Llega savia nueva al Colegio de Arquitectos

Onán, Vanessa, Abel y Sergio en la puerta del Colegio de Arquitectos de La Palma.

Esther R. Medina

Santa Cruz de La Palma —

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Los fondos económicos de los que disponen son limitados, pero les sobra ilusión, optimismo y ganas de trabajar. La nueva junta directiva del Colegio de Arquitectos de La Palma, elegida el pasado mes de febrero, está integrada por jóvenes profesionales que apuestan por dinamizar la entidad y acercarla al ciudadano. “La situación es la que es, la construcción está como está, pero cuando tengamos suficientes ingresos queremos revertir en cultura, en servicios al colegiado y abrir el Colegio a la sociedad, que se conozca en la Isla y que participe en los foros de debate”, ha manifestado a LA PALMA AHORA Onán Cruz Díaz, que ocupa el cargo de presidente en la recién constituida directiva, de la que también forman parte Vanessa Pérez González, como secretaria; Abel Jesús García Rodríguez, tesorero; Sergio Felipe Pérez, vocal, y Alejandro Haddad Hernández, también vocal.

El Colegio de Arquitectos de La Palma acaba de iniciar una nueva etapa en su histórica andadura, al independizarse de la demarcación de Tenerife, de la que formaba parte en régimen limitado. “Ahora funcionamos como demarcación de régimen pleno, bajo el Colegio de Arquitectos de Canarias, y eso quiere decir que tratamos las cosas domésticas en casa, organizamos los presupuestos, tenemos el personal adscrito a nuestro propio CIF y podemos tomar aquí todas las decisiones que creamos convenientes”, ha explicado Cruz Díaz, quien destaca que este nuevo estatus supone que “la gestión del Colegio sea más dinámica y rápida”. En este proceso de emancipación, ha subrayado, “no ha habido ningún inconveniente, ha sido una independización armoniosa, consensuada”.

El nombramiento de una nueva junta directiva y el funcionamiento en régimen pleno, marcarán un antes y un después en la andadura del Colegio de Arquitectos de La Palma. “Sí, comienza una nueva etapa, porque somos jóvenes, dinámicos y con ganas de hacer cosas en favor del colectivo; representar a los arquitectos palmeros, tener una voz en los órganos generales del Colegio Oficial de Arquitectos de Canarias y trabajar para intentar sacar el máximo de beneficio en nuestra profesión”, apunta Onán Cruz (Tijarafe, 1979). Todos los miembros de la directiva son autónomos y tienen estudios abiertos, pero sus cargos en el Colegio no están remunerados.

Vanessa González (Breña Baja, 1982) apuesta por que “la población sepa que existe el Colegio de Arquitectos, por participar en los asuntos que influyen al colectivo y por acercarnos al ciudadano”. Abel García (Venezuela, 1967) está convencido que con la demarcación de régimen pleno y la recién elegida directiva el cambio en la entidad será notable. “Tenemos una dinámica joven, con nuevas ideas, que marcará el futuro del Colegio”, asegura. En la misma línea se manifiesta Onán. “Todos somos jóvenes y queremos promover ideas y proyectos, sabemos dónde queremos poner el Colegio, aunque quizás hemos llegado en una época en la que los recursos económicos son muy limitados y hemos puesto el listón bastante alto, pero una vez saneadas las cuentas, porque tenemos que priorizar, queremos realizar actividades culturales y que el Colegio tenga un lugar en la sociedad palmera”.

El Colegio de Arquitectos se nutre económicamente solo de dos fuentes: las cuotas colegiales y los ingresos por visado de proyectos “Con eso tenemos que hacer unos presupuestos lo más equilibrados posibles y mantener nuestra estructura”, precisa Onán.

