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Zouhier dice que alertó de explosivos y Trashorras niega que los suministrara

En la séptima sesión del juicio por los atentados, además de los dos interrogatorios más esperados -los de Zouhier y Trashorras- se pudo conocer el último informe preliminar sobre los explosivos del 11-M, en este caso referido únicamente a la cantidad de dinitrotolueno o DNT encontrado en todas las muestras de explosivos. El informe, elaborado por ocho peritos, refleja que esta cantidad es menor al 1%, lo que implicaría que la Goma 2 ECO, que originariamente no tiene ese componente y que, según ratificó la Audiencia Nacional, fue la que estalló en los trenes, se pudo contaminar con otra sustancia.

Durante su tensa declaración, Zouhier dijo insistentemente, a preguntas del fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Javier Zaragoza, que avisó en febrero de 2003 a su contacto en el instituto armado, Víctor, del tráfico de explosivos que “usted dice Goma 2”, en alusión a las diferentes versiones que existen sobre la dinamita empleada en los atentados de Madrid. “Avisé de los 150 kilos que Trashorras quería vender en Madrid. ¿Qué más quiere que haga?”, dijo Zouhier, para el que el fiscal pide 20 años de cárcel y que consideró que la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil “no tiene culpa” de los atentados, si bien subrayó que “hubo una gran negligencia”.

Aseguró también que “nunca” ha oído “nada de ETA” en relación con los explosivos del 11-M. En una de las ocho declaraciones judiciales “aclaré muy bien que yo no he oído nada de ETA, yo no vinculé a ETA con los atentados”.

“Si no nos vemos en la tierra, nos veremos en el cielo”

Además recalcó que informó a Víctor del nombre de Jamal Ahmidan El Chino, uno de los autores del 11-M que se suicidó en Leganés, seis días después de la masacre, en cuanto un amigo suyo le indicó que los “colegas” de éste le habían dicho que “era de los del 11-M”.

Zouhier también relató que entregó a la Guardia Civil una muestra de explosivo que le dieron el también ex confidente policial Trashorras y el cuñado de éste Antonio Toro, lo que fue negado por el ex minero, que se definió como votante del PP al relatar una discusión con El Chino sobre la guerra de Irak. “Eso de que hemos ofrecido explosivos es falso, y hay películas como que hemos vendido 250 kilos a ETA cuando ETA no ha tenido explosivos en los dos últimos años (...) o que si hemos cambiado droga por explosivos (...). Hemos sido seguidos por la Policía desde 2001 hasta 2004 y todo los resultados han sido negativos”, se quejó.

Trashorras, para quien el fiscal solicita la máxima pena (38.667 años de cárcel) por facilitar los explosivos, explicó que en su declaración reconoció el tráfico de explosivos porque eso fue lo que le dijo “la gente del CNI (Centro Nacional de Inteligencia) que fue a Avilés” a hablar con él sobre los atentados. Criticó que la acusación contra él se base en la declaración prestada por el menor conocido como el Gitanillo, condenado a seis años de internamiento por colaborar con Trashorras en el transporte de explosivos, “que ustedes tienen como la versión oficial y que deja mucho que desear bajo mi punto de vista”.

Aunque al inicio de su declaración afirmó también que fue Zouhier quien le preguntó dónde podía conseguir los explosivos, más adelante, al ser preguntado por el presidente del tribunal, no quiso especificar si fue el ex confidente de la Guardia Civil, el acusado Rachid Aglif, o “ quien le preguntó por ello. Destacó además que él no pudo hacerse con el explosivo porque desde que se jubiló en 2002 no tenía acceso a Mina Conchita ni contacto con ningún empleado, y añadió que sólo conocía al acusado Raúl González, El Rulo, del que aseguró tampoco trabajaba ya en Mina Conchita, sino en otra mina asturiana.

Trashorras justificó los viajes que hicieron a Madrid algunos de los implicados de la llamada trama asturiana en que lo hicieron para devolver a El Chino parte del hachís que éste había subido a Asturias “porque no era de calidad” y no para transportar explosivos. También dijo que hacía estas operaciones en su calidad de colaborador policial, mismo argumento que empleó para explicar la visita que hizo el 26 de febrero de 2004 con El Chino, del que “tenía que saber su domicilio o el número de matrícula”, a la finca de Chinchón donde se montaron las bombas.

Aseguró que comenzó a sospechar de la implicación en los atentados de Ahmidan, al que dijo verlo como “un occidental” porque se iba de juerga con él, al recordar que en la última conversación que tuvo con él el 4 de marzo éste le dijo: “si no nos vemos en la tierra, nos veremos en el cielo”.

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