Con un nuevo modelo energético La Palma tiene futuro

En artículos anteriores he reseñado el amplio margen que tenemos en la Isla para el desarrollo de las actividades tanto agrícolas como ganaderas, especialmente en las zonas de altitud media, y las condiciones óptimas que tiene nuestro territorio para apostar, de una manera clara y decidida, por el desarrollo del sector turístico con una oferta singular y diferenciada. Por ello, me voy a referir en esta ocasión al sector industrial y energético que, aunque hay que señalar que la lejanía y la doble insularidad son un hándicap para las actividades industriales, tienen margen para su desarrollo en una isla como la nuestra.

Para ello, el nuevo modelo económico hacia el que La Palma debe avanzar, debe estar también basado en el conocimiento. Y esta necesaria dinamización tiene que estar sustentada en una consenso institucional, que hay que ampliar a los sectores empresariales y a la sociedad civil, basado en el principio de la cooperación –y no compitiendo, como suele ocurrir, en el propio territorio insular sino en otros ámbitos y mercados- y en una mayor contribución a la investigación, la formación, la educación ambiental y la aplicación de modelos de desarrollo sostenible en la Isla. En este sentido, el Parque Científico y Tecnológico de la Palma, como elemento atractor para la inversión de nuevas empresas ligadas a la investigación, el desarrollo y la innovación, puede y debe jugar un importante papel en el desarrollo insular.

Al propio tiempo, la inseguridad del suministro energético, los retos del cambio climático como consecuencia de la contaminación, la creciente demanda de la sociedad actual, la fuerte dependencia económica del actual modelo basado en las energías fósiles, hacen que la búsqueda de energías alternativas sea uno de los principales desafíos a los que se tiene que enfrentar nuestra sociedad.

Y ante eso, La Palma, dadas sus características geográficas y los factores socioeconómicos, tiene que afrontar un importante reto: mejorar su autonomía frente a las energías viejas, caducas y contaminantes, aprovechando las oportunidades que le ofrece el medio para desarrollar proyectos encaminados a la búsqueda de una economía más sostenible y eficiente desde el punto de vista energético. La energía solar, eólica o hidráulica o la combinación de éstas tienen que ser las alternativas que nos permitan un alto porcentaje de abastecimiento a través de las renovables, que incomprensiblemente no supera en la actualidad el 3% del consumo total de la Isla.

Por eso hay que realizar la necesaria inversión –de unos 6 millones de euros- en la Central Hidroeléctrica del Salto de El Mulato, en San Andrés y Sauces, que podría estar en funcionamiento generando una producción de 12 GW/h -esto es, en torno a un 5% de la demanda energética insular que ronda los 240 GW/h-, y que posibilitaría un rápido retorno de la inversión. Es decir, una inversión con una clara rentabilidad económica, social y ambiental sigue pendiente de llevarse a cabo, por la desidia y la falta de empuje de aquellos que tienen que impulsar, desde el Cabildo Insular, estas actuaciones.

Pero es que, además, existe un proyecto para realizar una central hidroeléctrica en Argual, utilizando el salto de agua –de unos 40 metros- entre el Canal de Dos Aguas hasta el depósito regulador de las laderas de Jeduy. Esta pequeña central, con una inversión que rondaría los 500.000 € podría ejecutarse si el Cabildo desbloqueara el proyecto que “duerme en el sueño de los justos” desde hace casi 3 años. La capacidad de producción podría estar en torno a 1 Gw/h y sería un ejemplo de instalaciones que sin una gran inversión podrían repetirse en otros puntos de la Isla. Pero, así nos va!

Y podríamos seguir hablando de proyectos de energía eólica o fotovoltaica que siguen paralizados, en unos casos, por la falta de decisión política y, en otros, por las decisiones contrarias a su desarrollo adoptadas por el Ministerio de Industria, al reducir las primas a las renovables. Y a nadie se le ocultan los beneficios que tendría este nuevo modelo energético basado en energías limpias, con la consiguiente disminución de la dependencia de los recursos fósiles, y en la mejora de la eficiencia energética, no sólo en el medio ambiente, sino también en la generación de nuevas oportunidades de negocios, de actividades económicas y de empleo.

Pero, desgraciadamente, hay algunos que siguen viendo la energía, no como un servicio de interés público, sino como un negocio especulativo o un ‘echadero’. Se olvidan de la importancia que el sector de las energías renovables tiene para contribuir de forma eficiente a la creación de empleo. Son esos de la llamada “puerta giratoria” que cuando llegan al poder apuestan siempre por los más poderosos, por las grandes multinacionales del sector energético y de los hidrocarburos.