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“La capital, tristemente, es una ciudad que vive de funcionarios y jubilados”

Luis Martín Herrera es presidente de la Sociedad Económica de Amigos del País. Foto: LUZ RODRÍGUEZ

Esther R. Medina

Santa Cruz de La Palma —

Luis Martín Herrera, presidente de la Sociedad Económica de Amigos del País de Santa Cruz de La Palma -una entidad “privada, de utilidad pública y apolítica”-  reconoce que se expresa con cierta dureza, pero es un ciudadano indignado con la situación por la que atraviesa la capital. “Los ciudadanos y nuestros munícipes estamos aletargados”, afirma en una entrevista con La Palma Ahora. “Seguimos ‘viéndolas venir’ y hemos llegado a un punto que se resume en ‘ella sola se murió y entre todos la matamos”, dice.

-La Sociedad Económica de Amigos del País de Santa Cruz de La Palma ha decidido tomar la iniciativa y plantear propuestas para dinamizar la economía local. ¿Perciben una parálisis?

-Sí, Santa Cruz de La Palma, desde hace mucho tiempo, está condenada al ostracismo, por parte de las instituciones públicas y también de la ciudadanía. Hay una apatía ciudadana de ‘dejar pasar’, ‘dejar hacer’, ‘que lo resuelva otro’… Falta una implicación seria. La ciudad es de los ciudadanos. El Ayuntamiento es quien tienen que organizar, impulsar, recoger… pero a los munícipes hay que suministrarles todo lo que podamos. Nosotros, como sociedad civil que somos con vocación de intermediario, ya planteamos en su día reformas de los estatutos de la Bajada de la Virgen, y ahora hemos hecho otra aportación al Consistorio. Lo que queremos es poner en evidencia situaciones reales que están ahí y que se pueden mejorar. El dinero que se necesita es muy poco, en la mayoría de los casos, lo que hacen falta son propuestas ciudadanas. 

-¿Cómo ve la situación económica de la capital?

-Mal, mal. Recuerdo que siendo concejal dije que Santa Cruz de La Palma, de seguir como íbamos, terminaría siendo una ciudad que viviría de funcionarios y jubilados, y, tristemente, si miramos alrededor, eso es lo que tenemos. Manos mal que los cruceros están impulsando un poquito la economía. 

-¿Se están aprovechando sus recursos para generar riqueza?

-No. Santa Cruz de La Palma tiene un patrimonio magnífico que puede dinamizar la ciudad, si las instituciones impulsan iniciativas. Nosotros, desde la Real Sociedad Económica de Amigos del País, pensamos que hace falta poco dinero, lo que se necesita es voluntad. No hay un proyecto de ciudad, no se sabe hacia dónde se quiere ir. Insisto en que no recuerdo que ninguna corporación haya hecho público un proyecto de ciudad. Se van haciendo cosas, cosas, apagando fuego… pero no conozco un proyecto que dinamice la ciudad. No sé si existe, pero no se ha hecho público. Y no me refiero a la presente corporación, sino también a todas las anteriores. 

-¿Qué medidas inmediatas cree que deberían tomarse al respecto?

-Limpiar el frente de la ciudad, indudablemente. Hay que retirar las vallas -que parecen un gallinero- de la entrada y el acceso al muelle por la avenida Marítima, facilitar desde las instituciones la implantación de comercios, vigilar mucho la restauración (cómo atienden los camareros en los bares, qué productos se ofrecen, etc.,)… Tenemos que hacer la ciudad atractiva y dejar de una vez de decir que no hay aparcamiento. En El Puente hay 500 estacionamientos que, sin duda, hay que mejorarlos, adecentarlos, y quizás constituir una empresa mixta pública-privada para su gestión. Por otro lado, la avenida de Los Indianos se ha convertido en el callejón de Los Indianos. Salir de Santa Cruz de La Palma por esa zona es un peligro, entre las guaguas y los aparcamientos. La ciudad no puede seguir así. 

-¿El potencial del turismo de cruceros, entonces, está aún por explotar?

-Por supuesto. La ciudad tiene unas posibilidades enormes para que desembarquen aquí los cruceristas y estén sin parar durante toda su estancia. Se pueden hacer distintas rutas, como la del arte sacro, pero con guías profesionales, no guías ocasionales que cuentan lo que les parece. Es cuestión solo de sentarse y buscar acuerdos y convenios con las autoridades eclesiásticas. El Castillo de Santa Catalina, por ejemplo, no puede estar como está, con unos cañoncitos de risa cuando hay cañones propios de la fortaleza que se encuentran por ahí tirados. Y tampoco puede ser que en las puertas del Castillo se coloquen mesas de un bar, porque hay que cuidar nuestro patrimonio y presentarlo decentemente. 

-¿El crucerista se lleva una buena imagen de la ciudad? 

-Depende dónde le toque, y si los guías lo llevan a la parte que se puede enseñar y le dan la espalda a lo que no se puede ver.

-¿Cómo está afectando a la actividad comercial el retraso de la obra de la playa?

-Lo del proyecto de la playa es un disparate. Con la disculpa de la obra de la estación de bombeo –que fuimos los ciudadanos los que logramos su cambio de ubicación- está todo retrasado. Y eso no es verdad, en este proyecto hay desidia y abulia. A la Real Sociedad Económica le gustaría saber qué se está haciendo, porque los trabajos tenían un plazo de ejecución de 19 meses y han pasado ya casi 40. Esto solo ocurre aquí.

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