El pulso que viene de lejos

La historia no es nueva. El socialismo oficial no tolera que los socialistas palmeros le den lecciones. No admite el contraste de pareceres con los seis consejeros socialistas en el Cabildo, encabezados por el presidente de la Institución, Anselmo Pestana, y, ahora mismo, los manidos fantasmas que les separan, ocultan las causas que de verdad deberían unirles. Después que el primer expediente de expulsión al pactar con el Partido Popular fuera suspendido por la justicia ordinaria, la Ejecutiva Federal ha incoado un segundo expediente que, en el sentir de los afectados, no se sostiene. El argumento es claro y nos atreveríamos a afirmar que muy simple. Coalición Canaria, no sabemos si con el ánimo de aplicarse en una jugada política de alto riesgo, apartó a los consejeros socialistas del Gobierno en el Cabildo sin medir, a nuestro entender, las consecuencias. El resto (pacto de los socialistas con los populares para alcanzar la gobernabilidad de la Institución y posterior moción de censura a Guadalupe González Taño) era una cuestión de tiempo. Y esa situación compleja y cambiante permitió a los socialistas palmeros que, sin disfrazar ideas y actitudes, hallaran una justificación para lo que llamaron “acuerdo de estabilidad” con el Partido Popular, aunque en el juego dialéctico alguno se reserve si habían razones más profundas para tal unión.

Es posible que estemos atravesando un momento de crisis de valores ideológicos o que algunos de esos valores tengan que ser sometidos a revisión. No obstante, no puede haber política que no sea pragmática y, desde ese punto de vista, se hace necesaria la reflexión: “el pragmatismo no es una ideología sino el horizonte de las acciones con un propósito de realización, es decir, que no son inútiles, y menos en tareas de gobierno donde ser práctico resulta más eficiente para llevar a cabo una buena gestión, que no el hecho ser utópico”. La palabra gestión fue el nexo que unió a socialistas y populares… Pero esa palabra no fue entendida por los ideólogos foráneos del PSOE que, en el desahucio de sus consejeros del anterior grupo de Gobierno en el Cabildo, no supieron estar a la altura. Después, al margen de las ideas, socialistas y populares que ya habían coincidido en las formas de organización y en la eficacia de los servicios públicos de algunos ayuntamientos, apostaron por la cercanía al ciudadano, lo que implicaba una mayor inmediatez en la solución de sus problemas. En esa tesitura, con la experiencia municipal a modo de ensayo, también fue posible la alianza en el Cabildo. La clase política sabe que los pactos considerados “anti-natura” únicamente se entienden cuando se anteponen los intereses ciudadanos a las ideologías.

Dicho lo anterior, no ha sorprendido “el plantón” dado la semana anterior al máximo responsable de política municipal de la Ejecutiva Federal del PSOE, Gaspar Zarrías, por parte de los secretarios de las agrupaciones locales de La Palma. Una actitud que no obedece, como piensan algunos, a turbias consignas, tenebrosas influencias o posibles aversiones personales. Sencillamente, en un pulso que viene de lejos, Zarrías llegó a destiempo a la Isla. Pero parece lógico que en medio de diferencias políticas y obsesiones electorales, con los comicios europeos en puertas, haya querido resolver, junto a un problema de conciencia, el dilema que ante las urnas tienen los socialistas palmeros. Posiblemente, “el plantón” recibido por Zarrías, le permita comprender que la trayectoria de los socialistas de La Palma, se ha enmarcado siempre en un proceso cultural, en el que son tan importantes la atmósfera como la interpretación de los hechos, las influencias del voto como el grado de compromiso con la ciudadanía o, lo que es lo mismo, la participación civil al margen, incluso, de las afinidades políticas.

En cuanto a orientación ideológica, aun existiendo esa inclinación hacia la izquierda en el caso del PSOE, no nos engañemos, los partidos políticos son “atrapa todo”, es decir que apuntan a los diferentes sectores sociales, evitando los extremos, con lo cual ha habido un corrimiento hacia el centro de todas las fuerzas políticas. En otros tiempos fue más fácil orientarse en la realidad de las ideas, ya que se encontraban más definidas, y las posiciones eran estancas. Actualmente, hasta los socialistas palmeros sostienen posiciones muy amplias, y reproducen en su interior las demandas y tensiones de la sociedad, las circunstancias y los problemas en los que se mueve la ciudadanía y los discursos que en ella circulan. Así, aunque algunos crean lo contrario, en la Isla no se le da tanta importancia al factor ideológico. Entendemos que, efectivamente, la política es el arte de las realidades posibles. Pero la desafección del pueblo hacia la clase política es tal, que ya no existe, a la hora del voto, ideología químicamente pura. “Eso, como decía un periodista amigo, queda para los angélicos, para los soñadores, para todos aquellos que, a la hora de votar, resumen en la utopía sus deseos”. No creemos que los políticos de hoy, se sientan atados a una doctrina. Si la tienen, la solapan para dar preferencia a cuantas acciones mejoren la calidad de vida de sus convecinos, porque, en el mundo actual, la forma de pensar de cualquier líder que se precie de serlo, no puede desligarse de los gestos cotidianos y de la sociedad más próxima, puesto que las pasiones y el mundo de los afectos (apegos y desapegos, simpatías y antipatías, lealtades y deslealtades) se han incorporado de tal forma a la política, que influyen, como ha sucedido en el Cabildo y en algunos ayuntamientos de la Isla, a la hora de abatir mandatarios, favorecer pactos e impulsar nuevas opciones de gobierno, sin tener en cuenta las ideologías.