“La gente no valora la artesanía y cuesta mucho hacer una pieza a mano”

Esther R. Medina / Esther R. Medina

Desde que era un niño le atraía la madera y hacía cajitas con un serrucho para regalárselas a su madre. Ilan Silberman, de 25 años, natural de Garafía, es el artesano más joven de los 169 que participan en la XXVI Feria Insular de Artesanía que se celebra, hasta el próximo domingo, en el núcleo turístico de Los Cancajos, en Breña Baja, organizada por la Consejería de Artesanía del Cabildo de La Palma. Ilan es especialista en ebanistería artística y se formó en la Escuela de Arte Manolo Blahnik con el maestro Tino, ya jubilado, “uno de los mejores de Canarias”, ha asegurado a LA PALMA AHORA. Pero este joven lleva el arte en la sangre porque sus padres, una burgalesa y un israelí, son artesanos, como lo era uno de sus abuelos.

Ilan, que se dedica a este oficio desde los 17 años en su taller Cornamusa, trabaja “un poco a la forma tradicional de la carpintería canaria, con los mismos métodos de 'engastre', ensamblando las piezas sin utilizar tornillos, solo con el encaje de la madera”, detalla. “Fabrico cajitas de distintos tamaños, juegos de lógica, pendientes, maceteros, y todo lo que esté relacionado con la madera”, dice. Y es que este material está tan vinculado a su vida que su propio nombre, Ilan, significa 'madera' en hebreo.

Las piezas de este artesano, que destacan por su cuidada elaboración y sus originales diseños, están fabricadas con maderas de La Palma, que él mismo convierte en tablones, y algunas de importación. Entre las más utilizadas se encuentran faya, brezo, madroño, laurel, roble o haya.

Asegura que “se puede vivir de la artesanía, pero cuesta un poco, porque ahora mismo la situación está muy difícil; la gente deja de gastar en cosas de este tipo y van a los productos de primera necesidad; vienen al stand te dicen que las cajas son muy bonitas, pero ahí se quedan, no las compran”. Sin embargo, a pesar de la situación de crisis, los productos artesanos no tienen el reconocimiento que se merecen. “No se valoran porque no saben el trabajo que cuesta hacer una pieza a mano”, se lamenta Silberman. “Se creen que esto es un mercadillo en el que pueden regatearte el precio; piensan que tienes una fábrica en casa en la que va saliendo una copia detrás de otra, en serie; cuando me regatean yo les explico que intento vivir de esto y que no puedo hacer descuentos, es como si fueras al Corte Inglés a pedirle a una dependienta que te haga un descuento de una prenda por toda la cara”, cuenta. Las piezas de este ebanista tienen un precio que oscila entre los 10 y los 140 euros, aunque el coste medio de las cajas ronda los 20 euros. “Elaboro muchas obras que son únicas, las hago solo una vez y no las repito más”, destaca.

Los oficios artesanos, en opinión de este joven, “se están abandonado un poco, sobre todo la ebanistería; en la Escuela de Arte ya no se imparte este oficio, y es una pena porque es una forma tradicional de trabajar la madera de aquí, y ahora tienes que aprender por tu cuenta”, indica. En este sentido reclama “más apoyo institucional y más ayudas para los artesanos”, un gremio en el que el relevo generacional es escaso. La Feria Insular de Artesanía, sostiene, “es una buena ocasión para darte a conocer al público, para que vean que estás en activo, que te mueves”, apunta.

Pero Ilan Silberman, a pesar de los tiempos difíciles que se viven en la actualidad, es optimista y anima a los jóvenes a “estudiar ebanistería y otros oficios artesanos porque se están abandonando; les invito a que trabajen con sus manos porque estamos en una época en la que hay que buscarse la vida y esto puede ser una salida”, afirma.

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