La Palma comenzó a formarse bajo el mar hace 4 millones de años y emergió hace 1,8 millones

Imagen de archivo de la ubicación de sismos registrados por el IGN en La Palma.

Efe

Las Palmas de Gran Canaria —

El foco volcánico que hizo emerger del océano las Islas Canarias no ha dejado de provocar gigantescos colapsos de terreno en los últimos 26 millones de años, algunos de proporciones casi desconocidas en la historia de la Tierra, capaces de cubrir toda Francia con un metro de sedimentos.

Las revistas científicas de todo el mundo han dedicado numerosos artículos en los últimos años a los enormes deslizamientos de terreno ocurridos en el pasado en Hawai o Canarias, capaces de borrar del mapa de golpe media isla -como pasó con el último documentado en El Hierro- y al potencial que tienen esos fenómenos -ninguno acaecido en periodo histórico-, de generar tsunamis.

Pero apenas se sabía nada de los colapsos que sufrieron esas mismas islas mientras se formaban en el fondo del océano, cuando todavía eran montes submarinos con una potente actividad volcánica, una cuestión que aborda esta semana “Nature Communications”.

Dos investigadores del Centro Nacional de Oceanografía del Reino Unido y de la Universidad Kingston de Londres, James E. Hunt e Ian Jarvis, han indagado en esa parte menos conocida de la historia geológica de Canarias gracias a la información que proporcionan los depósitos de sedimentos existentes en la Llanura Abisal de Madeira.

En esos fondos marinos, a más de 5.000 metros de profundidad, se han ido acumulando a lo largo de millones de años las avalanchas de sedimentos generadas por grandes colapsos de terreno ocurridos en Canarias y en la costa del norte del continente africano.

Estos dos científicos han examinado en esa planicie abisal capas de sedimentos (turbiditas) producidos por deslizamientos cuya antigüedad abarca desde hace 43 millones de años hasta casi la actualidad y, lo más destacable, han descubierto que buena parte de esos limos y arcillas los generaron las Islas Canarias en sus momentos iniciales de formación, cuando aún no habían emergido.

El artículo pretende impresionar casi desde su título: Prodigiosos deslizamientos submarinos durante el inicio y el primer crecimiento de las islas volcánicas. Y no exagera: Hunt y Jarvis describen, por ejemplo, el caso concreto de un megacolapso submarino en Canarias que depositó 900 kilómetros cúbicos de materiales en la Llanura Abisal de Madeira, formando una capa de 12 metros altura (el grosor del resto de estratos se suele medir en centímetros).

“Para ponerlo en perspectiva, el deslizamiento responsable de esa capa en particular movilizó sedimentos suficientes para cubrir Francia o el estado de Alaska con un metro de arcilla y limo. Equivale al volumen (de sedimentos) que todos los ríos de la Tierra juntos tardarían un siglo en depositar”, escriben.

Los autores subrayan de que no hay duda sobre cuál es el origen de esos depósitos, porque no existe otro fenómeno en la naturaleza capaz de impulsar a más de 1.000 kilómetros de distancia volúmenes de sedimentos superiores a 10 km3 y diseminarlos a lo largo de 150.000 km2 de superficie. Esas cifras, resaltan, no están al alcance ni de los deltas de los ríos ni de los flujos piroclásticos de los volcanes; solo las puede producir un megacolapso.

La posición de esos depósitos en los fondos submarinos de Madeira indica la fecha en la que se produjeron y su composición geoquímica delata si proceden de un deslizamiento de la costa continental de África, de las Islas Canarias cuando aún no habían emergido, de su periodo ya sobre el mar o de otro monte submarino de la zona.

El caso extremo de los 900 km3 se corresponde con un deslizamiento ocurrido hace 5,8 millones de años, durante una de las fases de crecimiento de Tenerife, en el macizo de Teno. Pero también este trabajo también presenta rastros de otros colapsos de grandes proporciones relacionados con el primer crecimiento del volcán del Roque Nublo en Gran Canaria (hace 4,3 millones de años) o con las fases submarinas de La Palma (entre 4,8 y 4 millones de años).

Hunt y Jarvis sostienen que estos depósitos submarinos de Madeira permiten además afinar la datación de la antigüedad de las propias Islas Canarias, que ellos fijan en estas fechas: Fuerteventura, 26,5 millones de años desde el inicio de su formación bajo el mar y 23,1 millones de años emergida; Lanzarote, 18,5 y 16,2 millones de años; La Gomera, 16,2 y 9 millones de años; Gran Canaria, 14,2 y 14 millones de años; Tenerife, 11,8 y 7,2 millones de años; La Palma, 4 y 1,8 millones de años; y El Hierro, 1,2 y 0,8 millones de años.

Los autores han constatado asimismo que el 73 % de los deslizamientos ocurridos en Canarias en los últimos siete millones de años coinciden con períodos en los que el nivel del mar estaba subiendo o en máximos, lo que sugiere algún tipo de correlación entre los fenómenos. Esos sí, precisan que el mecanismo que “dispara” los colapsos siempre son las erupciones o los terremotos. 

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