Varsovia, donde ya están entrando los rusos. Genial escena del no menos genial Roman Polanski, rodada en un edificio en ruinas como en ruinas ha quedado la ciudad siria.

Periodistas que observan el conflicto desde Beirut comentan que, ante la falta de medicinas y posibilidades de atención, hay cirujanos que se ven obligados a elegir quienes vivirán y a quienes tendrán que dejar morir. Dicen que los miran a los ojos para decidir. Además, al no haber especialistas vasculares, la amputación de miembros es una ceremonia macabra ininterrumpida. Al parecer, el corredor humanitario ha vuelto a ponerse en marcha a base de autobuses, para tratar de evitar el martirio de entre 40.000 y 50.000 civiles que quedan, repartidos entre las zonas que controla el Ejército de Al Assad y los denominados tebeldes o insurgentes, guerrilleros ligados a múltiples facciones terroristas, entre ellas, Al Qaeda y el Isis.

La guerra de Siria es tan compleja, que hasta los periodistas destacados en la zona se contradicen entre sí a la hora de informar. Y tiene su lógica, porque infierno es sinónimo de caos y confusión. No obstante, los mejores analistas coinciden en que la tragedia de Alepo “consolida al presidente sirio y a sus dos grandes aliados, Rusia e Irán, como los grandes ganadores del conflicto. Y a los rebeldes, Turquía, Arabia Saudí y EEUU, como los perdedores”.

Y mientras en Alepo se muere y se mata quizá sin saber exactamente por qué, Berlín, en el centro de la vieja y mil veces golpeada Europa, recoge la historia de Niza. Un camión conducido por un demente se lanza contra una multitud de inocentes que celebraban uno de los muchos eventos navideños que en estas fechas tienen lugar en Europa, rompiendo no sólo la Navidad sino la vida de muchas familias. El Isis o el Daesh, como quieran, va perfilando sus estrategias asesinas según los países a los que quiere golpear. Al respecto, en Irak ya disponen de fábricas para elaborar bombas y macabros talleres donde se confeccionan coches bomba a medida. Poco a poco múltiples grupos terroristas van conformando un Estado terrorista. Por ello, no es alucinación ni locura decir que 2016 se va, pero dejando abiertas las puertas de la más tenebrosa caverna. Hay un embajador ruso muerto en el suelo de Ankara. Y la resaca no será de cava sino de sangre, muy probablemente.

Epílogo

He procurado acercarme a la guerra de Siria desde el máximo rigor y dejando de lado planteamientos maniqueos y viscerales. De lo mucho que he estudiado, el análisis que me parece más sobresaliente es el llevado a cabo por el jurista Robert Kennedy júnior, sobrino del asesinado expresidente norteamericano John F. Kennedy. Según John, “La decisión de Estados Unidos de organizar una campaña para derrocar al presidente de Siria, Bashar al Assad, en gran parte se basó en la negativa de este mandatario a permitir el paso por su país de un gasoducto desde Catar hacia Europa”. Así, “Nuestra guerra contra Bashar al Assad no comenzó por las protestas civiles pacíficas de la Primavera Árabe en 2011”, sino en 2000, “cuando Catar ofreció construir un gasoducto por valor de 10.000 millones de dólares que atravesara Arabia Saudita, Jordania, Siria y Turquía”.

Robert Kennedy advierte que “esa infraestructura hubiera garantizado que los reinos suníes del golfo Pérsico tuvieran una ventaja decisiva en los mercados mundiales de gas y hubiese fortalecido a Catar, que es el aliado más cercano que Estados Unidos posee en la región”. Efectivamente, allí se encuentran dos de las principales bases militares norteamericanas y la sede del Mando Central de Estados Unidos en Oriente Medio.

Continúa Kennedy: “Inmediatamente después de la negativa al proyecto inicial, las agencias de inteligencia de EE.UU., Catar, Arabia Saudita e Israel comenzaron a financiar a la oposición de Siria y a preparar una revuelta para derrocar al régimen de Assad, según los datos de diversos informes secretos a los que ha tenido acceso Kennedy, quien detalla que la CIA transfirió seis millones de dólares a la cadena de televisión británica Barada para que elaborara reportajes en favor del derrocamiento del mandatario sirio”. Finalmente, Kennedy deriva de todo ello que “la inteligencia norteamericana ha utilizado a los yihadistas para proteger los intereses relacionados con los hidrocarburos de Estados Unidos y derrocar a regímenes en Oriente Medio desde mediados del siglo XX, debido a que consideraba que las fuerzas religiosas radicales eran un contrapeso fiable a la influencia de la Unión Soviética en la zona”.

Sollozo

No quiero cerrar los ojos y escuchar llantos. No quiero taparme los oídos y ver hombres y mujeres mutilados. No quiero que me llegue la quebrada energía cruel y dolorosa de un padre sentado sobre una piedra con su niño muerto en los brazos. Sí quisiera volcar millones de lágrimas y bloquear el teclado del ordenador para siempre. Para no tener que volver a escribir cuchilladas implacables. Porque creo que estas cosas también me hacen morir poco a poco.

Sobre este blog

Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona y Master en Periodismo y Comunicación por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Fue Jefe de la Sección Política del periódico Canarias 7, Jefe y analista de la Sección de Economía del periódico La Provincia, Jefe de las secciones Nacional, Internacional, Edición y Cierre de La Opinión de Murcia,  Corresponsal y analista económico en Canarias del periódico La Gaceta de los Negocios, Director del diario La Tribuna de Marbella, Jefe del Gabinete de Comunicación del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, Director del diario La Gaceta de Las Palmas, Cofundador y director del peridico digital CanariasAhora.com. Director del Canal Canarias de la productora Media Report y Director de la Televisión Canaria Internacional. Como escritor, ha publicado cinco libros.

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