Zerolo, una pasión africanista por 90.000 euros de 1995

La pasión del exalcalde de Santa Cruz de Tenerife, Miguel Zerolo, por el arte africano era capaz de ponerle los pelos de punta a cualquiera. Especialmente a los que visitaban su despacho en la Casa de los Dragos y se encontraban con enormes e inquietantes piezas que según su equipo más cercano formaba parte de su propia colección privada. El actual senador compartía esta afición con otro de sus amigos, el exdiputado regional del Partido de Independientes de Lanzarote (PIL) Manuel González, quien en 1995 logró que Zerolo, entonces consejero de Turismo, le otorgara una polémica subvención de 90.000 euros para montar un museo de arte africano en Haría.

La muestra se situó en la conocida como casa de Arrieta y apenas permaneció abierta un año. A partir de aquí nunca se supo a dónde fueron a parar las piezas compradas con dinero público. Ni desde el Ayuntamiento conejero, ni desde el Cabildo se sabe dar una respuesta. Por su parte, Manuel González permanece en la actualidad residiendo en Polonia, donde realiza sesudos estudios sobre el movimiento sionista internacional. Comunicarse con el él resulta una tarea imposible.

En el año 1995 la discusión saltó con ciertas dosis de cachondeo, ironía y un desparpajo insólito a los medios de comunicación regionales y finalmente acabó desembocando en un debate celebrado en el Parlamento canario. En aquel momento, Zerolo pronunció al final de su discurso la siguiente frase: “Y les digo más, creo que ustedes están equivocados y que el tiempo me dará la razón, con números, visitantes y el éxito de ese proyecto”.

El tiempo en realidad le dio la razón a quienes, como el diputado socialista José López Mederos, criticaban aquel gasto por inútil. Apenas un año después de que la muestra abriera sus puertas tuvo que cerrarlas ante la nula asistencia de visitantes. El proyecto museístico que Zerolo vendió en el Parlamento -entre quejas victimistas por las críticas recibidas- como un revulsivo turístico de la isla conejera y resultado de un profundo estudio de especialistas, encalló al final en el mayor de los fracasos. Lo que nadie ha explicado desde entonces es qué ocurrió con el más de un centenar de piezas africanas que fueron adquiridas con el dinero que sin demasiados reparos llegó desde el ejecutivo.

Estudiar las artes de captura: 30.000 euros

En total, se comprometieron 90.000 euros de la Consejería de Turismo y otros 30.000 a través de la Consejería de Pesca con la excusa de que iban a servir para estudiar los sistemas y artes de captura utilizados en el África subsahariana, aunque al final no quedó muy claro si Antonio Castro, entonces consejero de este área (hoy presidente del Parlamento) decidió dar un paso atrás. Parte de este dinero le sirvió al diputado regional del PIL, conocido en aquella época como Manolín el facha, para sufragar junto con un grupo de estudiosos un largísimo viaje de 4.000 kilómetros por el continente. Como muestra de aquel periplo se grabaron más de veinte horas de imágenes en video y se obtuvieron miles de diapositivas.

El voto decisivo de Manolín

Para situarnos en el contexto, cabe recordar que dos años antes Manuel Hermoso (CC) había descabalgado de la Presidencia del Gobierno de Canarias al que hasta entonces fue su socio, el socialista Jerónimo Saavedra. A partir de ahí, la recién creada Coalición Canaria (CC) se tuvo que sustentar en una más que exigua mayoría de 31 votos. Cada diputado valía su peso en oro a la hora de sacar adelante las iniciativas del Gobierno. Los más díscolos en aquellos momentos eran los diputados conejeros, divididos por su lealtad a Dimas Martín o a Honorio García Bravo, por un lado, y el tinerfeño Oswaldo Brito que iba a su aire, por otro. Cualquier capricho de estos diputados era satisfecho de inmediato por el Ejecutivo con la entrega de una dócil prebenda.

Manuel González, sociólogo por estudios y viajero por vocación, se le ocurrió la idea de montar la dichosa muestra y Zerolo lo apoyó. No se sabe si el proyecto le convenció tanto como quiso demostrar durante el largo debate en el Parlamento canario o simplemente tuvo que tragar a la fuerza con el capricho del diputado. Lo cierto es que el museo ni resultó un polo de atracción para el turismo, ni despertó el mínimo interés entre los visitantes que acudieron por aquellas fechas a la isla de los volcanes, ni supuso ningún avance a la hora de acercar Canarias a la realidad del continente africano.

