Un rincón para la esperanza

No es verdad que “una imagen valga por mil palabras”. Una imagen sugiere, hace brotar, rememorar mil palabras. La imagen de Francisco, el papa, visitando y recorriendo la isla de Lampedusa en un pequeño barco, hablando con los desheredados de la tierra, rememoran las palabras que, hace muchos años dijo un judío llamado Jesús: “bienaventurados los mansos porque ellos poseerán la tierra, bienaventurados los que lloran porque ellos serán consolados; bienaventurados?”

La imagen de Francisco, el papa, tocado con una “mitra” sin adornos, sin capa de armiño, calzado con zapatos para caminar y, sobre todo, con una cruz sencilla de madera como báculo en el que apoyar la fragilidad humana, hacen brotar las palabras de León Felipe: “Hazme una cruz sencilla carpintero? sin añadidos ni ornamentos?que se vean desnudos los maderos, desnudos y decididamente rectos: los brazos en abrazo hacia la tierra, el astil disparándose a los cielos? que no haya un solo adorno que distraiga este gesto, este equilibrio humano de los dos mandamientos?Sencilla, sencilla?Hazme una cruz sencilla carpintero”.

¿Hay un rincón para la esperanza de recuperar tantos valores perdidos?

La palabra es anterior a la imagen, perdura en el tiempo. No se difumina.