¿Sabían los majos hacer el suelo de sus casas? Tejate puede tener la respuesta
El hallazgo de restos apelmazados con elementos vegetales, barro y, tal vez, excrementos de cabra u oveja en el yacimiento de Tejate, en Fuerteventura, podría sacar a la luz nuevas respuestas sobre la vida de los majos. Será la arqueología la que aclare si se trata solo de heces de ganado o de un trozo de suelo creado a propósito para acondicionar el hábitat, con una técnica similar a las del norte de África.
Los arqueólogos e investigadores del Departamento de Geografía e Historia de la Universidad de La Laguna Paloma Vidal y Salvador Pardo llegaron al yacimiento de Tejate con algunos objetivos apuntados en el cuaderno de campo. El principal era lograr datos paleoambientales y restos arqueobotánicos como semillas y carbones.
La intención era poder comparar los hallazgos de Tejate con lo encontrado en la cercana cueva de Villaverde, un oasis para los arqueólogos canarios donde, entre otras cosas, se ha podido despejar la duda del uso de la agricultura en el periodo aborigen gracias al hallazgo de unas semillas de cebada, lentejas y trigo.
“La cueva de Villaverde, excavada por Rosa López y su equipo, están dando datos muy interesantes desde el punto de vista de la vegetación, sobre el paisaje que había en ese momento y el uso que sus pobladores daban a las plantas, pero es algo puntual en el mapa de la isla”, cuenta Paloma Vidal a la agencia EFE días después de dejar el mono de campo para encerrarse en el laboratorio de la Universidad de La Laguna.
Después de días excavando, Vidal, Prado y el equipo de Arenisca, una empresa majorera liderada por la arqueóloga y especialista en la cultura de los majos Rosa López, encontraron un paquete de sedimento que les ha llevado a abrir nuevas líneas de investigación.
Bajo tierra, el equipo de arqueólogos halló unos restos que no tenían previsto encontrar en el cuaderno de campo: un paquete de tierra compacta en contacto con la roca del suelo, compuesto de elementos vegetales, herbáceas, algún tipo de barro o excrementos de animal.
“No sabemos si pueden ser los propios excrementos de los ovicápridos, con restos de comida, y que al pisarlos en el suelo resultara ese sedimento compacto, lo que nos indicaría que estamos frente a un espacio de estabulación para las cabras o trozos del primer suelo preparado para adecuar la roca y poder habitar el tubo volcánico”, explica Paloma Vidal.
La muestra ya se ha enviado al laboratorio en busca de una datación de Carbono 14 y sobre esa fecha plantear el análisis del material. Mientras llegan los resultados, la especialista en arqueobotánica aclara que en el norte de África está documentada etnográficamente esta práctica. “Se sabe que ese tipo de pasta se hace para preparar un suelo y hacerlo habitable, pero lo que no sabemos es si se hacía en Fuerteventura”, explica.
De confirmarse su práctica en Tejate, sería el primer lugar de la isla donde se documente. “En otros yacimientos canarios se ha observado, pero no se ha estudiado en profundidad ni se han publicado estudios hasta la fecha”, indica.
Una de las preguntas clave que espera respuesta es el uso que se dio al tubo volcánico. La excavación sacó a la luz abundantes restos aborígenes como malacofauna, restos de ovicaprinos, material lítico y cerámica, pero ningún resto de cerámica popular ni colonial dentro del tubo.
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