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La Bajada brilla con las luminarias de La Pandorga

Las luminarias de La Pandorga dieron color a la noche capitalina. Foto: FERNANDO RODRÍGUEZ

La Palma Ahora

Santa Cruz de La Palma —

Las sencillas luminarias de La Pandorga, un lustro más, han hecho brillar la noche del lunes de la Semana Grande de las Fiestas Lustrales de la Bajada de la Virgen. El mágico desfile, con más de 1.200 farolillos de papel y madera, inundó de luz y color uno de los momentos más genuinos de la cita quinquenal donde los más pequeños tienen un protagonismo especial.  Unas 4.500 personas (según fuentes de la Policía Local) no quisieron perderse este peculiar pasacalle de reminiscencias asiáticas.

La Pandorga, como cada cinco años, con sus  cientos de farolillos de colores y formas diferentes (casitas, gatos, perros, ratones, jirafas, elefantes, etc.) llevados por un batallón de jovencísimos porteadores, volvió a recorrer las arterias principales de Santa Cruz de La Palma.  Las  luces envueltas en las tradicionales caperuzas y estandartes tomaron por unas horas la ciudad  como un río de simpáticas luciérnagas. 

El cortejo se inició puntualmente a las 21:00 horas con sonido de tambores y algarabía, y transcurrió por la Avenida El Puente, Calle Álvarez de Abreu, Plaza de la Constitución, Calle O’Daly, Plaza de España, Calle Pérez de Brito y Dr. Pérez Camacho, hasta la Avenida de Las Nieves, donde, en el cauce del barranco del mismo nombre, se procedió a la quema de las figuras de papel y madera. Fue amenizado por la Banda Municipal de Música San Miguel de Santa Cruz de La Palma, la Banda de Cornetas y Tambores Gayfa, la Banda Municipal de Música de Breña Baja y la Banda Municipal de Música de Puntallana.

En La Palma, según fuentes de las Fiestas Lustrales, las primeras noticias conocidas de la Pandorga se documentan en la recepción hecha al obispo de la Diócesis Nivariense Luis Folgueras Sión en su visita a la isla en diciembre de 1830, año de Bajada: «Los primeros días, luego que cesó de llover, el venerable clero de la ciudad celebró la venida de su ilustrísimo prelado con regocijos públicos, una noche con el carro y la danza de niños y música, y otra con una iluminación abundante, que los naturales llaman la Pandorga, además de las iluminarias de las tres noches primeras, y repiques generales que son de costumbre».

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