La portada de mañana
Acceder
Israel se prepara para una ofensiva en Rafah mientras el mundo mira a Irán
EH Bildu, una coalición que crece más allá de Sortu y del pasado de ETA
Opinión - Pedir perdón y que resulte sincero. Por Esther Palomera

El origen de la devoción a los Santos Reyes de Oriente en La Gomera

Retablos de los Santos Reyes, ermita de los Santos Reyes, Valle Gran Rey

Pablo Jerez Sabater

San Sebastián de La Gomera —

Llegan unas fiestas emotivas: los Reyes Magos. Como tradición –entendida no desde el punto de vista bíblico de la Epifanía- sino como elemento innato en la cultura española, se celebra desde finales del siglo XIX tal y como la conocemos, con las características cabalgatas acompañando al cortejo y a los tres Reyes.

No pretendo aquí hacer una explicación teológica sobre lo que se relata en Mateo 2, 1-12, ya que es sobradamente conocido por nuestra propia tradición; expondré solamente la devoción insular vinculada, a nivel histórico-patrimonial, a esta señera iconografía cristiana en La Gomera.

Vayámonos al origen: año 1531. El primer conde de la isla, Guillén Peraza, ratifica la fundación del convento de la Seráfica Orden de San Francisco en La Gomera, bajo la advocación de los Santos Reyes, mediante cláusula testamentaria. Edificio de difícil reconstrucción histórica por la escasez documental, revela que en el siglo XVI se denominaba ya San Francisco de los Reyes, aunque lo que ahora interesa es apuntar que contó siempre con la protección condal, lo que le hizo perdurar –con menos fortuna que el convento dominico de Hermigua- hasta el siglo XIX.

Llega aquí la cuestión fundamental derivada de esta advocación. De sobra es conocida la devoción de los franciscanos tenían a este pasaje bíblico; no sería de extrañar –en algún momento he llegado a apuntarlo- que precisamente, durante este primer siglo de su estadía en la isla, recalaran en los pagos de Valle Gran Rey y allí destinaran a un fraile que, como sería usual durante esta centuria y el Seiscientos, fuera quizá el encargado de administrar las primeras misas en estas tierras que eran –no lo olvidemos- patronato condal. Bien; entendida esta posibilidad, apuntaría además que el nombre no es desde luego fortuito y tendría que venir del propio Guillén Peraza la edificación y patronazgo –amén de la advocación- de esta histórica ermita en Valle Gran Rey. Pero aún hay más. Hablemos pues del pequeño retablo de los Santos Reyes.

Inexactitudes cronológicas aparte, la indudable ornamentación del mueble con motivos de rocalla apuntan a una revisión de los que entre 1750 y 1790 se van a ejecutar para la iglesia matriz de la Asunción de San Sebastián (baste como ejemplo el de los Echevarría –San Miguel- o el del Carmen). Muestra la simbología epifánica tomada del evangelio de Lucas, tal y como apunta el profesor Darias Príncipe: vidimus stellam eiusim oriente et venimus adorare Dominum. La duda vendría de su origen, de la mano que hizo –salvando la inscripción dado por su debocion de esta Santa Imagen el capitán don Sergio Fernández-.

No me aventuro a hacer ninguna hipótesis, pues desconozco la biografía del donante, pero no sería de extrañar ni tampoco infrecuente que fuera un encargo realizado a algún artista local –se ha documentado recientemente la existencia de un pintor en La Gomera en estas fechas, concretamente trabajando en los municipios de Hermigua y Agulo- o que, cosa que tampoco era extraña, en el propio convento de los Santos Reyes existiera algún fraile con rudimentos en el arte de los pinceles, como está comprobado en otros similares en Tenerife. Sea como fuere, es el paradigma de esta devoción a los Reyes de oriente en la isla de La Gomera.

Etiquetas
stats