''¿Dónde hay una placita con sombra, mi niño?''

Ni Las Palmas de Gran Canaria es Seattle ni el Consejo de Ministros debe ser aquel G-20 histórico de 1999. O la caló que acogota estos días de octubre las Islas fríe neuronas para quitar las ganas de manifas y cosas parecidas. Sólo así se entiende la escasa presencia y repercusión de las protestas anunciadas por diversos colectivos ante la celebración del Consejo de Ministros este viernes en Las Palmas de Gran Canaria.

Apenas medio centenar de manifestantes se dieron cita en las inmediaciones de la Plaza de La Feria. El grupo más nutrido, que tuvo sus más y sus menos con la Policía Nacional en una de las esquinas de la Comandancia de Marina, portaba banderas de los sindicatos SOC y CESP y coreaban consignas contra José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE), pero también contra los líderes del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero (CC) y José Manuel Soria (PP).

Al grito de “Zapatero sólo ayuda a los banqueros” y “Rivero, Soria, ¿dónde está el dinero?”, las reivindicaciones principalmente de materia económica y de empleo fueron las más sonadas por parte del grupo de sindicalistas apostados en una esquina de la calle Venegas, con huelguistas de las pasarelas automáticas del aeropuerto de Gando entre sus filas.

Tampoco faltó a la cita el grupo de vecinos del barrio santacrucero de Valleseco que pide la salvación de su playa. Aún así, las únicas personas que pudieron acceder al entorno de la Plaza de La Feria fueron tres señoras que sentadas en unas escalaeras de la calle Doctor Waksmann que, a la llegada de los ministros desplegaron una pancarta de la asociación Agreal Canarias, reivindicando soluciones a sus problemas médicos.

Pero el gran protagonista en la calle, en esta histórica jornada del Consejo de Ministros, fue el solajero. Tanto, que una vecina de Valleseco se paraba, sudando la gota gorda, a abordar a un Policía Nacional a eso del mediodía: “¿Dónde hay una placita con sombra, mi niño?”. Pues más lejos todavía del centro neurálgico político, señora.

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