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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Por qué nadie cree ahora a Soria

El ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria (d). EFE/JAVIER FUENTES

Federico Utrera

Madrid —

Fue el belga Pieter Brueghel el Viejo el que pintó Los proverbios flamencos y entre ellos figura el célebre “tanto va el cántaro a la fuente que allí deja el asa o la frente”. Hoy se expone en el Museo de Berlín. Siglos después, Brian De Palma daba lustre a Kevin Costner, Sean Connery, Robert De Niro y Andy García en Los intocables de Eliot Ness contando como a Alfonso Capone lo encarcelaron por delito fiscal y no por sus numerosos crímenes. La música era de Ennio Morricone. Por último, la antropóloga argentina Irina Podgorny, premio Georg Forster de la Fundación Alexander von Humboldt, otorgado por su trabajo como historiadora de la ciencia, investigó sobre el célebre aforismo: “Las mentiras tienen las patas cortas pero los charlatanes, las piernas muy largas”. Lo hizo a propósito del constante desafío humano al concepto de experiencia: ¿Cómo es posible que, si los charlatanes son un fenómeno tan viejo y han vendido durante siglos remedios que no curan, la gente los siga comprando?. 

El maldito refranero que cantara Gabinete Caligari –que casualmente también inmortalizó su canción Camino Soria– a caballo entre el aforismo y la leyenda, camina desde hace décadas por este político que necesita cortar cada año un par de cabezas de periodistas canarios. Y por las que llevo contadas, salen los números. Junto con los territorios más desolados de Siria, los más peligrosos desiertos de Afganistán o Libia o los más temerarios de Irak o Sudán del Sur, las Islas Canarias españolas son los lugares de España con más periodistas decapitados por metro cuadrado. La mezcolanza espúrea entre poder político y mediático lo permite. La plaza pública occidental se llama hoy internet y sé bien lo que me digo. De hecho se están acumulando pruebas para cuando acabe el predominio e influencia de esta dictablanda con mano de hierro en guante de seda. La bajadita la llaman en el archipiélago. Solo así ha podido crearse un imperio de amedrentamiento y miedo que Rajoy, tan valiente y tan transparente siempre, intentó trasplantar a la península. Son las cosas con las que este registrador de provincias quiso construir su reino de impunidad con la receta de José Manuel Soria López: guadaña y zanahorias. Si el Estado Islámico rebanó el cuello de David Haines, James Foley y Steven Sotloff, el Estado Soriánico lo hizo con Teresa Cárdenes o Larry Alvarez, enmierdó a Mario Vargas Llosa y en alianza con Rajoy lapidó a su antes favorecido Pedro Jota por sus célebres SMS. Son solo unos ejemplos escogidos al azar porque son tantos los defenestrados y tantos los ennoblecidos, ensalzados o perseguidos según fuera su actitud de silencio o denuncia, que hasta a mí mismo llegó a ofrecerme colaborar en su proyecto. Así ha llegado hoy Soria hasta el bufete panameño de Mossack Fonseca.

Esta vez el alcalde, presidente del Cabildo o ministro en funciones no puede apelar a Carlos Sosa o Vicky Rosell como las pantallas de humo con las que suele disfrazar sus tropelías. Sostengo contra viento y marea –nunca mejor empleada la expresión– que su problema real no es esta pareja –que se ha limitado a decir basta– sino sus dos pleitos en el Tribunal Supremo por la arbitraria supresión de subvenciones a las energías alternativas y por el pelotazo fraudulento del almacén Castor de Florentino Pérez, de quien Soria dice que tampoco conoce de nada pese a haber frecuentado su famoso palco blanco. Dos asuntos, muy, muy feos, con oponentes de calado internacional y reconocido prestigio. Ahora los jueces, escrutados como todo el mundo hasta debajo de la toga, no tragan. Y Soria y Rajoy, que saben de energía lo mismo que Aznar, Josep Piqué, Zapatero o Miguel Sebastián, se metieron a enredar con el lobby eléctrico y a tapar las vergüenzas de sus anteriores ministros populares y socialistas. Hoy pueden ser los que paguen el pato como cómplices, cooperadores necesarios y encubridores. El GAL energético español sigue la misma trayectoria que Felipe González y el Batallón Vasco Español de la UCD. Los más viejos del lugar puede que entiendan este jeroglífico.

