Las elecciones, un juego para los políticos

Imaginemos que los medios de comunicación son un tablero donde los candidatos hacen sus jugadas para convencer a los ciudadanos y ganar las elecciones. Las jugadas son, principalmente, verbales, y su correcta utilización harán que la pequeña masa de indecisos se decida por uno u otro y les de la victoria en la partida.

A estas jugadas se refiere el experto Javier del Rey Morató en Los juegos de los políticos (Tecnos, Madrid, 1997), y que engloban, entre otras muchas técnicas, los sondeos, los retos a comparecer en televisión o los propios debates electorales, así como las promesas, la elección de temas o los chistes sobre el adversario.

Juego del oráculo y del envite

Entre los juegos estructurales, o lo que es lo mismo, los que delimitan el espacio donde se van a mover los jugadores según Morató, estarían, por ejemplo, los sondeos. En concreto los llama Juegos del oráculo porque es a quien se acude para que haga augurios que pongan, desde un principio, a un posible ganador y perdedor. También destaca el Juego del envite, que es aquel en el que un posible perdedor reta a un ganador a comparecer en televisión para arrancarle puntos. Como ejemplo vale el envite del candidato de Nueva Canarias (NC) al Cabildo de Gran Canaria, Román Rodríguez, a su homónimo en el Partido Popular (PP), José Manuel Soria, “para discutir sobre los intereses de la Isla”. “Que ponga la hora y el lugar”, declaró Rodríguez, “y le demostraremos que ha sido el peor presidente del Cabildo de los últimos años”.

Juego de la promesa oportuna

Apenas necesita presentación. Las promesas son el recurso fácil de los candidatos porque, en realidad, no comprometen, como ya queda claro por los múltiples chistes que sobre esto surgen en la sociedad. Ejemplos en esta pasada campaña sobran pero destacan las del candidato a la Presidencia de Canarias de Coalición Canaria (CC), Paulino Rivero, por ser las más criticadas. Cabe recordar, entre otras, la promesa de primar a las empresas que contrataran a canarios, hacer frente a una parte de las hipotecas de los isleños o crear una vía marítima entre las capitales de las Islas centrales y el sur de las mismas para transportar mercancías y personas y liberar así las carreteras.

Juego del voto útil

Este es uno de los más perjudiciales para la democracia, según Morató, ya que en un verdadero sistema democrático no debería haber voto útil. Juan Fernando López Aguilar, candidato socialista, aunque criticó el sistema electoral canario que obliga al voto útil, no tuvo más remedio que el último día de campaña no sólo pedir una alta participación para intentar alcanzar la mayoría absoluta (única forma de gobernar ante el tácito pacto entre CC y PP), sino que los que fueran a votar lo hicieran por su propuesta, hasta tal punto que pidió el voto para aquellos que “no han decidido ir a votar o puedan votar a formaciones grupusculares o minoritarias que no tengan posibilidades de tener representación porque el PSOE sí que puede hacer el cambio”.

Uno de los afectados del voto útil fue Nueva Canarias, la formación que lidera Román Rodríguez y que se quedó a las puertas del Parlamento, a sólo 4.147 votos de superar la barrera regional del 6 por ciento de los votos y entrar en la Cámara regional con dos diputados. La clave quizás se encuentre en el voto útil, mayoritariamente hacia los socialistas, de muchos ciudadanos de municipios que en las elecciones locales se han afianzado como feudos de Nueva Canarias: Telde, Agüimes y Santa Lucía.

Otros

Otro de los juegos recurrentes es el de La catástrofe inminente que se refiere a ese mensaje que suele llegar en los estertores de la campaña y que pide el voto al partido propio porque, de lo contrario, sería una catástrofe. En el caso de José Manuel Soria esto se vio a apenas dos días del final de campaña cuando afirmó que el día de las Elecciones se votaba “socialismo o libertad”. Soria también tiró de manual (Los juegos del humor y la ridiculización) y utilizó continuamente la ironía llamando “candidato copión” a López Aguilar, por el sonado plagio de las medidas de gobierno de Ciutadans de Catalunya.

Hay muchos más, como el Juego de los Temas, que se escenifica en la elección de la corrupción para sacar rentabilidad electoral o el Juego de crear al adversario, visible en la unión de Rivero y Soria contra un enemigo común (López Aguilar) para justificar un posible pacto, o la subordinación de Nacho González (CCN), al que ignoraron por sistema en los debates televisivos. En los debates, po cierto, es donde se produce el festín de descalificaciones, trapos sucios o la ridiculización del adversario.

Morató cree inevitables estos juegos porque “siempre que se trata de hablar a un público amplio los políticos se ven en la necesidad real y comprensible de vertebrar unos mensajes lo suficientemente amplios e imprecisos para poder captar al auditorio sin contrariar a grupos afines”, y concluye: “Donde hay retórica hay manipulación de las conciencias y de las voluntades, pero me gustaría que los ciudadanos conocieran tan bien esas argumentaciones tan bien como las conocen los propios políticos”.

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