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PSOE y Unidas Podemos mantienen contactos discretos en una negociación contra reloj para la investidura

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en su encuentro en Moncloa en mayo.

Andrés Gil / Irene Castro

El PSOE y Unidas Podemos han comenzado el acercamiento para la investidura de Pedro Sánchez. Apenas quedan horas para que arranque el debate, este lunes al mediodía, y los equipos negociadores trabajan contra reloj desde el sábado, cuando se iniciaron los contactos pilotados por Carmen Calvo y Pablo Echenique en contacto permanente con sus jefes de filas. Los contactos y el consiguiente intercambio de propuestas se mantienen a lo largo de este domingo, aunque aún está todo por cerrar. Las dos partes se han emplazado a que las conversaciones sean discretas con la confianza de que esta vez prosperen.

“Estamos trabajando ayer, hoy y mañana para que, llegado el debate de investidura, el presidente sea investido”, confirmó la vicepresidenta, Carmen Calvo, en una entrevista en La Sexta Noche: “Estamos trabajando objetivos, leyes, trabajo y sustancia y áreas de participación en el Consejo de Ministros en el que puedan estar Unidas Podemos”.

A lo largo del sábado se sucedieron los contactos tras una llamada entre Sánchez e Iglesias que se produjo después de que el líder de Podemos diera un paso al lado. A partir de ahí, Calvo y Pablo Echenique han comandado las conversaciones para lograr un acuerdo para un Gobierno de coalición entre el PSOE y el grupo confederal. “La oportunidad está aquí. Hemos de aprovecharla”, expresó Calvo, que aseguró que ha habido ya y habrá reuniones presenciales. Las dos partes trabajan este domingo con un primer horizonte: el debate de investidura que arranca el lunes y la consiguiente votación el martes -en la que Sánchez necesita mayoría absoluta para ser presidente-. Pero con margen hasta el jueves, que es la votación definitiva, en la que se requiere mayoría simple.

Esa “oportunidad” se abrió el viernes por la tarde con la renuncia de Pablo Iglesias a sentarse en el Consejo de Ministros, un paso atrás exigido por Pedro Sánchez en una entrevista en La Sexta el jueves. En ese momento se abrió la posibilidad de desbloquear una situación enquistada desde las elecciones del 28A. Tras los comicios generales, ambos dirigentes se reunieron el 7 de mayo por primera vez para abordar las posibilidades de un entendimiento. En ese encuentro, Iglesias planteó la incorporación de Unidas Podemos a varios ministerios y Sánchez no lo descartó. Se emplazaron para después de las europeas, municipales y autonómicas, pero nada se movió. El PSOE tardó un par de semanas en convocar una nueva reunión.

Pasó el 26 de mayo y continuaron sin ningún acercamiento. El PSOE creyó entonces que las urnas le habían reforzado en su idea de gobernar en solitario –aunque la aritmética parlamentaria permanecía inalterada– y así se lo hizo llegar Sánchez a Iglesias a través de los medios desde Bruselas al pedirle que reflexionara tras los resultados.

El 11 de junio Sánchez convocó una reunión en la que pareció que acercaban posturas con el concepto de Gobierno de cooperación, pero rápidamente volvió la distancia. Unidas Podemos reclamaba una coalición. De nuevo a través de los medios, el PSOE planteó la posibilidad de incorporar a su “socio preferente” a segundos niveles de la Administración. Las dos reuniones discretas mantenidas en las siguientes semanas entre Sánchez e Iglesias solo sirvieron para constatar el desencuentro.

El 9 de julio, en una cita comunicada, se percibió esa ruptura total. Pedro Sánchez volvió a moverse entonces a través de los medios cuando abrió la puerta a ministros técnicos. Podemos reaccionó convocando una consulta a las bases que molestó mucho en el PSOE. Sánchez llegó a dar por rotas las negociaciones, pero más tarde reculó y habló abiertamente de una coalición siempre y cuando Iglesias se quedara fuera. Pero los teléfonos seguían sin sonar en la sede de Podemos.

Los equipos negociadores no se sentaron nunca en estas semanas. La última vez fue para pactar los Presupuestos Generales del Estado, que no vieron la luz por el rechazo de los independentistas catalanes. Rechazo que llevó a la convocatoria electoral del 28 de abril.

Tras las elecciones, Iglesias puso a trabajar a los suyos en propuestas programáticas con vistas a una reunión con el PSOE, pero nunca se produjo. Los socialistas reprocharon a Unidas Podemos, tras hacer pública una propuesta programática que sirviera de base para la negociación y designar al grupo pilotado por Adriana Lastra, que no respondiera ni propusiera a sus negociadores. En Unidas Podemos entendían entonces, como ahora, que equipos y programas deben ir de la mano, y se lamentan de que la oferta del PSOE se hiciera a través de los medios y no directamente a ellos.

Hasta este sábado, en el que, a horas de la investidura, “fundamentalmente” vuelven a sonar los teléfonos y a intercambiarse mensajes, según fuentes conocedoras de las conversaciones. Sobre la mesa hay dos cuestiones: el programa y los equipos, que Unidas Podemos quiere negociar a la vez para lograr un acuerdo integral.

En cuanto al programa, hay diferencias con respecto a la propuesta hecha pública por el PSOE –que no envió directamente a Unidas Podemos–: “Desaparecen temas que estaban en el documento presupuestario, empezando por la reforma laboral, la vivienda, etc”, explican fuentes de Unidas Podemos.

Lo “llamativo y preocupante” de este documento, según el coordinador federal de IU, Alberto Garzón, es que “continúa con la senda que defendía el PP en los últimos años, ya que incluye un disminución del gasto público sobre el PIB de dos décimas, al pasar del 41,3% al 41,1%, con una previsión del 40,7% para 2022, lo que supone un recorte de seis décimas, situándolo muy por debajo de la media europea del 47,1% y sobre todo de países como Francia, donde el gasto público alcanza el 56,5% del PIB”.

Los socialistas sostienen que el documento que plantearon –que fue ampliado el jueves con la incorporación de algunas medidas que figuraban en el acuerdo presupuestario– es la base sobre la que comenzar a hablar. En el PSOE consideran que el programa no va a suponer ningún escollo para llegar al entendimiento. La vicesecretaria general, Adriana Lastra, aseguró este mismo sábado que el partido está “convencido” de que el pacto se va a producir. Ahora bien, dejó claro que las negociaciones serían “discretas”. “Si trabajamos tres días sin filtraciones, habrá Gobierno”, dice un alto mando de Moncloa.

Y, en cuanto a los equipos, en Unidas Podemos dan por despejados los problemas con la renuncia de Pablo Iglesias, y reclaman una presencia proporcional en el Consejo de Ministros, lo cual equivaldría a entre tres y cinco carteras, en función del peso de las áreas. Sin embargo, en Ferraz y en Moncloa sí que consideran que el principal escollo va a ser la negociación de los nombres. “El presidente trata de conformar un espacio de encuentro de los dos partidos como un equipo si todo va bien que pueda salir a pelear los retos de España”, dijo Calvo.

Aunque en los últimos días abrieron la puerta del gabinete a cualquier dirigente de Unidas Podemos, dejaron muy claro que la última palabra la tiene el presidente. En el Ejecutivo son conscientes de que la renuncia de Iglesias aminora su capacidad de negociación, pero también consideran que tras haber estado en el “precipicio” la incorporación de pesos pesados de Unidas Podemos caerá mejor en el electorado tradicional socialista que hace unos meses. Casi tres meses después de las generales, las dos formaciones negocian discretamente para llegar a un acuerdo in extremis.

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