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“En La Caldera de Taburiente la geología se vive a escala humana”

En la imagen, Ángel Palomares iniciando un descenso, en rapel, en el barranco Tajodeque.

Martín Macho

El Paso —

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El máximo responsable del Parque Nacional de la Isla conoce La Caldera de Taburiente, tras 28 años como miembro de la Dirección del emblemático espacio, como la palma de su mano. Asegura que el principal entorno protegido de La Palma “es espectacular en casi todos sus rincones”.

-Lleva al frente del Parque Nacional de La Caldera de Taburiente casi la mitad de su vida ¿Qué destacarías de este espacio natural?

-Que a pesar de ser un espacio de reducidas dimensiones, lo abrupto del terreno, hace que la sensación no sea esa, cuesta bastante esfuerzo recorrerlo. Por su naturaleza volcánica fácilmente erosionable, tras un largo periodo sin erupciones, hay multitud de barrancos, lomos aristados, pitones, roques, al descubierto, que hacen que el micropaisaje sea distinto en cada rincón, con un fondo siempre espectacular. La geología se vive en escala humana: desprendimientos y riadas hacen que determinados lugares cambien de un año para otro. La multitud de fuentes que hay en un paisaje de aspecto marrón. Por el clima hay momentos que el parque parece un paisaje alpino con sus picos nevados, una selva lluviosa llena de cascadas o un lugar perdido del desierto. Los pinos agarrados a las paredes con sus raíces al aire como si fueran escaladores. También resaltaría la espectacular floración de algunas de las especies de cumbres o de los paredones. Por último, que guarda sorpresas, como encontrar todavía especies nuevas para la ciencia de buen tamaño, o rincones vírgenes donde observar cómo sería vegetación de la Isla cuando llegaron los primeros aborígenes.

-¿Cuál es, bajo su punto de vista, el entorno más espectacular de La Caldera?

-La Caldera es espectacular en casi todos sus rincones. Hay pocos lugares que no lo sean. Desde cualquier parte de las cumbres, el enorme hueco mientras se pisan rocas de vivos colores, con el fondo de las otras islas y por encima de las nubes, es una foto que merece un viaje desde cualquier parte de Europa. El pico de la Cruz es una buena atalaya. Tal vez, en días concretos, cuando hay cascada de nubes en Cumbre Nueva, La Punta de los Roques, sea el lugar más bonito. Pero igual podemos decir de la vista del pico Bejenado. Pero las vistas del interior, donde los farallones se levantan 1.500 metros por encima de nuestras cabezas, y nos hacen sentir insignificantes, también son muy espectaculares. El cruce del barranco de Taburiente junto a la acampada, con el agua, los sauces, los roques con pinos. O el mirador que hay al norte del Roque del Huso, camino de la Fondada, yo se los recomiendo a cualquiera.

-¿Hay enclaves por descubrir?

Hay enclaves por llegar. La Caldera se puede observar, pero no es fácil llegar a todos los rincones. Los cabreros en su tiempo envetaban cabras en andenes, pero a lugares como el andén de los Calzones Rotos, no se ha podido acceder hasta hace menos de una década. Quedan algunos lugares de ese tipo todavía.

¿Está bien protegido el Parque Nacional con el actual Plan Rector de Uso y Gestión?

En realidad las normas de protección del parque es la ley específica del Parque y las ley básica de los Parques Nacionales de la Red del Estado. El Plan Rector es un desarrollo temporal de las mismas, en la que se para compatibilizar la conservación y el uso público se zonifica el Parque, se concretan las actividades permitidas y prohibidas a los visitantes y, por último, se indican las líneas de gestión activa que deben regir las actuaciones de los gestores en los años siguientes. En la Caldera ya hemos tenido dos PRUG y estamos iniciando la redacción del tercero. Entre los dos primeros ha cambiado la zonificación y los objetivos de gestión, fruto de la información que se ha ido generando.

-¿Cuántas personas cuidan de La Caldera?