Lo que al parecer sí consiguió es que quien luego pasó a ser alcalde de Santa Cruz se convirtiera en un auténtico apasionado de este tipo de arte. Después de que se cerrara el conocido como el Museo de Manolín, el despacho en la sede central del Ayuntamiento de Santa Cruz apareció decorado con unas inquietantes imágenes africanas que recibían envueltas en su exótica rigidez a los numerosos visitantes que se entrevistaban con Zerolo. ¿Eran las mismas que fueron adquiridas por el entonces consejero para montar el fallido museo de Haría?¿Fueron una donación al Ayuntamiento o una muestra personal de agradecimiento del exdiputado al alcalde?

Desde hace años el equipo de prensa de la Alcaldía ha respondido con una negativa a ambas preguntas. La versión oficial que siempre se ha mantenido es que las obras de arte forman parte de una colección privada del actual senador. El jefe de Protocolo del Ayuntamiento, Manuel Pío, también mantiene esta teoría. O al menos asegura que el propio exalcalde así se lo garantizó cuando hace un año le notificó que se llevaba las esculturas para su domicilio particular.

En Lanzarote el episodio del museo ha caído en el olvido y nadie sabe a donde fueron a parar las famosas esculturas, ni tampoco parece preocuparles demasiado. Las aventuras africanas de Zerolo y del exdiputado han quedado difuminadas en medio de una vida política en la que nunca han faltado sobresaltos de todo tipo. Los miembros de la actual mayoría de gobierno eluden entrar en polémicas con su antecesor y se limitan a señalar que cuando llegaron a la sede del Ayuntamiento se encontraron con el vacío más absoluto. La decoración, minimalista rozando la desolación radical.

El debate parlamentario de 1995

El debate parlamentario que tuvo lugar en 1995 resulta muy esclarecedor. Comenzó interviniendo Zerolo para achacar a la cercanía de las elecciones la polémica y sorna con la que en aquel entonces se tomaban los medios de comunicación el asunto. El consejero comparaba esta subvención con la que poco antes había otorgado a una carrera de coches y la encuadraba en una cuestión a medio camino entre la valoración subjetiva del proyecto y una decisión objetiva tomada por un grupo de técnicos.

“En nuestra opinión, que en la isla de Lanzarote se cree un museo de arte africano o de arte lapón; no sólo es turísticamente interesante sino que, además, se ha demostrado ?y ahí están los centros turísticos del cabildo? que son rentables y es más lo considero un chollo”. Zerolo eludía que estos centros turísticos son obra del artista César Manrique y se han ganado a pulso un evidente reconocimiento internacional, mientras que sobre el nuevo museo planearon desde el principio dudas y sospechas la mayoría de las cuales se demostraron con el tiempo.

López Mederos intervino entonces para pedir más rigor a la hora de hablar sobre el supuesto respaldo académico que según el consejero había recibido el proyecto. “El hecho de que se reúnan cuatro o cinco personas estudiosas, universitarias y con titulación, no quiere decir que sea un equipo de científicos”. El diputado socialista consideraba que Turismo y Pesca estaban invadiendo competencias del área de Cultura y echaba de menos que no existiera en aquel momento -y seguramente tampoco lo existe ahora- una mínima planificación de atención, mantenimiento y desarrollo de los museos canarios.

Entonces intervino el propio González para quejarse: “Desde hace cuatro años soporto bien el escarnio e incluso la infamia; estoy preparado para afrontar la desestima de los demás porque tengo autoestima suficiente. Lo que me ha sentado muy mal, es que se haya emprendido una campaña absolutamente difamatoria, haciendo juicios de valor gratuitos sin conocer el proyecto y sin conocer a la gente que se ha implicado”.

González dijo que durante su periplo había adquirido 67 piezas entre cerámica, cuencos de madera, calabazas, 44 esculturas de estatuillas, fetiches, esculturas de antepasados, 16 máscaras, 16 instrumentos de uso cotidiano, obras de gran tamaño, un Marabú, una puerta Dobon de dos metros, un barco de pesca artesanal de Cap Vert, armas blancas, lanzas, alfombras de hilo, fibra vegetal y cuero trenzado o una colección de joyas. Todo ello pertenecía a las etnias Bakongo, Banbara, Baulé, Bidyogo, Bogo, Fang, Guro, Kuba, Serere,Tukulor, Diola, Grupo Mandé, Bassari, Lebous y Sarakhole. Piezas todas ellas de las que nunca más se supo.

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