Don Elías Yanes. Acto de homenaje y amistad

Luis Cobiella

Santa Cruz de La Palma —

Muy excelentes e ilustres autoridades, señoras, señores, José María[1], excelentísimo señor arzobispo de Zaragoza, presidente de la Conferencia Episcopal Española, y todavía más: don Elías:

Hace veinticinco años amaneció este Diario[2]. Copio de él, bajo el primer titular a cinco columnas “Don Elías Yanes, obispo”, y después del currículum, ya entonces extraordinario para sus pocos años, en el que naturalmente no constan sus méritos futuros, ascensos en la jerarquía y brillantes servicios a la Iglesia, distinciones nacionales y extranjeras, publicaciones, coronados, por lo que a La Palma toca, en la consideración de Hijo Adoptivo de la Isla y la institución de la Beca Elías Yanes para estudios Superiores preferentemente eclesiásticos, por parte del Cabildo Insular y, más recientemente, el nombramiento de Hijo Predilecto de la Villa de Mazo; copio, digo, de la masa biográfica de aquel Diario de Avisos del lunes 2 de noviembre de 1970: 

“Don Elías Yanes es persona de extensa y profunda cultura, literaria y aún científica. Vocaciones definidas en él son la promoción de personas y los estudios teológicos, cohonestadas  ambas vocaciones por una insobornable fidelidad a la realidad.

Es públicamente aceptado como hambre honesto, fiel y pobre; naturalmente sencillo, se complace, sin alarde, de cualquier sencillez y ha sido valiente para mantener tales cualidades.

Ha sostenido y proclamado su pública dilección por los sacerdotes y sus problemas; en él han encontrado solución a veces y, siempre, consuelo.

La vida de don Elías Yanes, dedicada a los demás, ha sido desde ahora señalad a para ejercer oficial y jerárquicamente lo que siempre fue natural y servicialmente.

El nuevo pastor de la Iglesia es un hombre de fe, de esperanza, de amor.

El pueblo de Oviedo lo conocerá por sus servicios.                                                             

Don Elías Yanes sobrepasa la usual calificación de progresista y conservador; pero nunca podrá clasificársele en la  ambigua  situación  intermedia. Es positivo mediador, tolerante con los extremos bienintencionados e intolerante con las interpretaciones malignas, sean del matiz que fueren.

Encuentra horas para Lorca, Salinas o Garcilaso; para Ortega, Zubiri o Platón; para Heisenberg, Broglie o Palacios.

Tiene clara visión de lo accesorio y lo radical y verifica esa claridad en actitud es igualmente claras: es, apasionadamente, amigo de los hambres y de Jesucristo, a quienes identifica o separa con la misma certera claridad y la misma actitud de fidelidad que aplica al pensamiento y a la palabra

Es, en fin, un hambre generosa: cree que cualquier hambre puede enseñarle; consecuentemente, los hombres menos atendidos le corresponden con su predilección“. 

Lo que acabo de leer apareció en el periódico en cuestión y, evidentemente, constituyen comentarios muy poco periodísticos. 

En esa misma primera plana, su amigo el que estaba a cargo del periódico, recuadró esta. 

'Carta de recomendación' 

Querido don Elías: «¿quién ha visto leer en una biblioteca?“ era una de las pasadas palmeras con las que usted soltaba la risa a borbotones. ¿Quién ha visto poner una carta particular como editorial de un periódico? Convengamos que esto es un anónimo firmado y convengamos también que es publicable la noticia de que el nuevo obispo sabe reír a borbotones. Usted es, por los Yanes, de Mazo; por los Álvarez, de Breña Alta; por religión, de la parroquia de El Salvador; por el trabajo, de esta diócesis; por su saber, de la Universidad; por su humor, de La Palma.

La Palma tiembla hay de gozo en un cantar de cantares.

Todo lo demás es secundario: hasta lo de obispo. Nos alegramos de que haya accedido a la mitra una persona de su valía y que la Iglesia se beneficie de su pastoreo; pero, en el fondo, el secreto de nuestra alegría es más simple: a un palmero lo han hecho obispo; y usted, entre todos, está contento porque a un palmero lo hicieron obispo.

Usted es palmero y por tanto sabrá que esta carta de palmero no es para decir lo dicho sino, sobre todo, para pedir una recomendación. Nos han quitado la costumbre de mandar las cartas de mano en vez de por correo; pero no la costumbre de escribir una carta de recomendación. Usted ya cuenta con eso: lloverán artículos laudatorios y cartas felicitantes al principio; pero, pasada la alegría, sólo le seguirán fieles las cartas de recomendación.