-En estos momentos, personal fijo somos 19: seis entre técnicos y administración (falta cubrir la plaza de Director Ajunto); en labores de vigilancia y policía cinco agentes de medio ambiente, funcionarios y tres laborales; en labores de información y educación ambiental, cinco guías. Mediante contratos o encargos a empresas públicas, en estos momentos, hay dos licenciados y un operario en labores de inventario y seguimiento de la vegetación; un servicio de limpieza de locales y del parque de seis personas, nueve vigilantes en puntos fijos, dos personas para control de especies exóticas, en especial arruis y rabo de gato; tres guías, una cuadrilla de ocho integrantes para trabajos de mantenimiento de senderos, obtención de planta en vivero, repoblaciones y confección de vallados y un conductor de camiones de incendios. En verano está previsto por tres meses, en prevención de incendios, cuatro retenes de ocho personas, siete conductores más de camiones de incendios y dos peones de apoyo al coche de patrulla.

-Actualmente ocupa cerca de 4.700 hectáreas, ¿es la superficie adecuada o tendría que ser ampliada para preservar mejor la riqueza, esencia y biodiversidad de este tesoro de la naturaleza?

-La superficie del parque en realidad es menor. La ley dice que el parque tiene 4.690 hectáreas, pero ahora con las herramientas de medición que incorporan los sistemas de información geográfica, en realidad, sabemos que tiene 4.397,89 hectáreas. Cuanto más pequeño es un espacio natural, más condiciones de borde tiene, es decir, las alteraciones que produce la actividad humana (urbanización, agricultura, ganadería) en los alrededores pueden afectar al interior, tanto que a veces no se pueda decir que sea estrictamente natural. En este parque lo ‘natural’ solo lo tenemos en los escarpes. El resto está antropizado, aunque menos que otros territorios circundantes. En caso contrario, no tendríamos que dedicar nuestros esfuerzos de gestión a recuperar especies de flora amenazada, a quitar especies exóticas o a diversificar el sotobosque del pinar. En un territorio continuo sin grandes cambios, los límites administrativos sirven exclusivamente para asignar competencia de gestión a distintas administraciones. Cualquier límite que tuviese, si se amplía, siempre tendría el problema de que no albergaría la mejor población de ‘esta especie concreta’, o la formación geológica más bonita.

-¿Tiene el Parque Nacional de La Palma el presupuesto que precisa? ¿Se ha visto afectado por los recortes?

-Empiezo por la segunda. Sí han afectado los recortes. En 2010 el parque, además de los gastos en personal fijo, tenía asignado 916.000 euros de capítulo 2 y 2,4 millones euros en capítulo 6. En 2014 el presupuesto de capítulo 2 es 803.000 y de capitulo 6 es de 1.163.500 euros. Con el presupuesto actual la gestión del parque en relación a la vigilancia y la atención de los visitantes esta en lo mismos niveles que antes de la crisis.Lo que sí ha debido de reducirse son las actividades en prevención de incendios forestales, tanto labores preventivas de invierno, como los servicios contratados en verano para la extinción, nuevas infraestructuras (se tuvo que paralizar la adecuación de una pista para personas con discapacidad), y ralentizar la reposición de equipos, vehículos, o determinados programas de seguimiento.

-¿Qué opina de cobrar una entrada a los visitantes?

-Desde el punto de vista de director del Parque no me parece interesante. La administración del parque siempre ha sido una administración de gasto, estamos entrenados para hacer contratos de servicios, asistentas técnicas u obras y sabemos todos los procedimientos. Si se cobra la entrada, pasaríamos a ser una administración que recauda, y con la estructura administrativa en la que está el Parque en ese momento, los recursos que se obtuviesen pasarían directamente a Hacienda del Gobierno de Canarias, no a ser gestionados por el propio Parque.

-¿Cuál es la carencia del Parque que más te inquieta?

-Diría dos: En estos momentos, no hay director adjunto que pueda suplir las ausencias del director y desarrollar los programas de uso público y calidad que yo no puedo abarcar. Que el personal fijo no está bien estructurado por edades. Llegará un momento en que se jubilará todo el mundo casi a la vez.

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