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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Dos caras 'okupa' en La Minilla

Un joven traza una línea imaginaria entre dos viviendas, entre los buenos y los malos, como él los define. Es uno de los miembros del Centro Social Ocupado La Espiral, situado en la zona baja del barrio de La Minilla. “A partir de aquí, es otro mundo, están perdidos”, dice señalando el inmueble colindante.

Los okupas de La Espiral, que han levantado “con mucha voluntad y sin ánimo de lucro” un centro socio cultural donde imparten clases de meditación, yoga, aikido o idiomas, temen ser etiquetados junto a “los otros, a los conflictivos del barrio”. Ya se han reunido con los vecinos de la zona para intentar atajar una situación que tildan de “preocupante y perjudicial” para la imagen del colectivo. Incluso han intentado mediar con los otros okupas para que se integren y reconduzcan su actitud, para “rescatarlos”.

La Minilla ha pasado de ser “un pueblo dentro de la ciudad”, como lo describe un miembro de la Asociación de Vecinos La Minilla del Sagrado Corazón de Jesús, a un enclave peligroso e inseguro, “peor que el Buque de Guerra”, apunta.

El pasado mes de abril conformaron, junto a representantes del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, de la Policía Nacional y de la Local, una mesa para abordar los problemas de seguridad que se venían sucediendo desde septiembre de 2009, cuando comenzó la ocupación de casas abandonadas que habían sido adquiridas por promotoras al amparo del Gran Guanarteme proyectado por el consistorio capitalino bajo el mandato de Josefa Luzardo.

Según denuncian los vecinos, el tráfico de drogas, las reyertas y la suciedad han sido constantes en el barrio desde entonces. “Hemos perdido la tranquilidad, nos han roto cristales de coches con bloques de cemento, nos han amenazado con echar la puerta abajo para ocupar nuestras casas, se han tirado cuchillos, piedras, saltan por las azoteas...” Uno de los representantes vecinales describe el miedo que aseguran estar pasando.

Fuentes consultadas por CANARIAS AHORA reconocen que se han llegado a producir traspasos de viviendas ocupadas por un montante que, en algunos casos, rondaría los 350 euros o que se han aprovechado de las dificultades económicas de inmigrantes en situación irregular para cobrar por el alquiler de habitaciones. Según las mismas fuentes, en una de las casas han montado un negocio con las duchas, recibiendo 5 euros cada vez que es utilizada por personas ajenas a la vivienda.

Por su parte, el Centro de Salud de Guanarteme también se ha visto obligado a cerrar la puerta trasera, por donde entraban okupas para acceder a los baños del ambulatorio.

Los vecinos, que advierten un aumento considerable de okupas en los últimos meses, así como de “movimientos extraños y coches de alta gama”, aseguran estar “desesperados” con esta situación y ponen como ejemplo de convivencia en armonía el caso del centro La Espiral. “Son gente tranquila, que se han integrado muy bien y que han mediado para evitar los problemas”, señalan.

Nueva reunión

La asociación La Minilla del Sagrado Corazón de Jesús reclama una nueva reunión con la mesa de seguridad y alerta que la policía “ha bajado la guardia” en la zona, tras unos primeros meses de presencia e intervención casi diaria.

El concejal de Seguridad del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, Jesús González Dumpiérrez, se muestra comprensivo con la “lógica y paulatina preocupación” del vecindario, aunque advierte que no se puede proceder al desalojo de las viviendas hasta que los legítimos propietarios denuncien. Mientras tanto, la Policía Local ha elaborado un censo de los habitantes de las viviendas ocupadas.

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