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Empresarios en La Gomera

Manuel Fernando Martín Torres

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El bombardeo de noticias económicas, financieras, bursátiles va cada día en aumento. Crecen los programas de radio y las tertulias televisivas que hablan de economía, y en los últimos años han crecido también los indicadores que, a modo de termómetro, vienen a medir la salud periódica del empresariado como el denominado “índice de confianza empresarial”.

La mayor parte de las veces desde el desconocimiento, nos referimos a ellos como un grupo muy homogéneo de privilegiados que se hacen ricos en modo fácil y viven de maravilla a costa del trabajo de sus asalariados o trabajadores. Esta visión podría completarse diciendo que su motivación diaria sería la maximización de beneficios y que se codean con otras fuerzas de poder, especialmente la clase política, para a través de manejos diversos obtener concesiones y prebendas.

No dudo que exista o, sobre todo, haya existido el perfil de empresarios que se vea reflejado en ese retrato, pero estoy convencido que es una minoría muy exigua. Aquellos que conozco personalmente (que son los más pequeños y abundantes) no son un grupo homogéneo, ya que se trata de personas con perspectivas empresariales diferentes; no pueden hacerse ricos fácilmente, no les va de maravilla a costa de los demás, ni tampoco se codean con políticos que les ofrecerán beber de la dulce copa de la corrupción.

Cierto es que los empresarios se empeñan en vivir bien - como los funcionarios, los trabajadores o los desempleados- y dedican tiempo y esfuerzo a ello. Pero no existe nada punible en ese propósito, más bien diría lo contrario ya que cuanto mejor les vaya al sector empresarial mejor le irá a la economía en general.

Los empresarios gomeros entiendo que se parecerán a los de otros lugares. En el tiempo de “vacas gordas” los más arriesgados tuvieron su filón en la construcción, en la obra pública, y en la trilogía suelo+construcción+turismo; pero actualmente estamos en otra etapa, en otro escenario.

Por otra parte, en el cálculo estadístico hemos avanzado bastante. Sabemos cuántas empresas hay en La Gomera y que fórmula jurídica han elegido, sabemos en qué sectores se concentra el trabajo de los autónomos, cuántas plazas turísticas hay o cual es el porcentaje estimado de economía sumergida. Sin embargo poco se ha estudiado sobre la mentalidad que subyace en el empresariado de forma individual o como grupo, y es que para conocer su modo de pensar ayuda más la observación y el análisis que la estadística.

Al hilo de esto último, decir que en semanas anteriores he tenido la oportunidad de coincidir en diferentes foros con los representantes de casi todas las entidades empresariales que trabajan en La Gomera. Me refiero, entre otras, a las citas con el workshop La Gomera Turismo y Desarrollo celebrado en el Hotel Jardín Tecina, a las Jornadas sobre Innovación Comercial en Valle Gran Rey, o a constitución de la Mesa de la Calidad Turística del SICTED en La Gomera. En estos tres eventos han estado presente representantes de la Asociación de Empresarios, Comerciantes y Profesionales de La Gomera (A.E.G.), de la Asociación Insular Empresarial de La Gomera (El Resorte), la Asociación para un Turismo Sostenible de La Gomera (empresas C.E.T.S), la Asociación de Empresarios del Norte de La Gomera (A.E.N Gomera) y la Asociación Hotelera y Extrahotelera de la provincia (ASHOTEL).

He comprobado que los empresarios responden a un tipo de aspiraciones hasta ahora poco frecuentes, y que formulan pareceres y planteamientos sobre el territorio o sobre la economía que se alejan del egoísmo de cada chiringuito particular. También he tenido la oportunidad de ver exposiciones en power point de asociaciones empresariales gomeras que hablan del “bien común” y de “interactuar junto a otros sectores con eficacia”.

Es muy importante para la economía insular – para cualquier economía - contar con un tejido empresarial fructífero y fuerte. Su fortaleza traslada un enorme efecto benefactor en el conjunto de la sociedad. , si las empresas tienen calidad, son innovadoras y son competitivas, también lo será el destino turístico, los productos que vendamos y, en definitiva, nuestra isla.

Por otra parte he comprobado que los empresarios se resisten a ser convidados de piedra, a convertirse en floreros que se colocan para adornar debates y discursos carentes de participación real, tomando perspectiva de su importante rol no sólo económico sino social.

Termino mencionando el recuerdo que me animó a escribir este artículo.

La semana pasada en la Casa Condal de Telde pequeños empresarios turísticos, propietarios de casas y hoteles rurales de Canarias rindieron un entrañable reconocimiento a Jose María Real Martí (q.e.p.d.). Sí, a nuestro José María, al emprendedor que tenía una vivienda turística en Hermigua y que con el minúsculo interés de aumentar su ocupación dedicó casi dos décadas a luchar por el turismo en La Gomera. Dedicó mucho más tiempo a la mejora colectiva de la isla como destino turístico, no ya que a sus propios intereses, sino que a su propia salud.

José María fue singular e irrepetible, como cada persona. Tengo, sin embargo el anhelo de que su forma de pensar y su esfuerzo no haya caído en saco roto, y que de su ejemplo prendan más llamas y crezcan inquietudes de trabajo asociado entre los empresarios gomeros.

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