Costas se hace con 'la finca del amor libre'

Los terrenos de la playa de El Cabrito en La Gomera en los que en la década de los años ochenta convivía una comuna que pregonaba las excelencias del amor libre pasarán a estar bajo el dominio de la Dirección General de Costas.

La Audiencia Nacional (AN) acaba de rechazar un recurso de una empresa que es la propietaria actual de un hotel rural que se sitúa en esta playa a la que sólo se puede acceder por barco y que pedía que los rigores de la Ley de Costas no se aplicarán hasta sus últimas consecuencias en este tramo del litoral.

La finca El Cabrito se hizo mundialmente famosa a finales de los años ochenta por albergar una secta cuyo cabecilla, el pintor austriaco Otto Mülh, apostaba por el amor libre sin ningún tipo de ataduras o limitaciones morales. Posteriormente fue acusado e incluso llegó a ir a la cárcel por mantener relaciones sexuales con menores y consumo de drogas. Poco después moriría en Portugal a los 72 años de un cáncer de testículos. Las leyendas que se tejieron sobre esta finca todavía perduran en el recuerdo de los gomeros y fueron objeto de programas retransmitidos por televisiones de muchos lugares del mundo. Mülh llegó a contar con una legión de 300 seguidores repartidos entre La Gomera, Alemania y Austria

Su secta se denominaba Organización de Análisis Accional (AAO) y mezclaba teorías sobre la libertad sexual con el psicoanálisis y la eliminación de la propiedad privada en medio de un batiburrillo ideológico que al final acabó saltando por los aires. Para escenificar su radical forma de entender la vida llevaban a cabo extravagantes performances y movilizaciones. Fue precisamente en La Gomera donde los miembros de la comuna creyeron haber encontrado su particular paraíso después de varios de años de deambular por otros puntos de Europa. Pero en realidad ocurrió lo contrario. Aquí la secta saltó a la actualidad internacional y además en su vertiente más amarillista. Mülh llegó a ser calificado como el rey de El Cabrito y rompiendo sus propias normas se casó y ejerció un dominio casi dictatorial sobre sus seguidores.

Los actuales propietarios del hotel rural no quieren saber nada de todo aquel cúmulo de rumores, acusaciones, pleitos judiciales e informaciones más o menos sensacionalistas que circularon durante años en los medios de comunicación de prácticamente todo el mundo y que situaban a La Gomera en la actualidad de los noticiarios internacionales.

Con el tiempo el establecimiento ha ido mutando de la cooperativa original a una empresa formada por los miembros de la antigua comuna a la que se han integrado clientes habituales. La compañía se llama LiliGomera Sa y desde hace años vienen pleiteando contra el deslinde fijado para un tramo de más de casi seis kilómetros y medio que abarca el municipio de San Sebastián de La Gomera. Aunque los propietarios de este establecimiento centran sus esfuerzos en desmontar el tramo que se sitúa enfrente de su hotel rural. Para toda esta zona se ha fijado una zona de servidumbre de 100 metros, con lo que afecta de lleno a sus propiedades y por ello piden que se rebaje a 20 metros.

Precisamente, para hacer valer su punto de vista se aporta una certificación del Ayuntamiento de San Sebastián de La Gomera en la que se recoge que esta playa está considerada “un asentamiento habitado” donde convivían los miembros de la secta con construcciones de más de cuarenta años de antigüedad destinadas a alojar personal, y como depósito y empaquetado de productos agrícolas.

Además, la Corporación local ratificó que este enclave disponía de alumbrado, alcantarillado, suministro y red de agua potable y alcanzó una población de 17 personas. Probablemente contando a los miembros que integraban la comuna cuando se realizó el censo. La Corporación local ratificó que según el Plan General de Ordenación Urbana (PGO) de San Sebastián este lugar se considera Suelo Rústico de Protección Económico Agrícola Tradicional y Protección Ambiental y Costera Compatible. Sin embargo, los argumentos han sido rechazados por la Audiencia en primera instancia que ha determinado que la conocida como finca del amor libre debe, al menos, pasar a estar sujeta a las limitaciones de la Ley de Costas.

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