La fe y el voto limón
Me dice un amigo creyente de quienes van quedando en que las exigencias para entrar en el cielo son cada vez menores debido principalmente a la poca gente que fallece con la conciencia tranquila. Cuenta que hoy basta con un simple arrepentimiento a última hora cuando estás en el borde del último telediario para incorporarte a la corte celestial. Creo que también cuentan cosas como parar en los pases de peatones, hablar bien de alguien aunque solo sea una vez en la vida y que la muerte no te sorprenda pensando en frivolidades como si Florentino puede o no puede fichar a Mbappé. En cambio darle vueltas en la cabeza a si el Mensajero tiene presupuesto suficiente para mantener la categoría está bien visto en lo más allá. También cotiza bastante para salvar al alma el voto del limón, es decir, cuando eras tan buen ciudadano que vas a votar aunque en el momento de depositar el voto en la urna se te quede el gesto como si te hubieras tragado un zumo de limón agrio. Me dicen también que si un ciclista de quienes abundan en nuestras carreteras se arrima para que tu coche pase, ese ciclista cuando le caduque el cuerpo serrano que Dios le dió será recibido en el cielo bendito con todos los honores e incluso elevado al santoral. En fin, la fe tiene su punto, aunque yo ya no sé qué creer.
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