En La Palma ejercen su profesión un total de 33 arquitectos y la principal dificultad con la que se encuentran es “la economía, medio tirando a baja; mantener aquí un estudio de muchas personas es prácticamente inviable; la mayoría son unipersonales o como máximo con tres empleados; hay poco mercado de trabajo y todos nos tenemos que buscar nuestra fuente de ingresos”, dice Onán, quien recuerda que en la Isla “siempre hemos estado en crisis; aquí fluctuamos muy poco, nos movemos en el mercado unifamiliar, y más en esta época, aunque en tiempos más boyantes sí había un mercado más residencial”. No obstante, puntualiza, “se puede vivir dignamente de la arquitectura en La Palma”. Por su parte, Vanessa, especialista en arquitectura bioclimática, considera que “hay que buscar otros recursos, abrirnos a todas las ramas que tiene nuestra profesión”. Sergio Felipe (Santa Cruz de La Palma, 1984) cree que en estos momentos “los trabajos que hacemos son casi más una cuestión doméstica que de arquitectura pura y dura, de diseñar para construir; llevamos temas de servicios, informes, documentación”.

En cuanto a las preferencias dentro de su profesión, Onán reconoce que “a todos nos gusta la arquitectura monumental, pero mi mercado ahora mismo es el sector residencial unifamiliar y los temas turísticos; de cualquier forma, me interesan todos los campos de la arquitectura, desde hacer un monumento hasta calcular una estructura”. Sergio se inclina “particularmente por el urbanismo, por crear espacios para la sociedad” y critica “los impedimentos que tenemos en La Palma con la ordenación del territorio, con planes que se retrasan”. A Abel siempre le ha interesado “el diseño de cualquier cosa; nos gusta crear, pensar en todos los aspectos que puede tener una obra, e incidir en los resultados es algo muy interesante de esta profesión”, resalta.

Residir en una isla que cuenta, además, con un alto porcentaje de espacios naturales protegidos, obliga a los profesionales de la arquitectura a agudizar aún más el ingenio. “Hay que tener en cuenta que estamos en un territorio limitado, no podemos expandirnos todo lo que queramos porque tenemos barreras físicas; por tanto, debemos hacer una arquitectura de entorno, situada en el lugar donde se va a edificar, no es lo mismo una vivienda en Mazo que en Tijarafe o en Puntagorda”, explica Onán. “Los planes, a la hora de ordenar la isla, tienen que intentar crecer alrededor de los espacios que ya están asentados, como los asentamientos rurales o agrícolas, ubicar todo el crecimiento en la zona rústica, y en el área urbana, intentar compaginar y hacer transiciones entre espacio urbano y rústico lo más adecuadas posibles”, agrega. La rehabilitación de edificios, en su opinión, “es un mercado que se abre bastante interesante, aunque, de momento, aquí no se está viendo mucho, pero esperamos que llegue”.

En el planeamiento urbanístico de La Palma, sostiene Onán, se presentan “dos tipos de problemas: el del inversor, que no tiene suficiente seguridad jurídica y no invierte, y el del particular, que quiere invertir y tiene que esperar a que ese instrumento de ordenación entre en vigor”. Una vez aprobados los planes, “nosotros somos casi el primer colectivo que se pone en marcha con la elaboración del proyecto, que después ejecuta una empresa y que otras tienen que amueblar o hacer la instalación, y así vamos creando una economía en cadena, pero si nosotros no empezamos a trabajar, las empresas que dependen de nuestra profesión, tampoco pueden hacerlo”, se queja. “Hay muchas trabajas jurídicas, muchos procedimientos y los planes se demoran bastante”, insiste.

Pero a pesar de los malos tiempos que corren, estos jóvenes profesionales de la arquitectura son optimistas. “Siempre buscamos los brotes verdes, peor no nos puede ir, esto tiene que cambiar, y estamos sacando tiempo de nuestros estudios particulares y de nuestras familias para estar aquí, acercar el Colegio a la sociedad y ofrecer más servicios a los colegiados”, concluye Onán Cruz.

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