''Es algo nuevo, no hay por qué encasillarlo''

Los plásticos ya no están colgados para protegerse de la lluvia en la madrileña Puerta del Sol, empiezan a formar un techo más fiable, las carpas parecen sólidas y los carteles más importantes ya no son cartones maltrechos. Iván y sus compañeros celebran el levantamiento de una tienda con un breve apaluso. “La han cedido, y también hay material para carpas”, explica, sonriente. El cielo amenaza con lluvia, pero entre los manifestantes acampados se nota que los ánimos están altos. Cada cual dedica su tiempo a su tarea: atender a los medios, repartir comida, informar a los curiosos e incluso debatir con ellos. También hay gente escuchando al profesor Carlos Taibo o tocando la guitarra. Ahora solo queda saber qué dedice la Junta Electoral, que prohibió la concentración por considerar que influye en el voto de los ciudadanos.

“Lo que ha dicho la Junta es un dictamen no vinculante, pero la Delegación de Gobierno se está agarrando a eso”, comenta una de las portavoces, Lucía, que ha dormido varias noches aquí. El movimiento unos talleres para hablar con la prensa, en la que se pide que no se ponga en boca de todos las opiniones personales. “No es cierto que hayamos aprobado que no nos moveremos hasta que se reforme la ley electoral o se haga un referendum. Eso no lo ha aprobado la asamblea general”. Y los portavoces no comentan nada que no haya sido consesuado en la asamblea. Por eso, esta chica se niega a intentar clasificar sus planteamientos.

También buscan recomendaciones legales, ante la posibilidad de que la Junta Electoral Central pueda decidir que los manifestantes incurren en un delito electoral.

“Creemos que es algo nuevo, no hay por qué encasillarlo. Eso es lo que buscan los partidos. Hay muchas ideas que la gente va proponiendo, hoy hemos hablado de muchas pero no son ni un tercio de las que hay”, explica la portavoz. Las iniciativas se pueden dar a conocer en las distintas reuniones. O, para lo que no pueden quedarse, escribéndolas y dejándolas en una urna de cartón.

Debate en plena plaza

Esta concentración no es cosa únicamente de jóvenes y parados, ni siquiera de sus simpatizantes: diariamente se acerca gente a preguntar o simplemente dar su opinión. Algunos son bastante beligerantes, como un anciano que retó a unos cuantos a ir a la Moncloa. “¿Qué hacéis aquí? Tendríais que estar quejándoos del Gobierno”, dijo, y se marchó sin esperar respuesta. Sin embargo, la mayoría de los pequeños debates que se montan suelen ser bastante cívicos, y la mayoría parece ver con buenos ojos esta protesta.

El incipiente “contagio” de la iniciativa a otros países, como Italia o Alemania, anima a los manifestantes, que hoy vuelven a demostrar su poder de convocatoria. Adriana no cree que haya problemas pero, por si acaso, ha imitado a sus amigas y se ha anotado el teléfono de un abogado en el brazo.

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