Un togolés lanza una asociación para evitar que jóvenes migren en patera: “De 34 sólo sobrevivimos 17”
Un inmigrante togolés y un mallorquín han creado una asociación, constituida en Palma, con la que canalizarán apadrinamientos a huérfanos togoleses para proporcionarles educación y evitar que se embarquen en una patera, combatiendo “las mentiras de las mafias”.
Acompañado del mallorquín Antonio Mir, la principal cara visible de My Avenir (“mi futuro”) es un migrante que llegó a Canarias en patera en 2004 cuando tenía 17 años, Harouna Garba. En una entrevista a Europa Press, Garba ha explicado que quiere advertir a sus compatriotas del riesgo que supone embarcarse en una patera: “Éramos 34 y sólo sobrevivimos 17 personas”.
Los promotores de la iniciativa ya han adquirido un terreno a las afueras de Lomé, en Togo, y edificado allí un colegio para niños huérfanos a los que quieren ofrecer una alternativa de futuro. La construcción comenzó a principios de junio y el 25 de septiembre comenzaron las clases con un primer curso de Primaria con 40 alumnos.
El objetivo es proporcionar oportunidades a niños desamparados porque se han quedado huérfanos o han sido abandonados por sus padres, una realidad que no es infrecuente en el pequeño país africano.
“Nos dijeros que el viaje sería de media hora”
En el caso de Garba, su padre murió cuando tenía ocho años y quedó en una precaria situación al cuidado de su abuela. En las calles de Lomé, los niños se convierten en el objetivo de mafias que los obligan a robar, los venden como guerrilleros o los prostituyen. “Con las chicas, a las familias les dicen que hay europeos que quieren trabajadoras y se las llevan de Burkina Faso a Mali para prostitución, niñas de 15 o 16 años”, ha contado.
Con 14 años, Garba decidió emigrar, pero pasaron casi cuatro años más hasta que logró llegar a España. En ese tiempo estuvo en Marruecos, ahorrando con un trabajo de peluquero para pagar a las mafias de inmigración que le prometían trasladarle a un paraíso europeo.
Aquella mafia le exigió 2.000 euros por el viaje en patera, pero en realidad Garba tuvo que pagar esa cantidad varias veces hasta que finalmente embarcó. “Te dicen que cuando llegues a España vas a tener trabajo y cobrar 1.500 euros al mes, así que te compensa porque crees que vas a recuperar el dinero rápido”, ha explicado.
Aunque le aseguraron que el trayecto “sería media hora de viaje”, desde que salieron una medianoche de abril de 2004 estuvieron más de 24 horas en el mar: “El peligro de no llegar nadie te lo dice, no te hablan del frío, ni de que una vez allí te pueden expulsar”.
Aquella noche zarparon de El Aaiún dos pateras con 17 personas cada una. “En la mía murieron dos personas, en la otra murieron 15”, ha recordado. La segunda embarcación se dañó por el oleaje en una zona de arrecifes, y la mayoría de sus ocupantes “murieron ahogados o por los golpes”. Ya habían transcurrido 31 horas desde que comenzó la travesía cuando los supervivientes fueron rescatados por la Guardia Civil cerca de Fuerteventura.
“Quiero explicarles que Europa no es como la pintan”
Garba fue trasladado por el Gobierno a Valencia, y allí, con el apoyo de Mir, pudo aprender español y formarse. El togolés es ahora el jefe de sistemas Informáticos en un centro de Formación Profesional. Sin embargo, expresa que el viaje en patera lo marcó profundamente y que por eso se ha propuesto concienciar a sus compatriotas para que no corran este peligro.
“Muchos de los que se suben a una patera son analfabetos, no saben ni leer ni escribir, es fácil engañar a un analfabeto. Por eso quiero, a esos niños pequeños, por lo menos intentar enseñarles a leer y escribir y explicarles que Europa no es como lo pintan, no es un paraíso. La gente duerme en la calle, sufre”, ha declarado Garba.
Con estas palabras busca combatir a las mafias que reclutan a los jóvenes diciéndoles “que España es un paraíso, que quiere a los africanos, que quiere mano de obra”. Y, para evitar que les engañen, ha incidido, es vital la educación.
En esta línea, Garba ha enfatizado que entre sus compañeros de viaje había personas que nunca habían visto la luz eléctrica hasta que llegaron a Marruecos: “A estas personas, si llega alguien montado en un coche que les dice que les va a llevar a Europa, se van, si uno no tiene formación, los sigue como un cordero al matadero. Muchos de mi aldea han salido y nadie sabe dónde están hoy. Si mueren en el mar nadie se lo comunica a sus familiares”.
Por ello, a través del Colegio My Avenir, Garba se propone convencer a los jóvenes de su país de origen de que allí pueden “ser una persona muy importante” si se forman.
350 euros para un año de escolarización y manutención
My Avenir busca personas que quieran aportar al proyecto y canalizará apadrinamientos que, por 350 euros al año, cubrirán la escolarización (incluidos uniforme y material escolar) y comedor de los niños. Con ese dinero también se paga una beca para incentivar que familias de Togo los acojan en sus casas.
Garba y Mir han animado a la población a convertirse en padrinos de los alumnos de My Avenir. Como ha señalado Garba, 350 euros al año no es una cantidad significativa en España pero “ahí es un mundo entero”. Además, recuerdan que los donativos son deducibles.
En próximas fases, el proyecto prevé ampliar la oferta educativa del colegio con cursos de Secundaria y Formación Profesional y abrir centros en otros países africanos.
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