Creo que la primera vez que tuve contacto con la obra de Pepe Dámaso fue durante los últimos años de la carrera de Historia del Arte. Entonces –recuerdo- varios eran los nombres de artistas insulares que asaltaban las clases y los apuntes: Néstor, Óscar Domínguez, Manolo Millares, Plácido Fleitas… y Pepe Dámaso. Ayer tuve oportunidad de tenerlo cerca. De sentir su vitalidad a pesar de los contratiempos de su salud y su edad. El Cabildo ha traído una interesante exposición sobre la mitografía sanborondiana del artista nacido hace 80 años en Agaete. Me resultó sugestiva. Cierto es que allí vi a Néstor. Un tríptico marino me recordó al Poema del mar de ese otro genio grancanario. Pero vi a Dámaso. Le escuché hablar de la vida, de los tiempos, de los silencios. Le escuché hablar de pintura, de arte. También de fragilidad. Porque eso somos a veces, seres frágiles sugestionables por algo tan hermoso y eterno como es el arte, como es su arte. Esto es, una conversación a solas con Pepe Dámaso. (828 caracteres).