Y ésta es la recomendación:

usted que, como obispo, tiene tanta influencia, a ver si logra que lo consagren en El Salvador. La Parroquia Matriz de El Salvador, don Félix, las personas que desde niño lo quisieron y admiraron, los que hay lo queremos -es decir: esa palmera en cantar de cantares- desean verlo, no sólo saberlo sino verlo honrado con ceremonias, ropajes, ornamentos, personas de fuera, y besarle el anillo uno a uno; usted, uno a uno conoce nuestros nombres. 

Y acabo. Porque nada más escribir que usted, uno a uno, conoce nuestros nombres, me tienta el Evangelio. Y hoy no quiero predicar sino cantar como un palmero cualquiera y, como un palmero cualquiera, rogarle que ponga interés en esta recomendación“. 

Me he valido de esta retrospección para intentar crear el clima de homenaje y amistad que este acto pretende, a lo largo del cual cada uno de los presentes se siente en personal coloquio con don Elías, mirando no tanto lo que sucede en el escenario sino mirándolo a él, por ver si le gusta lo que sucede en el escenario, cada uno sintiéndose respondido por leve sonrisa o gesto receptivo que en él sorprendan. Yo, como cada cual, estoy pendiente de él mientras continúo un diálogo iniciado hace cuarenta años, después que doña Rafaela sirviera el calé y que Concha, reciente, le perdonara que me llevase de vez en cuando durante tres o cuatro noches a ciertos antros de salvación.

Homenaje y amistad. No hay el uno sin la otra, ni hay amistad sin homenaje. Lo que hacemos en este acto, mirar a don Elías por ver si le gusta lo que aquí sucede, estar pendiente de él y no de sí, depender de lo ajeno y no de lo propio, hacerse ajeno, hacerse hombre ajeno, hamo alienus, eso es precisamente home‑n‑aje, que sólo puede rendirse cuando lo pide la amistad, esa tan noble forma del amor. Quien nos amó hasta el fin, dependiendo de nosotros y no de él, nos rindió el más grande homenaje constituyéndose en el más grande alienado.

Sí, digámoslo, no es mala ni buena la alienación. Como decía usted en su conferencia de El Salvador, parece que parte de Feuerbach, Marx, Nietzsche y otros pensadores la expresión “alienación religiosa” significando un mal que debe curarse. Cierto: si la alienación religiosa, o cualquier otra, que muchas otras hay, se entiende como fundamentalismo fanático, es rechazable; pero si la alienación es alienación cristiana, amistad hecha homenaje, entonces es deseable.

Pretendemos todos nosotros, don Elías, que este acto deseado sea deseable. No el amor hasta el fin; pero sí vamos a estar pendientes de usted, de su gesto, de su sonrisa, del brillo de sus ojos, del asentimiento de su testa, cada vez más romana (sí, romana va con segunda; ¿será premonición?), nosotros pendientes, decía, cordialmente alienados, cada uno de nosotros transitoriamente suyos, homo alienus, gozosamente ajenos, cada uno de nosotros constituidos en leves, modestos y cálidos homenajes de amistad.

Para empezar a ser deseable, le anticipo que el acto intentará un clima familiar donde lo cómodo y positivo nos distienda el ánimo. 

… 

Si no le importa, don Elías, díganos si en efecto nos ha sentido pendientes de usted, en cuyo caso éste habrá sido un acto de homenaje y amistad. Y gracias por permitirnos gozar cerca de usted el vigésimo quinto aniversario de su consagración episcopal. Gracias. Todo se reduce a eso. Todo es gracia. 

[1] Uno de los regalos que hemos recibido de don Elías es José María Almoguera, cura recientemente fallecido; vino con motivo de la ordenación episcopal y continuó visitando a sus amigos en la isla, durante muchos años, hasta que la enfermedad se lo impidió. Era creyente, poeta, culto, amigo y pobre; murió de un terrible olvido de sí.

[2] Diario de Avisos, Decano de la prensa de Canarias, año LXXX, número 38.388, Director: Félix Poggio Lorenzo, Empresa: Antonio Carrillo Kábana, Santa Cruz de La Palma, lunes, 2 de noviembre de 1970.

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