''Indígnate y baja a la plaza''

Carteles en el Parque de San Telmo y la Plaza de La Candelaria.

El 15-M ha disparado la creatividad. El movimiento, que surgió de manera espontánea a través de las redes sociales y al que se han unido miles de personas anónimas, ha obligado no solo a debatir un ideario para dotar de reivindicaciones las protestas por toda España, también a darle vueltas a los eslóganes que inundan las plazas. Carteles, folletos y pancartas improvisados con todo tipo de materiales adornan San Telmo, en Las Palmas de Gran Canaria, y La Candelaria, en Santa Cruz de Tenerife. Son mensajes estampados en cartones cedidos por escuelas de arte, imprimidos en las aulas de las universidades o fotocopiados con el dinero que aportado voluntariamente por los acampados y quienes apoyan la concentración y con enunciados de lo más variopinto, hasta los que aluden a la participación infantil en las protestas. En la entrada del jardín de infancia que se ha instalado en San Telmo (donde se organizan varios talleres) se puede leer “L@s niñ@s unid@s, jamás serán vencid@s”.

Los más comunes llaman la atención sobre el descontento con los políticos. “Sinvergüenzas” es el calificativo más repetido. Se les llama “rateros”, “chorizos” o “corruptos”, adjetivos que se hacen extensibles a empresarios y banqueros en carteles como el que reza “mucha corbata y muy poca vergüenza” o la máxima de la plataforma Democracia Real Ya: “No somos mercancía en manos de políticos y banqueros”. Entre todos, una imagen que se ha convertido en uno de los símbolos de la protesta: la máscara tras la que se esconde el protagonista de la novela gráfica V, de Vendetta (que hicieron propia los integrantes de Anonimus) acompañada de la libre interpretación del título de Alan Moore: “V, de vergüenza”.

El empleo, la principal preocupación de los españoles (según el último barómetro del CIS), es otro de los focos de atención. La alta tasa de paro, que en España afecta a casi cinco millones de personas y en Canarias se eleva por encima del 28% (según la última Encuesta de Población Activa), es una de las razones por las que los indignados se han lanzado a la calle desde hace meses. Se mezclan eslóganes que ya entonaron asociaciones como Jóvenes Sin Futuro (“sin casa, sin trabajo, sin miedo”), con otros nuevos. En mitad de un campo de lápidas de cartón en pleno Parque de San Telmo llama la atención una caja con el mensaje “RIP; aquí yace el empleo”. También en LPGC una gran pancarta, colocada tras la cacerolada del sábado 21, critica cómo el Gobierno ha vendido la reforma laboral: “No somos tontos, la precariedad laboral no es normal”.

De manera coherente con la intención de expansión del movimiento, los mensajes más repetidos son los que llaman a la movilización y la participación popular. “Nos concierne a todos”, “la solidaridad nos hace hermanos”, “estamos aprendiendo juntos” o “¡Indignados! Si no estás de acuerdo, ¡sal a la calle!”.

Las críticas al actual sistema político y económico (“no es una crisis, es una estafa”) son otro pilar del mosaico de imágenes que inundan las plazas canarias. No en vano, uno de los principales objetivos del 15-M es lograr una reforma del sistema electoral: “Un ciudadano, un voto”. El descontento queda ilustrado por papeletas electorales esparcidas por el suelo bajo un cartel que indica “basura, aquí”. Otra metáfora, en este caso informática, es la que se plasma en una pancarta que imita una de las pantallas que salta en un ordenador ante un fallo del sistema: “Error 404. Democracia not found (no encontrada)”. La indignación ante los recortes sociales, como el incremento de la edad de jubilación, queda plasmada en mensajes como “(los) políticos cotizan 11 años y nosotros 38” o “no hay dinero para pensiones pero sí para portaaviones”. La conclusión: pedir un cambio porque “otro mundo (no) es posible, es necesario”.

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