Sin necesidad de recurrir a las Vidas Paralelas de Plutarco, lo más relevante ahora es que las explicaciones de Soria no han convencido a Albert Rivera. Y que Ciudadanos comienza este martes a recabar apoyos de otros grupos parlamentarios para registrar cuanto antes la petición de la comparecencia pública de Mariano Rajoy. Rivera sabe que el presidente en funciones ha unido su destino al de Soria y ha utilizado la mentira más infantil para defenderlo: la que desmontó objetivamente Ana Pastor con su “fact check” al descubrir que don Mariano mezclaba errónea y deliberadamente a la jueza Margarita Varona con Victoria Rosell. Había “caso Soria” aderezado con tinta de calamar. No era la primera vez que Rajoy defendía la virilidad del bigote canario –también lo hizo en el Senado–, pero sí la última. En la Cámara Alta la almeja de Pontevedra estremeció los escaños al asegurar que los casos de Bárcenas y Soria parecían iguales con la sola diferencia de que el primero le había engañado tanto como a jueces y fiscales. Aviso a navegantes: sé lo que hicísteis y solo si un juez no os descubre tendréis mi apoyo. Pero si os cogen, los leones os esperan. Estas son las reglas de la omertá de don Mariano, el Andreotti español. La diferencia con otros momentos de la Historia de España es que el PP ya no tiene mayoría absoluta. Y lo que es peor: ya no la tendrá nunca más. Haya o no repetición de elecciones –que las habrá– la hégira del bipartidismo ha terminado.

Rajoy no comparecerá en el Congreso ni Soria tampoco pero “las explicaciones no acaban de convencer” y por ello Albert Rivera cree que debe ser el presidente del Gobierno quien detalle todos estos acontecimientos “que son muy graves”. El partido naranja no traga con la corrupción de Soria porque sus explicaciones no son convincentes. ¿Una firma en las Bahamas, un abogado en Panamá y una cuenta en Suiza?. Blanco y en botella de Ana, por mucho que ahora quieran vestir a la mona de seda. Han sido tantas veces denunciado y destramitado su tráfico de influencias, su abuso de autoridad, sus ataques a la libertad de expresión y a la deontología profesional de los periodistas, que el prócer se creyó inmune. Y ahora una firma panameña de testaferros, desarticulada a lo Snowden, Assange o Manning puede acabar de una vez por todas con su carrera política. Rajoy se aferra a Soria como a un clavo ardiendo, de la misma manera que Felipe González se agarraba a Alfonso Guerra: “Dos por el precio de uno”, fue su mantra. Y al final fueron dos por el precio de dos, previo abandono, separación o divorcio. Como el de Margarita y Rafael, cuya ruptura destapó unos documentos suizos que, de hacerse públicos, darían la puntilla a los hermanos JMSL y LSL, pues son esas iniciales los que figuran en ellos, con membretes de BBV y UBS (Unión de Bancos Suizos).

Soria dice que todo es un “error” pero ¿puede preguntar a su hermano por qué “UK Lines Limited” le incluyó a él como miembro de la empresa que se usaba para evadir impuestos? ¿Por qué se cambió su nombre por el de su hermano? ¿Ha ejercido alguna vez su hermano de testaferro suyo? ¿Como ha operado este binomio sanguíneo en política o en negocios? (de eso sí que podría ilustrarnos mucho Carlos Sosa). Alguien acudió al BBVA para que a través de Canal Trust Company se creara una estructura societaria que ocultase el patrimonio de los clientes del banco y así surge “BIBJ Nominees Limited” y “BBJ Management Limited” como accionistas de UK Lines Limited. ¿Tienen algo que ver José Manuel Soria o su hermano con ellas? El registro mercantil de Bahamas apuntó como administradores de esa compañía a Tomás Poggio, Méndez Fernández de Lugo y José Manuel Soria. ¿Quienes son los otros dos socios? ¿Podríamos conocer su testimonio? “Bécquer no era idiota, ni Machado un ganapán. Y por los dos sabrás que el olvido del amor, se cura en soledad. Voy camino Soria, ¿tú hacia dónde vas? Allí me encuentro en la gloria que no sentí jamás. Voy camino Soria, quiero descansar. Borrando de mi memoria traiciones y demás”, cantaba Caligari. Y es cierto: todos los caminos conducen a Soria.

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